martes, 24 de junio de 2014

Una habitación sin vistas








Todo está en calma. En la calle, la luz del mediodía es cegadora. Apenas nadie transita salvo algún gato que con paso lento se resguarda del intenso calor colándose por alguna rendija abierta. Como párpados cerrados por una siesta obligada, las esterillas de esparto caen pesadamente por ventanas y balcones protegiendo las blancas casas del ambiente inflamado del verano meridional. Dentro, la vida baja los latidos de seres sudorosos y lánguidos. Todo está en calma. La oscuridad artificial de tupidas cortinas y persianas arriadas es rota por respiraciones acompasadas, por pequeños rayos de luz blanquecina que se cuelan por debajo de puertas y el leve movimiento de una brisa ardiente que mece el contoneo sensual de suaves visillos. Silencio. Todo está en calma.



lunes, 23 de junio de 2014

El espejo



 
 
Cuando viajamos dejamos de ser nosotros mismos para convertirnos en un extraño que conocemos bien. Cada viaje es el encuentro con ese “otro” que en nuestra vida diaria no dejamos que salga. Utilizamos una lengua distinta a la que usamos para pedir un café antes de entrar al trabajo. Nuestros oídos escuchan idiomas que tratamos de traducir y que nuestra mente intenta hacer inteligible con una familiaridad inexacta.
Cuando viajamos solos, observamos y reflexionamos más que en nuestra cotidianidad. Nos sentamos en un café, pedimos un refrigerio mientras nos convertimos en una cámara que capta cada gesto de los transeúntes, cada detalle de los edificios, la tonalidad de la luz que se refleja en las aceras... y nuestra mente , va traduciendo esas sensaciones que nos genera abstractos pensamientos sobre la vida que pasa antes nosotros, sin llegar a conclusión alguna. Nos sentimos distintos, somos distintos.
Volvemos a casa. Todo sigue igual pero algo ha cambiado. Regresamos a un mundo que reconocemos pero ahora sentimos que nos pertenece menos. Los amigos, compañeros de trabajo o la familia los vemos distintos. Nuestra forma de mirar a cambiado. No sabemos poner un adjetivo, un substantivo o quizás un verbo para explicar todo ello pero... no somos los mismos.

Cuando viajamos... los espejos se deforman.


viernes, 20 de junio de 2014

Hoy es un día histórico y yo con estos pelos

 
 
 
 
 
 



Para un mundo sin esperanza hasta el más imbécil puede ser el Mesías” Goran Zelic


La caída del muro de Berlín me cogió escuchando la radio por la noche cuando preparaba un examen de filosofía de 3º de BUP mientras me ponía hasta arriba de café instantáneo... lo suspendí. Unos años más tarde, el bombardeo de Bagdad en 1991 , también de noche, preparando uno de matemáticas, sólo recuerdo a Hermida moviendo la cabeza... sobra decir que... lo suspendí. Lo de las Torres Gemelas, recién levantado de una siesta cuando hacía los exámenes de septiembre en la Universidad... los aprobé... pero eso fue porque el nivel de la educación en España había caído tanto como para aprobar a un tipo como yo... La muerte de Lola Flores en el descanso de un curso de fabricación de calzados y hoy , la proclamación de Felipe nº 6, cortándome las uñas de los pies que las tenía como cáscaras de mejillones.

Nunca sé como actuar en un día histórico. En mi comunión, me calzaron unos zapatos pequeños y jamás he llorado de dolor como aquel día y encima me hicieron leer no sé que de un libro gordo... tartamudeé tanto que parecía que estaba hablando desde un móvil sin cobertura, supongo que la tecnología en micrófonos de entonces me ayudó a no parecer tan retrasado mental como era... y para rematar el pantalón que me “fabricaron” (porque estaba gordo como el Piraña de Verano Azul) me quedaba pequeño y apenas podía respirar. En la fotografía de la orla que tenía que perpetuar mi paso por las “altas instancias del conocimiento” resulta que la noche antes me pasé con el ribeiro en una fiesta de gallegos... me levantaron y casi en volandas, me llevaron a hacerme una foto para la posteridad. Tal acto humanitario escondía egoísmo puro por parte de mis compis porque era el que tenía “la camisa blanca” que nos fuimos encasquetando uno a uno para la foto... las ojeras de resaca y una perilla a lo “ángel del infierno” me ayudo mucho en el futuro para conseguir un empleo nocturno en condiciones de semi-esclavitud.

Viendo las imágenes de la recepción de Felipe nº 6 ( si pusiera VI , parecería que hablo de una botella de brandy) me recuerda la vez que me tocó ir a una recepción el 12 de octubre a la embajada de España en Roma. Por falta de costumbre o ignorancia en estos menesteres, mi vestuario consistía en varios pantalones vaqueros con agujeros por el uso (no por moda), tres camisas de la cuales dos parecían que se las había robado a un hawaino y la tercera en discordia tenía una enorme mancha de lejía. Un compi de entonces , cuyas cualidades no entraban el gusto por la ropa, me dejó una chaqueta de color verde radiactivo y unos pantalones marrones que me estaban enorme y cuya posición era más bien sobaquera , a lo Julián Muñoz ... parecía un kiwi a medio comer... Así, aquel kiwi desconociendo a que iba se encontró con una cola como la del metro para dar la mano a veintes personas. Mis nervios se transformó en un guiño de colega cada vez que estrechaba la mano, hasta que llegué al último de la fila que se suponía que era el embajador pero parecía un clik de Famobil. El resto es historia... los honorables del lugar se abalanzaron al jamón, a la tortilla y al vino... el kiwi se dedicó a beber gintonic y dulces que fue lo que dejaron las altas instancias institucionales después de arrasar con las cosas buenas.

Otro día os contaré la incompatibilidad de beber demasiado limoncelo casero y presentar una entrega de premios.