viernes, 17 de diciembre de 2010

...


"Para el que no sabe hacia a donde va,
cualquier camino le llevará hasta allí"

                                                        PROVERBIO RABÍNICO o NO…





Un pequeño pajarillo se posa en un tendedero. Con movimientos espasmódicos de cabeza observa a su alrededor e inicia con su canto el Adagio de Khachaturian. El Sol del Mediodía ilumina con su tonalidad amarillo limón paredes y edificios... el olor de la primavera flota en el aire y una brisa cálida, nos reconforta a quienes sentados en una terraza del Albayzin disfrutamos de una buena copa de vino...

La Vida no puede ser más maravillosa ¡

Somos nueve, el número perfecto sino fuera impar y premonitorio... La Vida nos sonríe, nuestro pajarillo regresa para continuar con el intermezzo de la obra.

El reloj se para por unos instantes, ya no hablamos de un pasado mejorado con el tiempo sino de un presente y futuro cargado de esperanza de quienes sienten cada rayo de Sol de nuestro particular Oriente...

Es Mayo en Granada, aún nos espera una noche mágica de calles adoquinadas y la siempre inspiradora brisa que transciende de la ladera de la Alhambra...

El final de la obra es interpretada a modo de vuelo rasante de nuestro pajarillo que marcha hacia otro adagio, esta vez, mirando hacia Oriente.







BOLA DE GRANITO (Última parte)

IV


Y siguieron pasando los años y la muerte fue la única variante que se introdujo en nuestro eterno grupo de peregrinos sin rumbo. Tolos de los hombres que habían empezado esta andadura siendo jóvenes, fueron cayendo derrotados al fin por la vejez. Y aún así, pese a las bajas, el ritmo nunca cejó. También sin una orden previa, los huecos que iban quedando en los arneses, eran ocupados por nuevos jóvenes voluntariosos, que eran incorporados en el primer pueblo que cruzaban. Llegó un día, en que nuestro protagonista fue el último que quedaba del grupo original que había empezado a arrastrar la mole esférica. Y yo no sabría decir si fue su fuerza prodigiosa lo que le sostuvo en pie, o fue sin embargo, la duda que un día surgió en él y se apoderó de todo su ser. Si su ímpetu se mantenía inquebrantable por esa necesidad de responder a la mirada indagadora de una sencilla muchacha que un día descubrió al borde del camino. Esos ojos penetrantes continuaban, pasados tantos años, anclados en su alma, y él continuaba sin saber qué responderle, cómo justificar el esfuerzo que llevaba realizando durante toda su vida. Y así fue aguantando, hasta que un buen día, él lo reconoció al instante, volvieron a entrar en el pueblo en el que se topó con la muchacha. Inmediatamente se desató un ansia dentro de él y comenzó a buscarla. Y no tardó en encontrarla. Lógicamente la muchacha había crecido, era ya una hermosa mujer, a cuya mano se aferraba una dulce niña, que, por el parecido físico, debía ser su hija. Y ahora, de nuevo entre un clamor envolvente y ensordecedor, madre e hija eran las únicas que permanecían impasibles, examinando a la comitiva que se deslizaba delante de ellas. Volvió a cruzar la mirada con la mujer, y volvió a sentir un doloroso vacío dentro de él. No estaba seguro de que la mujer le hubiera reconocido, porque tras tantos años erráticos, continuaba sin saber qué responderle. Algo definitivamente se rompió dentro de él. Aunque tardó en percatarse de la brecha mortal que se había abierto en su conciencia. Ya estaban a las afueras del pueblo cuando por fin se decidió a detener su paso. Inmediatamente empezó a desprenderse de todas las correas, cinchas y hebillas que habían tenido amarradas a su cuerpo durante tantos años. Los que iban detrás de él comenzaron a empujarlo y a increparlo. No entendían que estaba ocurriendo, sólo sentían que algo entorpecía de repente sus pasos. Nuestro hombre cayó al suelo. Su cuerpo, libre al fin de las ataduras, pero acostumbrado desde hace tanto tiempo a la inercia del grupo, se convirtió de repente en algo parecido a una caña, frágil y quebradiza, zarandeada por el movimiento. Sintió como sus compañeros le pisoteaban, impasibles, constantes, ajenos a su derrumbe. El último pensamiento de nuestro hombre, justo antes de que la esfera de granito que había arrastrado durante toda su vida le pasara por encima, fue que necesitaba enfrentarse una vez más a los ojos de la muchacha que un día le enseñaron a dudar. Durante unos kilómetros, sobre la superficie de la bola de granito, apareció estampada una costra roja, que poco a poco fue mezclándose con el polvo del camino…

(Fin de la última parte)







Granada, 10 de noviembre de 1996.
Dedicado a Gerardo, hacedor de tesauros.

BOLA DE GRANITO (2ª parte)

II

Como ya he dicho, no llevaban guía. Simplemente empezaron a tirar porque asumieron con increíble rapidez que era lo que debían hacer. Me atrevo a decir que el ambiente entre ellos era en estos primeros momentos muy jovial. Se miraban unos a otros, se saludaban; todos se conocían pues eran vecinos del mismo pueblo, compañeros de escuela que habían crecido viéndose unos a otros arrastrando siempre torneadas piedras de granito. Eso sí, no podían estrechar sus manos, tampoco palmear sus espaldas. Era tal el esfuerzo que debían de hacer, que tenían que recurrir a todo su cuerpo para que el ritmo no decreciese. Sus manos sólo podían usarlas para aferrarse con más fuerza a los aparatosos correajes, que se acomodaban constantemente a las curvas de sus músculos para hacer de manera más eficiente su trabajo. Pronto se quedaron sin palabras que dirigirse, y así, pudieron definitivamente volcarse por entero en su faena. El silencio que se apoderó de ellos era aún más pesado que la enorme esfera que remolcaban. Al no llevar guía, no sabían tampoco hacía dónde se dirigían. Pero eso pareció no importarles. En su recorrido, nunca les faltaba algún camino por el que transitar. Cuando llegaban a algún cruce o bifurcación, se limitaban a escoger cualquiera de las opciones, sin ningún tipo de razonamiento previo, y continuaban impasibles con su constante acarreo, en esa nueva dirección.

Llegaron así, en un tiempo que les pareció breve, al primer pueblo. Allí, para su sorpresa, ya les estaban esperando. Al igual que en su pueblo natal, toda la población se había congregado a los bordes del camino y repetían a su paso las voces de aliento y satisfacción. Algunas jóvenes hermosas se aventuraron incluso a acercarse a la silenciosa comitiva y sobre la cabeza de los jóvenes, fueron colocando coronas de flores y diversos y coloridos collares. Los muchachos recibían todos estos abalorios con semblante alegre, altanero, aunque no se permitieron realizar algún gesto de agradecimiento. Tampoco soltaron sus manos de los arreos para despedirse, cuando dejaron atrás este primer pueblo.

Y de este modo continuaron durante los primeros días. Para su asombro, ni siquiera pararon a descansar cuando llegaron las primeras noches. Al estar solos, nadie les impedía detenerse, ellos eran sus propios jefes para establecer el ritmo de la marcha. Pero prefirieron continuar avanzando, sin rumbo fijo, sin una meta determinada. Algunos de los muchachos más hábiles, pudieron incluso echar alguna que otra cabezada sin interrumpir en ningún momento su avance, sin soltar nunca sus aparejos. Pero pronto, ni siquiera el sueño o la zozobra tuvo cabida entre ellos. La tarea para la que habían sido elegidos se impuso sobre cualquiera de sus carencias humanas. Del mismo modo, llegó un momento en el que incluso dejaron de alimentarse, y todos los orificios de su piel se cerraron. Ya no sudaban ni micionaban. Al igual que su espíritu se había doblegado desde hacía tiempo, su cuerpo no tardó en domesticarse. Se hicieron inmunes al agotamiento físico o a las inclemencias del tiempo. Se convirtieron sin saberlo, en verdaderos autómatas. Se impuso al fin una voluntad suprema de arrastrar esa pesada bola de granito, por todo el mundo, durante un tiempo infinito.

