lunes, 28 de octubre de 2013

Luz de invierno

 
 
 
 
 
 
 
En una mesa donde se mezclan una underwood desmontada en proceso de reparación, un destornillador, tres botellas vacías de cervezas ejerciendo de cenicero, papeles y más papeles, un abrecarta con forma de Tizona, un paquete de cigarrillos en vías de extinción, Gabirol y Spinoza comparten rascacielos de libros con Martín que vive en el ático.
Es un edificio bien avenido. De vez en cuando, Steinbeck sube a visitar a Martín y mantienen largas conversaciones sobre cualquier cosa menos de las imágenes polisèmicas de Alterman o Penn. Guri ya no se habla con estos dos desde que dejaron de pagar la cuota de la comunidad hace tiempo...
Una baraja de cartas del Luxor de Las Vegas sigue tentándome a ver si me animo a cambiar la rotativa de prensa por un programa nocturno para engañar a desesperados por la Crisis...
El pequeño diccionario de inglés de tapas “verde alemán” comparte VPO con uno de lengua española... se llevan bien... nadie los molesta... Un sentido a la Vida de Saint Exupèry saluda todas las mañanas a su vecino del 1º Andric, empeñado que el Drina no se desborde y se lleve por delante el Puente...demasiado tarde Ivo... ya se lo cargaron en los noventa...
Es otoño y su luz menguante hace que la lámpara de pie del Ikea ayude a iluminar las miles de palabras que se resguardan de mi indiferencia en cada apartamento. Miro por el RETROVISOR y reflexiono... quizás no sea otoño... quizás en la habitación donde sobreviven mis vecinos haya demasiada luz, demasiada intensidad... quizás haya luz de invierno... quizás todos estos años mi memoria no haya conseguido interpretarles adecuadamente, otorgándoles la luminosidad precisa...
Unamuno me hace señas desde su sentimiento trágico de la vida. Le observo por unos instantes, y le digo Adiós con la mano... demasiada cultura judeo-cristiana para estas alturas de la vida. Termino un cigarrillo y mi última cerveza fría.
Pongo un disco.... Euforia...me abro una guinness...selecciono Oxalà y brindo por mi vecino Martín y sonrío... sonrío como lo haría él desde su ático a miles de kilómetros de distancia si escuchara cualquier canción que le recordara... pensándolo bien... quizás... hubiera preferido A Naifa... y vuelvo a sonreir.