lunes, 20 de abril de 2009

Érase una vez tres puntos suspensivos…




Dicen que sólo una mínima parte de lo que pensamos acaba convirtiéndose en palabras, de ellas una mínima parte es vocalizada, el resto jamás saldrá de nuestra mente.

Dicen que sólo una mínima parte de lo que decimos acaba siendo escuchado por los demás, de ellas una mínima parte es reflexionada, el resto se perderá en el aire.

Dicen que sólo una mínima parte de lo que leemos acaba siendo asumido, de ello una mínima parte no es razonada, el resto se perderá en la nada.

A veces, lo más importante es aquello que no se dice, no se oye o no se lee y tiene forma de tres puntos suspensivos…



Nota: He abusado del “dicen que sólo una mínima parte”… es gratis.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto ya me gusta mucho más. Vaya apología más buena.

Cris

Javier dijo...

Todo en esta vida tiene una explicación o quizás no. Sin embargo, contarlo de una manera pedagógica sin ánimo de pedantería es cosa de mi herencia rabinica o algo así...

Anónimo dijo...

rabínica, Javier, rabínica. De tu seguidora.

Ra dijo...

Dicen dicen dicen.

Ya están diciendo mucho.

Mejor el silencio.

Pero hay palabras que son arrolladoras, palabras que te dejan sin palabras.

Nerdote dijo...

estoy de acuerdo con todo lo q dices. Le dan a uno ganas de volarse los cesos.

begusa dijo...

los puntos suspensivos en realidad son lo único imprescindible siempre... siempre...
aunque a veces me gustaría poder abrirlos como las bolas que sacas de una máquina de esas... para que la gente que no los entiende, pudiera olerlos... tocarlos... a ver si así todo era más fácil...
salu2,

Anónimo dijo...

Si Javi. Esta historia es como un palazo en la espalda. Jo, macho, me conecto un rato para despejarme y acabo embrollao en raros pensamientos. Gracias, rabino, por tenerme en ascuas durante un buen rato. Julianín.

Anónimo dijo...

Si Javi. Esta historia es como un palazo en la espalda. Jo, macho, me conecto un rato para despejarme y acabo embrollao en raros pensamientos. Gracias, rabino, por tenerme en ascuas durante un buen rato. Julianín.