III

Y pasaron los años. Los jóvenes eran ya hombres tremendos, hercúleos, completamente labrados por su sobrehumano esfuerzo perpetuo. Pasaron por cientos de pueblos, siempre siendo recibidos con la misma algarabía y aires festivos. Allá donde llegaban, suponían un motivo de celebración, el espectáculo más increíble para los habitantes del lugar. Regresaron algunas veces a su pueblo natal, donde muchos de sus familiares habían ya muerto. Aunque se les seguía recordando con un entusiasmo estoico. Todos sabían que ese era su lugar de origen y eso hacía que se hinchasen aún más los orgullos de esos superhombres. Nuestro protagonista, aquel bebé inquieto que tuvo la desgracia de nacer siendo un bebé fornido, era uno más entre ellos, aunque se podría decir que su figura, era de las que más destacaba entre el grupo que formaban. Fue por eso, siendo más alto que la mayoría de los compañeros que le escoltaban, que pudo un día alzar su mirada y observar todo lo que le rodeaba. Y en ese momento tuvo la mala suerte de cruzar su mirada con la de una muchacha, que a su vez observaba el paso de la solemne comitiva. La muchacha, al contrario que la muchedumbre que les rodeaba, permanecía en silencio, ajena a la algarabía irracional y desatada. Y en su mirada, pudo descubrir nuestro protagonista cierta inquietud: “¿Por qué arrastráis esa bola de granito?”. Quiso el hombre al instante responderle con su único pensamiento: “Debe ser así”. Pero se dio cuenta atónito, que esta vez, no podía hilvanar por completo su réplica. De repente, ante la inquisitiva mirada de una muchacha desconocida, esa premisa única y ancestral, había dejado de tener sentido. La respuesta, por lo tanto se quedó hormigueando dentro de sus pupilas, y por única contestación, le devolvió a la muchacha una mirada cóncava y triste.

Nadie a su alrededor pareció percatarse de esa momentánea zozobra. Nuestro hombre, además, continúo con el ritmo marcado. Aunque en su interior, como una carcoma latente comenzó a crecer una duda, una alarma que empezó lenta pero fatalmente a voltear su espíritu. Nuestro hombre ya no volvió a ser el mismo.
Fin de la segunda parte

LA BOLA DE GRANITO (1ª parte)

I

Tuvo la desgracia de que al nacer fuese un bebé sano, fuerte y rollizo. Además, desde sus primeros días, mostró una inquietud y curiosidad increíbles. Y ya sus primeros berridos mostraron la potencia del hombre rudo y soliviantado que llegaría a ser. Aprendió a andar antes de lo habitual, e inmediatamente, sus padres, usando unos aparatosos correajes, le amarraron a una pesada bola de granito. “Debe ser así” se dijeron el uno al otro. Y el bebé, todavía con una conciencia en ciernes, tampoco pareció dar señales de molestia ante esa carga impuesta. Muy al contrario, ese peso añadido no coartó  su innata ansia de fisgoneo, y era habitual verlo corretear por todos los rincones de la casa arrastrando tras de sí, como una extensión más de su cuerpo, esa bola de granito. Esa tara impuesta, hizo que sus músculos, su complexión, se desarrollaran con mayor rapidez y fue fácil percatarse que esa bola inicial, se le quedó pequeña en un breve espacio de tiempo. Así, conforme fue creciendo, esa primera bola fue siendo sustituida por otras de mayor peso y diámetro. El niño, se acostumbró también con notable naturalidad al lastre constante que debía de arrastrar de un lado para otro. Y en ningún momento, la bola, pareció menguar su sed de conocimiento, su atracción por los misterios de la vida que se iba desplegando delante de él. Cuando no la llevaba arrastrando por el suelo, el cual era el procedimiento más cómodo, aunque también el más lento, solía coger la bola entre sus brazos e ir a donde fuera cargando así con ella. Se le veía del mismo modo, jugando con los chicos de su barrio, algunos de los cuáles, cargaban también bolas similares a la suya. Nunca entre esos chiquillos surgió la pregunta de porqué llevaban esa piedra, es más tampoco dudaron el porqué sólo ellos y no los demás debían llevar ese lastre. “Debe ser así” se respondían así mismos, y continuaban impasibles con lo que estuvieran haciendo. Así, hasta que un buen día, todos los niños que tenían una bola amarrada a su cuerpo, que eran ya fornidos adolescentes, sin duda, los más fuertes de toda la región, fueron congregados en la plaza del pueblo. Desde allí, a su vez, fueron llevados, arropados por una improvisada procesión, hasta las afueras de la localidad, más concretamente, hasta la puerta de un enorme hangar. Uno a uno, fueron entrando en el edificio, donde, para su sorpresa, eran desprendidos de la bola de granito que habían ido arrastrando durante toda su vida, para ser amarrados inmediatamente a una bola de granito similar a las suyas, pero de unas dimensiones mayores, monstruosas. Y cuando todos estuvieron atados y asegurados a la misma piedra descomunal, gracias a unos nuevos arneses, a una señal todos empezaron a arrastrar esa nueva carga que sin motivo aparente, les era nuevamente amarrada a sus existencias. Cuando abandonaron el hangar, el pueblo les recibió con júbilo. Se había establecido a la salida una precaria feria, en la que se adivinaba por ejemplo, una orquesta tocando, algunas parejas bailando, otras pidiendo bebidas o golosinas en pequeños puestos improvisados, aunque la mayoría de las gentes del pueblo, se habían colocado en los bordes de un camino y desde allí jaleaban los primeros pasos de los muchachos. Por allí pasaron ellos y la bola, al principio con paso torpe y descoordinado, aunque poco a poco, unos y otros, siguiendo una callada orden que latía dentro de sus cerebros, que se apoderó de inmediato de todos sus impulsos, empezaron a avanzar con un ritmo constante y, casi se podría decir pese a las dimensiones de su esfuerzo, un compás elegante.”Debe ser así”, era lo único que podían pensar, mientras daban esos primeros pasos. La muchedumbre que se había congregado a las puertas del hangar para verlos, les acompañó durante varios kilómetros, sin decrecer en ningún momento los gritos de ánimo y apoyo. Aunque poco a poco, unos y otros se fueron disgregando y retornando al pueblo. Los últimos en abandonar la comitiva, fueron los padres de los jóvenes que iban impulsando la onerosa bola. Se abrazaban los matrimonios, los miraban con un amago de pena, y con un rápido giro de manos y pañuelos, los despedían, siempre en silencio, sin decirles nada. Con los rostros vencidos, emprendían entonces el regreso al pueblo. Así, los muchachos, se vieron por fin solos. Nadie se quedó para guiarlos, aunque ese detalle no impidió que continuasen la marcha. Ninguno de los que arrastraban la bola vaciló un solo segundo. Un imperativo innato seguía apoderándose de sus ánimos, acaparando todo su empuje, haciéndoles sentir únicamente el peso de la gigantesca bola, y la necesidad de arrastrarla más y más lejos. En cierto modo, se sentían orgullosos de ser ellos los que debían arrastrar esa mole granítica.
Fin de la primera parte

martes, 14 de diciembre de 2010


Dama y caballeros míos,

El tema sobre el que ha de versar el duelo que propongo es el siguiente:

                                   "Ubres de absenta"

He de dar gracias al señor Ros por tal creativa aportación. Espero, de todo corazón, que las Musas vuelvan a deambular por el Reino de nuevo. 
Sin mucho más que decir se despide,

Cris (Q.B.V.A.M.)

lunes, 13 de diciembre de 2010

SE ACUMULA LOS DUELOS EN EL REINO DE HAMLET

Pues eso. Esta vez no serán uno, ni dos, ¡¡¡sino tres!!! los duelos que hay pendientes en este arrabal literario, donde escritores borrachos, poetas malditos y guionistas de "Me llamo Earl" vienen a gastar sus últimas perrillas en cubatazos de absenta, (de garrafón, para más inri), a matarse entre ellos a golpe de cartucho de impresora, que eso de lanzarse máquinas de escribir ya quedó sólo para los románticos, o a cortarse las venas con las páginas de sus libros, poemarios y guiones que han sido rechazados hasta por las fábricas de papel de lija...

Bueno, voy al grano, que mientras escribo esto, algún buitre me estará sisando mis lingotazos y estará tirando los tejos a mis fulanas... Para esta ocasión, los temas a tratar, la fuente de inspiración para nuestros futuros cuentos serán:

Para el primer duelo se propone: La foto de la farola que ya propuso hace unas semanas nuestra corresponsal mexicana, Nataly, y que se puede encontrar unas entradas más abajo. Tranquila nataly, que sobre esa farola, van a llover ríos de tinta...

El segundo duelo: aunque previamente destripada la sorpresa por nuestro corresponsal (desde la primera tasca flamenca en la luna), nuetro misterioso amigo Willy,  yo propongo un cuento con el sencillo título de "El ventilador". ¿Habrá artilugio más evocador y sin embargo más ignorado por las más ilustres plumas de todos los tiempos?

El tercer duelo: esté espacio queda a disposición de Cris, que al parecer tiene otra ingeniosa idea. No seré yo quién la desvele, que será ella misma la que proponga el reto...


Y eso es todo amigos. Comos siempre recuerdo, tenemos una semana para demostrar nuestra valía como escritores, que como borrachos y tunantes, hace tiempo quedo demostrada... Un saludo a todos y espero con impaciencia vuestros párrafos...¡¡¡Atajo de escritores!!!...

Hamlet dixit... mientras se toca, claro...

domingo, 12 de diciembre de 2010

EL VENTILADOR


Me llamo Willy y si vuestra imaginación no es muy extensa os diré que soy un mono, concretamente un chimpancé. Quizás más inteligente que Goran o Javier pero al fin y al cabo un chimpancé.


Mi nombre nunca apareció en primera plana de los periódicos de los 60’s, sin embargo fui el primer mamífero que vio el planeta Tierra desde el espacio. Después llegaron otros con apellidos y número de la seguridad social, fueron vitoreados por la quinta avenida de Nueva York y les regalaron un Cadillac. A mí me atiborraban de plátanos (los cuales odio desde mi más simia infancia) y me centrifugaban de vez en cuando.

Mi viaje sólo tenía billete de ida pero la sorpresa fue mayúscula para los científicos cuando regrese vivo. Me volvieron a meter en la jaula y así hubiera sido hasta mi muerte si no me hubiese escapado de tanto plátano y científicos sádicos.

Tras vagabundear por las marismas de Cabo Cañaveral, acabé frecuentando un bar de carretera cerca de Miami. Los clientes me daban de comer a cambio de interpretar con el método Stanislaky escenas del Padrino, la de Marlon Brando me salía perfecta. Fueron pasando los años y gracias a una dieta pobre en sodio, solo cinco cigarrillos al día y un par de copita de bourbon a la semana, he llegado a los 60 años con algún dolor articular pero nada fuera de lo normal para mi edad.

El otro día, mi jefe siempre a la última, colocó WiFi en el bar y pude navegar un rato por la Red. Encontré por casualidad Hamlet se Toca Pensado en Ti y quise participar con mi maravilloso relato… si lo comparamos con los del borracho de Goran o su idiotizado colega Javier. Os dejo que esta noche tengo doble pase, interpreto a vuestro honor el soliloquio de Hamlet y la canción de las baldosas de oro del Mago de Oz. Ah¡ el ventilador… cada vez que lo veo dando vueltas infinitas me recuerda a Aristóteles… pero eso será otra historia…



viernes, 10 de diciembre de 2010

MUNDO DE LOCOS (una historia verdadera que me ha ocurrido esta mañana...)

Día gris, lluvioso, triste, lapidario, muy albaceteño; de esos en los que parece que el cielo plomizo está esperando un despiste para saltar sobre mí y darme una paliza. Así que camino con el cuello encogido,  la cabeza baja, y mis pensamientos gatunos vueltos para adentro, entretenidos con las pelusas de mi alma. Llevo el paso rápido, que no es día para permanecer mucho tiempo fuera. Sin embargo unas voces llaman mi atención, y me incitan a alzar la vista, buscando su origen. Pensaba que el parque por el que transitaba estaba abandonado, pero ahora descubro una figura agazapada en uno de sus bancos, justo al final del sendero por el que iba caminando. Alguien está gesticulando con grandes aspavientos y hablando a voz en grito. Está solo, no parece que se dirija a alguien en particular. “Un loco”, pienso casi al momento. Y no sé porque, pero de repente esa idea me hace sonreír. Siempre tiendo cruzarme con personas diferentes, en realidad, las busco, gente que va contra corriente, personajes desarraigados, marginales, de los que apenas se escucha su voz pero que nunca dejan de pelear. Gentes con historias inverosímiles, con ideas peregrinas, con aires noctámbulos… Bohemios, vagabundos, ¡sí!,  sin duda la persona sentada en el banco puede que sea un vagabundo increpando a ese cielo que a mí, esta mañana, me tiene tan acobardado. Conforme me acerco a su figura, crece mi expectación, intento adivinar, por ejemplo, sobre que está hablando, aunque también empiezo a notar cierto recelo que crece en mi interior. Quizás el extraño personaje, al notar mi presencia, decida escogerme a mí como diana de sus improperios, y en ese caso, seguramente, no sepa cómo defenderme. Inconscientemente, voy ralentizando mis pasos y trazando un círculo invisible para pasar lo más alejado posible del banco. Qué me gustan los locos, sí, pero me gusta verlos desde la barrera. Qué le voy a hacer, en realidad soy así de cínico. El caso es que ya estoy cerca del anónimo y solitario conferenciante y no sé muy bien lo que hacer. Ya me parece entender lo que dice, pero no logro comprenderlo. “¿Bonos del tesoro, terrenos en no sé dónde, compra-vende?¿De qué cojones está hablando? Loco y soñador, a saber qué película tiene montada el pobre hombre”. Y por fin la figura sentada en el banco se percata de mi presencia, alza la vista hacía mí. “Vaya, ya me ha visto, a saber con qué me sale ahora”. Sin embargo, apenas me hace caso, una fugaz mirada y vuelve a agachar su cabeza, vuelve a vocear y a agitar su mano derecha. En la izquierda, me acabo de dar cuenta, lleva un móvil que aprieta con fuerza contra su oreja, como si le fuese la vida en ello. Es por eso por lo que parecía que estaba hablando solo. Y al momento la sonrisa se me deshace y se me cae a los pies. ¡Qué ingenuo he sido! Si en este mundo ya no hay cabida para los locos. Locos con los que entretenerme mientras permanezco sentado en mi cómodo sofá. Y en ese preciso instante, el cielo baja hasta mí y me da una sonora y fría colleja en la nuca. Comienza a llover en Albacete, y yo, por supuesto, llego tarde al trabajo.

Dedicado a Alicia, mi lectora de Badajoz, dedicado a todos los locos, dedicado a las personas que me hacen creer en ellos, que me hacen ir a buscarlos, incluso, dedicado a las personas que me hacen serlo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

DESDE EL VACÍO

Me llamo Eloisa, aunque de un tiempo para acá yo prefiero nombrarme vacío, vivo en un departamente, sí, un departamente donde yo soy otra cosa que vive en otro mundo, un vacío en el que mi sillón café pegado a la ventana se deshace con el vaho y la resolana, y las flores de la mesa hastiadas de su labor de adorno, en su naturaleza muerta se han secado, hartas de recibir como alimento, solo las lágrimas del tiempo que pasa por aquí… en mi mesa no conviven sino cadáver exquisito de masa amorfa y sin sabor que a modo alguno es comestible, y yo, sentada al frente sin hambre y vacía por las entrañas vaciándome mas en un espacio sucio, triste y ahuecado en el fondo a la derecha del salón, en la cocina todo se deshace enmohecido por las cosas que no me comí y que me comieron, después de imaginarme la cena erótica que tendría contigo, y a la que nunca llegué para que me comieras y no llegaste para que te probara, el peor lugar de mi vacío esta en la cama, donde los ácaros pervierten el polvo de la almohada que se cansó de esperarte para verte despertar cada mañana.

Todos los días el vacío comienza a las 6 de la mañana, cuando el reloj despertador me avisa que el día está comenzando, y yo con los ojos abiertos de una noche noctámbula sé que debo de empezar a soñar, ¿cómo que gusto tiene pegarme a las paredes para sentir algo?, aunque sea el frío mortuorio de un abrazo de ingrávido cemento y pintura desgastada, algún eco por allí me llama Eloisa y yo corriendo lo busco por los pasillos vacíos escuchando el eco de mis tacones al pisar, a veces en los cristales aún se ve mi reflejo debajo de mi cabello castaño que esta alborotado por los efectos del sudor frío, escalofríos recorren mi cuerpo cuando yo recorro este inmenso vacío, y mis pies danzan al ritmo de un amor olvidado, una canción que nunca podré olvidar, me resuena en los oídos y me hace eco en el tímpano embarazado psicológicamente de un sonido que no existe, pero que se hilvana en mi vestido para calentarme, en el vacío de mi sillón, he cocido lentamente un vestido que me cubre, lo hice con antologías de sonrisas, de besos, de caricias, de gemidos en la noche y tus reclamos de pasión, cuando me miro y estoy desnuda, se que mis recuerdos son inexistentes que nunca viví lo que me cree para mi en un cuento de hadas que escribí tomando chocolate en un rincón, y no era tu voz si no la psicofonía de un algo que quise escuchar para no volverme loca, para creer en ti, y no dejarte ir, en fin, para no sentirme tan sola.

Ayer me llamaba Eloisa, ahora me presento a los médicos como vacío, ya no tengo nada, ni pensamientos, ni ideas cuerdas, ni recuerdos lindos, soy una piel acomodada en el perchero , una piel que ya no lleva nada por dentro, soy un abrigo de huellas dactilares al que le gotean las ilusiones que quedaban coaguladas en algún resquicio de mi ultimo vagón, cuando viene la enfermera y me convence de que aquí ya no hay sillón, ni mesa, ni cama, solo la lúgubre y blanqueada pared que me impide escapar por las ventanas, el doctor me dice:

_Vacío, es que aquí no hay ventanas

_¿Y dónde esta él? _ le pregunto desesperada, hace un minuto vi su reflejo en el espejo y me abrazaba, sé que nunca estuvo, se que me vuelvo loca doctor, pero así quiero quedarme, si el está conmigo en el reflejo del espejo es ahí donde yo quiero quedarme.

El doctor me indica que no, no hay espejo, no lo hay, quizás lo hubo, en algún otro tiempo y lugar, del amor no hay que llenarse, decías tu, hay que vaciarse… y es por eso que hoy… yo ya no me llamo Eloisa, me llamo vacío.



miércoles, 1 de diciembre de 2010

10 MINUTA




A pesar de su insomnio… despertó de un largo coma. Habían pasado unos cuantos de años y al mirarse al espejo no reconoció a la tercera persona en singular que reflectaba… Perdido, llegó al inmenso salón donde como una isla en medio del Pacífico Sur, el náufrago encontró un piano. Exhausto arribó a su orilla parpando poco a poco y reconociendo cada una de sus notas en aquel curvilíneo rostro… con la misma naturalidad que se respira, se sentó y empezó a tocar una melodía que le manaba de los dedos  sin poder recordar el título…


Al fondo, una inmensa pantalla emitía canal Arte… imágenes de ciudades pulcramente barridas por seres invisibles… Apareció como un espectro de ultratumba… un edificio infectado por la viruela de la metralla y un chiquillo corriendo con un cachorro en sus manos… dejó de tocar, la última nota quedó suspensa en un Tempo infinito… un fiat 600 a modo de barricada y un par de garrafas de agua tiradas vertiendo el líquido elemento cerró el cuadro… recordó…10 minuta…10 minuta… 10 minuta…

http://www.youtube.com/watch?v=ppAn0LNU_V8


A Yuan




jueves, 25 de noviembre de 2010

ADIÓS NONINO




Abrió el amplio ventanal para que el aire viciado de toda una noche de párrafos sin fin y humo escapara hacia un cielo cubierto por un manto gris.


Una brisa seca y fría iba barriendo la estancia mientras un aria en alemán, acompañaba rítmicamente cada golpe de viento.

Salió al balcón a fumarse el enésimo cigarrillo… Observó las calles desiertas y con extrañeza miró inmediatamente su reloj… era demasiado temprano…era domingo… demasiados domingos… Exhaló una columna azulada de humo sintiéndose el último ser humano sobre la tierra y le invadió la paz que regala la certeza de saber que ahora los relojes son inútiles…

Con la última nota de la soprano, el efímero veneno desapareció de sus labios como el humo en la densa niebla… era domingo… demasiados domingos…

Por un instante quedó ausente… el mundo y el tiempo se pararon y la tierra, dejó de girar en su interminable vals cósmico… era demasiado temprano… era demasiado…

La aguja en el vinilo seguía arando surcos yermos de notas…el aria había terminado.


http://www.youtube.com/watch?v=QCmP4bEJfOg

sábado, 20 de noviembre de 2010

BALADA PARA UN LOCO

"...Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao,
no ves que va la luna rodando por Callao
y un coro de astronautas y niños con un vals
me baila alrededor...
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao,
yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste; vení, volá, sentí,
el loco berretín que tengo para vos.
Loco, loco, loco, cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré, con un poema
y un trombón, a desvelar tu corazón.
Loco, loco, loco, como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad, ya vas a ver..."



"Quereme así, piantao, piantao, piantao...
trepate a esta ternura de loco que hay en mí,
ponete esta peluca de alondra y volá, volá conmigo ya:
vení, quereme así piantao, piantao, piantao,
abrite los amores que vamos a intentar
la trágica locura total de revivir,
vení, volá, vení, tra...lala...lara..."

"Balada para un Loco" de Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla

http://www.youtube.com/watch?v=tPW0i-6MoY8





A veces, las palabras son demasiados pobres para expresar lo que la música con corcheas, fusas y blancas pueden transmitir... La Santa Locura, la Bendita Tristeza... la Humana Felicidad... No es Noviembre un mes dado a la exaltación de aquello que la Primavera presume, pero cualquier época del año es buena para Reir y Llorar... para Enamorarse y ser Abandonado... Cara y Cruz, Cruz y Cara... Aqui es Otoño, Allá Primavera... "todo es igual nada es mejor..." Del Tango proviene los mejores recuerdos, fuente de poesía , lirismo y noches canallas que la edad se encargará de cambiarlas por una pastilla para la tensión y nada de alcohol ni tabaco... Humo, somos Humo... un tercio de Tequila y dos tercios de Conversación...

Al menos quedará la Locura... substrato de años de Vida...Humo... no somos solo Humo...



Al Maestro Georges Perec...


martes, 16 de noviembre de 2010

ADAGIO FROM SPARTACUS




No tenía el atractivo de Kirk Douglas ni un Stanley Kubrick que lo dirigiera.


Su película duró algo más de 120 minutos, la sangre no era atrezzo y la democrática muerte se llevaba por delante a todos por igual. Un Wilson nervioso mandó a todo un ejercito para "tronarlo" pero como Julio Cesar, su fin estuvo en manos de cobarde que apuñalan por la espalda...

Dicen que un Johnny Depp será Pacho Villa en la nueva película de Kusturica... Emir no lo hagas, ni Almería es México ni Depp es Villa... Antonio Resines ya tiene el mostacho... y sus kilos si se lo propone...

Sangre, fuego, tierra y libertad... Al final tendrá razón Spinoza cuando sostenía que tu derechos llegaban hasta donde pudieras defenderlos... Lástima que siempre sea a Sangre y Fuego...

...Siglo XX Cambalache... Siglo XXI...?????????





viernes, 12 de noviembre de 2010

EL FARO DE MEDIANOCHE

Humo.

Huele a humo, humo fuerte de tabaco oscuro, justo ahora me pregunto ¿Cuándo y por que deje ese vicio? Ahora podría curar mis ansiedades…Por inercia pongo la estilográfica en la boca, _fijaciones orales, susurro ininteligiblemente para mi misma en la oscuridad, mi mano izquierda busca mi cuaderno, lo pongo sobre mis piernas y bajo la luz del faro se lee “libro de esperas” en el empastado, con la boca le saco el tapón a mi estilográfica, miro el cielo para contarle las estrellas de la espalda, cinco minutos mas… solo dale cinco minutos mas, el balcón esta vacio.

Ahhh como me duele el pecho, no se que es, si mi corazón con taquicardias recurrentes o mis pulmones que no alcanzan a llenarse de aire, no puedo pensar ni en moverme me pesa cada musculo del cuerpo mas que una tonelada, es como si una fuerza suprema ejerciera sobre mi un poder invisible que no me deja ni siquiera abrir los parpados. Cuanto he cambiado…pero nuestro faro sigue igual, por aquí los días pasan pero siempre son los mismos, cambia la gente, cambian los enamorados que se besan a media noche, pero el faro sigue ileso ante el paso del tiempo, con su balcón, ventanita de universo, extensión de mundo que quiere acercarse al infinito… eso fuiste para mi todo este tiempo mi nudo entre la tierra y el cielo. Lagrimas que caen desde mis ojos y hasta mi cuaderno ¿Por qué? ¿Por qué tenias que aparecer en mi vida si yo era feliz sin ti? le grito al viento y a la noche y al faro con todo mi esfuerzo, no hay respuesta no la hay y no la espero, me acomodo a la luz del faro y comienzo a escribir.

Hace seis meses 19 días y 5 minutos te conocí bajo este faro, debía ser muy bonito lo que veías, una mujer escribiendo bajo un faro a la media noche, no me quitabas los ojos de encima, te vi, del otro lado de la acera sentado en la banqueta viendo la gente pasar y a mí. De vez en cuando si pasaba un auto a toda velocidad te alborotaba el cabello y se veía el reflejo de tus gafas sobre tus ojos, entonces te acomodabas el pelo largo por detrás de las orejas, nos quedamos largo rato mirándonos, sonriéndonos de vez en cuando, me traspasaba tu mirada etérea, cuando la miraba, me sentía como aquella primera vez en que me subí a una bicicleta… algo nuevo y maravilloso que me llevaba de un lugar a otro, no se cuanto tiempo pasamos viéndonos todos los días por la noche bajo el resplandor celestino del faro y las estrellas sin dirigirnos una sola palabra, se hablaban nuestras miradas y se descubrían a media luz, eras transparente, y así me empezaste amar , nos comimos la ciudad entera juntos con sabor de besos y caricias y entre cada callejón, pero siempre regresamos al faro, donde por la noche te despedías de mi y me veías alejarme por la calle rumbo a mi hogar, luego te convertiste en mi hogar, en mi bosque, en mi desierto y mi bahía mi único lugar para naufragar, te quise mas que a mi propia vida y hasta el día de hoy jure que nunca te iba amar, decirte te amo significaba que no podía quererte mas, y ese cariño parecía no tener limites.

Hasta que un día descubriste esa otra mirada bajo el faro, y empecé a acumular el peso de las cosas, me pesaba el hogar, el bosque, me pesaba el desierto y la bahía, me pesaban las estrellas y el faro, empezaron a pesarme los besos acumulados en los labios y mis manos ya no se movían de tan pesadas que estaban de caricias, te fuiste, me ignoraste, me aventaste, me quede esperándote bajo el faro y ya no venias, así empezaron a pesarme las heridas al punto en que no salía de mi cama por que no lograba moverme, así empezaron a pesarme las lagrimas al punto en que ya no podía llorar por que tenia los lagrimales hastiados de llanto.

No se como llegue aquí, pero si se que vine a despedirme, a suicidar mis pensamientos y aventarlos al infinito, que se consuman en el faro, que se pierdan en el tiempo serán solo pensamientos por que los sentimientos los asesinaste tu. Una ultima mirada a la hoja escrita, no hay vuelta atrás, la arranco, la aprieto con mi puño y se la aviento al faro.

Mientras me alejo por la calle me siento bastante más ligera. Tal como pensé, me sobraba el corazón.

BREVE TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN

Peleamos por un mundo perfecto, un mundo en que desaparezca por fin cualquier tipo de enfrentamiento y todo se consiga sin esfuerzo, un mundo en el que por fin podamos dedicarnos únicamente a expresarnos libremente, pero un mundo en el que desgraciadamente, no nos escucharemos los unos a los otros. Todos seremos dioses. Pero si todos somos dioses ¿quién nos adorará?¿A quién adoraremos nosotros?

jueves, 11 de noviembre de 2010

ADULTO EXTRANJERO





Tchaikovsky se enfada conmingo cuando cedo el piano a Prokofiev. Hoy es jueves, para un hombre sin memoria cada día se convierte en una vida, cada vida en un instante. Intento recordar y me asaltan imagenes de las calles de Malasaña, de tequilas kamikazes con Lino y su amigo mexicano, conversaciones que forjan la Historia... "yo estuve en la carcel de Oaxaca..."...


Hoy es jueves, aquello pasó hace ya demasiado... varios instantes... varias vidas...

Leo "Adulto Extranjero"... y de repente me asaltan recuerdos en vivos colores de un pasado que jamás he olvidado...cada palabra, cada gesto... cada rostro... lo reconozco... te reconozco...

Hoy es jueves, en el instante que pierda toda mi memoria, el único vínculo con mi persona será reconocer a través de los libros a quienes jamás olvidaré... Adulto Extranjero...



LÓPEZ-VEGA, Martín. Adulto Extranjero. Barcelona: DVD Ediciones, 2010. 78 pag.
ISBN: 978-84-92975-07-5


domingo, 31 de octubre de 2010

CARICIAS

Se llamaba A. La primera vez que lo vi no dudé y le dije:

- Que nombre tan bonito.

Él era extranjero y me gustaban mucho más sus ojos azules que se confundían con el cielo cada vez que volteaba verlo hacia arriba, En la segunda cita me besó. Fue bello aunque no mágico. Cuando se acercó y puso sus labios sobre los míos, cerré los ojos en silencio, rogando que fuera mi oportunidad de volver acariciar y ser acariciada. Entonces supe que ya no estaba sola pero, al mismo tiempo, me sentía más sola que nunca.

Por supuesto que la historia no duró demasiado. Aunque lo quería, era sólo eso. Un sano sentimiento.
Tome la decisión cuando me preguntó algo que no dejaba margen a la duda:
-¿Me vas a querer eternamente?
-¿Y que es eternamente?, interrogué.
-Que vas a quererme siempre.

Primero el silencio. Después los reclamos. Al final, el adiós.

Cómo prometerle amor cuando pensaba en otros labios. En el hombre de mis sueños. Cuando soñaba con que me acariciara los senos por encima de la camisa. Cuando pensaba en sus manos, grandes, que se amoldaban a la perfección a los pliegues de mi cuerpo. Como si hubieran sido hechas para eso.

Desde la primera vez que lo vi me estorbaron los kilómetros de ropa que nos distanciaban, también fue el momento en que supe que mis manos querían recorrer solo los kilómetros de su piel con caricias, oración del cuerpo, y con besos, ¿con besos qué?.

.

F. tenia 28 años, castaño y de ojos oscuros. Vivía en Granada a miles de kilómetros de mí, aun así coincidíamos todas las tardes- noches en el universo paralelo del internet, primero con platicas sutiles sobre los versos que se deshacen en el cuerpo, los gemidos porno-ortográficos que se salen del corazón al paso de la eyaculación premeditada de las letras. Y así fue como durante una hora, mientras sus padres no estaban, casi al terminar el día, sin ruido y con los últimos rayos de luz, F. acomodaba la palma de su mano sobre mi vientre que estaba mojado, y no eran sus manos precisamente, eran las mías.

Yo tocaba, pero él no, y entonces mi cuerpo se limitaba a ser el refugio de mis propios tentáculos, todas las caricias, las imaginables y las inimaginables se volvieron obligatorias, F. me acariciaba con el viento, con levedad, de forma inesperada y por todos lados usando mis dedos como instrumento. Besando una almohada aprendí a besarlo y acariciándome aprendí a sentir. Hasta que sus caricias a la distancia que me daba con mis manos se convirtieron en un sello indeleble dulce, amargo, inocente, apasionado y fugaz.

.

Desde entonces ninguna caricia paso sobre mi piel por que mi cuerpo se acostumbro a F., que me acariciaba con mis propias manos: ya antes me habían acariciado, con caricias de lengua, caricias de labios, caricias con ruido, caricias destinadas a estremecer, caricias por compromiso, caricias de despedida y caricias solo caricias, pero, caricias inolvidables solo las de F. amándome a lo lejos.

F. que tanto ha acariciado, F. que me ha enseñado, sabe mejor que yo que hasta los huesos, sólo calan las caricias, que aun no me ha dado.

Por qué a pesar del paso del tiempo y de las distancias, de mi vida y de su vida, es su beso y su caricia lo que yo sigo esperando.
                                                                      Un cuento de Nataly Benhumea.
Gracias desde el reino de Hamlet...

martes, 26 de octubre de 2010

MURMURAN QUE STENDHAL ES UNA DE ESAS CIGÜEÑAS...

Conforme me acerco a la ciudad, son más y más las personas que me hablan de ella. De hecho, me atrevería a decir que en cada hospedería o posada en la que voy pernoctando no se habla de otra cosa. Y así, mi curiosidad, azuzada por tantos y tan variados elogios va creciendo en mi interior. Devoro entonces las leguas con ansia, espoleando al jaco al límite de sus fuerzas. Apenas me detengo ya en las fondas, solo lo justo para beber un poco de vino, comer algo de queso y refrescar mi quebrantada montura. Por supuesto, continúo escuchando con avidez todo cuanto me cuentan sobre ella. Da igual que quién se dirija a mí sea un hidalgo, un tabernero o un simple labriego. Me sorprende cómo la sola mención de su imagen los transforma a todos en ilustres poetas, convirtiendo sus toscas y rudas palabras, en una furiosa avalancha de adjetivos, suspiros y grandilocuente castellano.”¿Pero de verdad es tan hermosa?”, pregunto a todo aquel que me platica sobre ella de manera tan desatada. Y todos me responden con la misma mirada perdida y las mismas palabras encendidas. Desde hace días no tengo ya dudas sobre las historias de esos extraños. En verdad ha de ser sublime aquella de quién murmuran, por cuando encuentro en mi trayecto que todo aquel que la ha contemplado tiene ahora el alma partida y la mente disminuida. He de reconocer, que yo mismo, sin haberla avistado todavía, empiezo a notar como crece dentro de mí,cierto barrunto de deseo, cierto mariposeo de tripas que casi me atrevo a llamar amor. 

Tras varias jornadas impelido por unas prisas repentinas y rozando la angustia, llego a la villa donde sé que he de encontrar mi dicha: Palencia, año del señor de 1481. Venía aquí por humanos temas terrenales; disputas de tierras, reconocimiento de títulos y el regateo con algunos comerciantes judíos a la espera de recuperar ciertos reales de a ocho que de un tiempo a esta parte venían faltando de mi maltrecha saca. Pero ahora, a las puertas de esta ciudad, apenas puedo pensar ya en eso. Ahora sólo quiero verla a ella. A la dueña de los sueños y los anhelos que han ido creciendo en mí a lo largo del viaje. A ese pedazo de paraíso erigido sobre la tierra. Dejo atada mi montura, que hasta de mi jamelgo tengo celos, y nada más cruzar el puente que sortea el río Carrión me pongo a buscarla como un poseso. No me atrevo a preguntar a alguien, no vaya a ser que note mi ansiedad y se ofrezca acompañarme en la búsqueda. La quiero para mí solo. Atravieso con el alma en vilo estrechas callejuelas, espero el impacto de su presencia al doblar cada esquina. “Sabrás que es ella nada más verla”, me han dicho todos, y esas palabras son mi única guía en esta demanda desesperada.

¡Y por fin la encuentro! Al salir del corral de Gil Fuentes casi caigo de rodillas a sus pies. Es la hora punta de mercadeo en la plaza Inmaculada, bullicio tremendo de comerciantes y mercaderes, de compradores, vagabundos y tunantes, pero entre tanto ajetreo, allí esta ella, plantada en medio de todos, ajena al vocerío y al intercambio de miserias humanas. Sobrevuela impávida la marabunta de medianías con una hermosura divina, con una mirada altiva, alzando al cielo su beldad blanca, fría e inalterable. Es tremendo el pasmo que siento al tenerla por fin tan cerca. Me escabullo dentro de una cancela e intento allí recuperar la vida que parece quiere escurrírseme por la boca. De repente me falta el aliento y me flojean las piernas. Las gentes que me hablaron de ella no mentían. Realmente es muy hermosa. Casi me duele la multitud que discurre alrededor de ella sin reparar en tamaño milagro. No sé cuantas horas permanezco escondido en la cancela, al resguardo de las sombras, temblando de amor y de deseo. Oscurece el cielo, las gentes del mercado ya se han esfumado, cuando me atrevo otra vez a asomar la cabeza por la puerta. Y por supuesto, allí sigue ella todavía. Son las horas de la tarde y la quietud, cuando comienza su perfil a imperar y a engrandecerse, a apoderarse con su presencia de toda la plaza, y casi me atrevería a decir que de toda la ciudad. Descubro también con una mirada fugaz que hay otras sombras al acecho. Intuyo que otros amantes están apostados tras los portones, armándose de valor y esperando el mejor momento para acercarse a ella. Es inevitable la lucha. Tan divino premio exigirá grandes dotes de valor e ingenio para obtenerlo. También me contaron durante el viaje, que han sido muchos los jóvenes que se han batido en duelo por ella, muchas las espadas que se han quebrado por conquistar su atención, cientos las dagas que se han enfrentado al ansía rival. A su vez, me han relatado que nadie aún ha sido capaz de obtener de ella el más mínimo de los guiños. Su talle frágil nunca se ha torcido en señal de respeto ante quiénes la han pretendido. Esa es mi esperanza, y la de todos los que la acechan desde los rincones de la plaza. Pero he de ser yo quién consiga quebrar su altivez y conquiste por fin una señal de su consentimiento, aunque no haya sido el primero de los amantes que han pretendido a la “bella desconocida”...

continuará... aunque no sé cómo... 
Cuento dedicado a la ciudad de Palencia y a su bella desconocida...


MURMURAN QUE STENDHAL ES UNA DE ESAS CIGÜEÑAS…

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sábado, 23 de octubre de 2010




A veces el Silencio dice más que las palabras.

A veces la Música más que el Silencio.

Palabras, Silencio y Música.

Falta la imagen... la Imagen...

Imagen, Palabra, Silencio y Música... los cuatro elementos que durante dos años hemos utilizado con mayor o menor acierto en este rincón del Universo. Hoy los cuatro variopintos personajes están en Silencio, la Palabra escondida, la Imagen en la sombra y la Música... esa nunca deja de sonar...

Pronto, muy pronto los Corazones volverán a latir y las palabras surgirán con esa necesidad que dá estar Vivos.

Como el ave Fenix, de las cenizas de corazones rotos nacerá la Palabra, la Imagen y el Silencio descansará... la Música... esa nunca deja de sonar...

martes, 5 de octubre de 2010

ES SENCILLO PARTICIPAR EN LOS DUELOS

¿Qué quieres colaborar con nosotros? Por supuesto, uno de los propósitos de este rinconcito literario es que cuántos más seamos mejor, así, entre mucha gente, nuestra mediocridad pasará desapercibida, je je. La idea es continuar con los duelos literarios; a saber, cada semana, que alguien proponga un tema (una frase, una imagen, una palabra, un objeto, cualquier locura) y sobre esa idea, escribir un cuento siguiendo unas normas muy sencillas: debe ser escrito en una semana, y con una extensión no superior a un folio, y por supuesto, en algún momento, debe aparecer el tema propuesto... Sencillo ¿no? Por el mero hecho de crear nuevos cuentos, de disfurtar del ancestral y profundo acto de escribir, y de compartir entre unos y otros esas vivencias. Y repito, cualquier persona está invitada a dejar en este rinconcito sus cuentos, relatos, poemas, pensamientos, lo que sea... los temas son abiertos, se respetan todas las opiniones, no vamos a ser nosotros los que le pongan verjas a la literatura, todo lo contrario...

Si quieres enviarnos algo, lo que sea, puedes dejarlo en esta dirección de correo:
tresmasqueperros@hotmail.com

O puedes ponerte en contacto con alguna de las cabezas malapensantes Cris, Javi, Goran o Julián, dejando algún comentario en alguno de los textos o en el foro del mismo blog....

Y os dejamos ya, que esto de dar explicaciones se nos da muy mal. Escribir por escribir, que es lo que importa... Venga agarrar fuerte vuestras plumas y atreveros a participar en estos duelos...

Un saludo a todos lo malditos escribanos...

martes, 7 de septiembre de 2010

PODWÓJNE ZYCIE WERONIKI. (La doble vida de Weronika)

Golpea con sus tibios nudillos en la madera carcomida y después echa a correr. Es tan rápido su instinto que nunca le da tiempo de comprobar sí desde el otro lado de la puerta la bruja ha respondido a su llamada. Durante unos segundos sólo escuchará el eco de sus pasos alejándose del viejo caserón abandonado, y el rumor de las risas nerviosas y cómplices de sus amigos, que empiezan a asomar sus cabezas por las esquinas, por las cancelas, de detrás de las tapias, y que pasados unos segundos echan a correr tras ella, arropando su huida diaria. Para Weronika y el resto de los chiquillos, ese enorme caserón, con el techo hundido a punto de venirse abajo por el peso del tiempo, sin ventanas y con sus paredes recubiertas en igual proporción de pintadas y de esconchones, es en realidad el edificio más enigmático y a la vez cautivador de cuantos se levantan en el pueblo. Sobre la puerta, fijado con remaches, en una placa metálica, aparece dibujada una tétrica calavera. Y debajo de ella, un aviso: NO PASAR. PELIGRO DE DERRUMBE.

Todos sabemos lo rápido que se dispara la imaginación de los niños, y los caminos tan retorcidos y sorprendentes que esa imaginación puede tomar; aunque de igual modo, esa fantasía desatada suele tener un pie en la tierra, una base mundana que sus mentes incipientes comienzan rápido a remodelar. Para los niños del pueblo, esa calavera sombría, es el aviso, es la rúbrica, de que en ese caserío se esconde una bruja. Unos a otros se contagian su ilusión y sus temores, pronto entre la chiquillería arraiga la convicción de que tras esa puerta apuntalada, tras ese letrero fronterizo, tras esa advertencia de las madres “niñanoteacerquesahí” esa bruja juega en su marmita con el espacio y el tiempo, coge pedazos de lo uno y de lo otro, los troncha, los desmiga, los desmenuza y los mezcla bien con un enorme cucharón. Se puebla ese caldo al momento con los seres más extraordinarios, surgiendo así, casi al instante, los mundos más increíbles. Unos mundos que a los chiquillos les gustaría corretear.

Por eso, todas las mañanas los niños al salir de la escuela, dan un largo rodeo para rondar por el vetusto caserón. Quieren vigilar también esta tarde, si será Weronika de nuevo capaz de llegar hasta la puerta y llamar para comprobar si está la bruja dentro.

*                                  *                            *                                *

Vemos a Weronika muchos años después, una Weronika ya mujer, una mujer hermosa, de larga melena rubia y ojos claros, como nuevos pórticos, que esconden renovados mundos prodigiosos. Reposa su cabeza en este momento sobre el cuerpo de Alexandre. Acaban de hacer el amor, y Weronika, relajada, abatida nuevamente por el placer, deja mecer su rostro por la ligera cadencia de la respiración de él. Comprobamos que Weronika nada tiene que ver con la niña que antaño llamaba a una puerta, todos su rasgos a medio terminar, todas sus curvas infantiles, todos los rincones cándidos y latentes de su cuerpo, se han alargado y se han ido abultando de madurez y deseo. Sin embargo le ha quedado a Weronika un poso, una rémora, un hábito de esos primeros años vividos en el pueblo. Weronika acerca su mano al torso de su amante, alza su mirada buscando su complicidad, y tamborilea con sus dedos varias veces sobre el pecho de él. Es un gesto tenue, ligero, cariñoso, casi imperceptible, que siempre repite y al que Alexandre ya se ha acostumbrado pero que sigue sin comprender. No escucha Alexandre, no se percata, que Weronika está llamando a las puertas de su corazón. Quiere Weronika ver qué se esconde detrás de su piel, de esa piel que tanto le gusta recorrer y que ya se ha aprendido de memoria, pero que sigue resultando, en cierto modo, recóndita e infranqueable. Se imagina Weronika nuevamente mundos maravillosos a escasos centímetros bajo su mejilla y sus dedos.

Aunque nuevamente deberá huir tras su llamada, sin tiempo para esperar la respuesta. Deben vestirse rápido, deshacer su encuentro, porque dentro de pocas horas, será otro el cuerpo que ocupe esa cama, otro el torso sobre el que Weronika apoyará su rostro saciado, será también otro el corazón al que Weronika estará llamando, y otra piel la que estará sobrevolando.

*                        *                           *                               *

Quisiera a su vez, y ahora volvemos al pasado, la niña Weronika de tres años, en su impaciencia y primera intuición de bruma, que la mujer futura que será, viniese algún día desde sus logros y le cogiese de la mano, le llevase a pasear por las calles del pueblo, la colocase delante de las puertas adecuadas y le explicase qué puede encontrar detrás de ellas, ante cuáles merece la pena detenerse y ante cuáles no. Anhela la niña Weronika comenzar a vivir sin miedos y no errar nunca en los pasos que vaya dando.

Nunca llegó, sin embargo, la intuición o la visita de la mujer que será, y nunca esperó la chiquilla Weronika a que la bruja le abriese la puerta. Está por eso, Weronika adulta, Weronika mujer, Weronika abocada a la búsqueda y la huida, determinada a llamar siempre a las puertas de todos los corazones con los que se cruce, a escrutar minuciosamente las pieles, los gemidos y los sollozos con los que se vaya encontrando para adivinar qué hombres los habitan.

lunes, 30 de agosto de 2010

EL FORJADOR DE OASIS

Goran, natural de Sarajevo y sietemesino, piensa un día que lleva toda su vida huyendo. Su nacimiento prematuro: una primera fuga del vientre materno, el cual nada más abandonar de nalgas, ya estaba echando de menos. Por eso lloró, como lloramos todos, nada más nacer. Y así continuó el resto de su vida. Goran, culo inquieto, abandonaba sin llegar a conocerlas, las ciudades por las que pasaba, para transcurrido un tiempo, desde la distancia, recordarlas como rincones exóticos, místicos, perfectos, a los que se cree está condenado a no volver. Goran, enjuto, pasilargo y con perfil de viento, nunca supo de que iba huyendo. A ratos se creyó cobarde, agachaba las orejas y saltaba por la ventana a la más mínima señal de contienda. Pero no, Goran sabía que no era un pusilánime. Por momentos se sintió Goran asediado por los remordimientos. ¿Remordimientos de qué? Si en su prisa, Goran, nunca tuvo tiempo de cometer errores, de quebrar corazones o de sembrar querellas.

Nadie en realidad supo quién fue Goran. Acaso lo recuerdan como una sombra fugaz que apenas levantó una nube de polvo al salir corriendo. Que fue Goran pura humareda.

Pasaron los años y la espalda de Goran se curvó, como queriendo su cuerpo doblarse en una última y agónica búsqueda de sí mismo, abrumado sin saber por qué. Todo lo que le rodeó, fue para él puro lastre, puro cerco, puro desconcierto. Los caminos por los que transitaba se hicieron infinitos, las personas con las que se cruzó, insondables, los pensamientos que todo esto le acarreó, volátiles. A todo lo que Goran osaba acercarse, de repente aumentaba de tamaño, se hacía inabarcable. Se desesperaba al recordar las calles de su Sarajevo natal. Mil mañanas las recorrió y nunca fue capaz de atraparlas en su memoria. Cada mañana se inventaban esas calles nuevas aceras que transitar, nuevos escaparates en los que reflejarse, nuevas farolas que alargaban las sombras, y sobretodo, nuevos transeúntes con rostros austeros y enfermizos. Rememoró también Goran las mujeres que amó a lo largo de su vida. Las volvió a materializar entre sus manos, volvió a acariciarlas, y volvió a sentir como sus pieles se tornaron elásticas, el tacto cambiante y huidizo al encontrarse con su búsqueda. En cada mujer que amó, no encontró Goran uno, sino miles de cuerpos ajenos que eran como mil mundos que no dejaban de crecer entre sus brazos, de inventarse una nueva orografía de senos, caderas, labios y miradas. Nuevos milagros que a su vez se esforzó en amar, pero que se fueron diluyendo entre sus labios y le dejaron el corazón exhausto.

Goran fue en sus primeros días pura ansia, pura inquietud, pura búsqueda. Goran nunca huía, Goran indagaba.

Goran está sentado ahora a la orilla del mar. Cuestiona un abordaje de utopías. Se siente cansado pero no puede evitar el asedio de los sueños. Quisiera ser un hombre sencillo, carente de todo misterio, pero no sabe cómo serlo. No sabe Goran porqué nació con la maldición de poseer un espíritu presuroso y zozobrante, ajeno a una patria voluble de días raquíticos y noches miserables. Agotado, en la orilla del mar, todavía se pregunta Goran cómo atrapar con sus manos toda la arena de la playa, o cuántas son las olas que se desprenden a cada instante de este mar Adriático.

No sabe Goran cómo comprender la vida y todo lo que hay en ella.

jueves, 19 de agosto de 2010

hey ho let's go



Siguiendo la estela de mi querido y borracho amigo Goran hago un homenaje a los Ramones, ah ¡ por cierto Goran , no vayas a Canada… el tabaco es carísimo…23€, aunque con lo mafioso que eres el dinero nunca será un problema para ti.


Se puede ser un gilipollas al estilo Goran Zelic o un gilipollas al estilo Zelic Goran… conocí a mi beodo amigo cuando colgó los hábitos de bibliotecario (bueno no todos, siguió conservando su amor por la botella y cierto retraso mental), luego desapareció… lo volví a encontrar años después en calidad de maestro Jedi. Se había dejado la barba y una barriga de 20 kilos, por motivos de salud había cambiado “el Celta sin boquilla” por la marihuana ecológica… reciclaba antes de tirar la basura metiéndolo todo en la misma bolsa… creo que no había entendido bien el concepto…

Su conversión mística sucedió a través de una silla (eso decía él ) un día cuando estaba intoxicado por unos medicamentos caducados (nota: revisen sus botiquines cada seis meses, por favor)… vio la luz (más bien el recibo de la compañía eléctrica) y encontró el verdadero significado de la Vida…como maestro Jedi, su misión era la de sermonear a cualquier que le dirigiera la palabra, bien para preguntarle la hora o la localización de una dirección… Sus extrañas teorías podían oscilar desde la creación del Universo hasta como hacer una tortilla española de 18 huevos sin dejarla cruda por dentro. Un día, cuando se le pasó el efecto de aquellos medicamentos caducados, pasó de nuevo por el lugar donde encontró el significado de la vida y zas…¡ aquella desvencijada casa había desaparecido en pos de un gran centro comercial… pobre Zelic… tras la primera conmoción, empleó su técnica Jedi y logró sacar una conclusión vital : La vida era como una caja de bombones…(perdón, eso es de la película Forrest Gump)…La Vida era como una silla solitaria en una casa medio derruida, nunca se sabe cuando vá a desaparecer…o algo así.

 
Dedicado a Cris.