jueves, 17 de febrero de 2011

EL VENTILADOR

“…Por más que haya leído a Ho Chi Minh en versión original, que haya traducido a Marx, que me haya entregado al análisis de “Libro Rojo”, que haya transcrito a Lenin, no he podido superar aquellas conclusiones de mis cinco años.


Aperas acababa de pisar territorio rojo, ni siquiera había abandonado el aeropuerto, y ya había comprendido: “Un país comunista es un país en el que hay ventiladores”

En el aeropuerto de Pekín, cuando me di de bruces contra un manojo de ventiladores, aquella verdad me impactó con la inexplicable evidencia de las revelaciones. Aquellas extrañas flores, de pivotante y enjaulada corola, sólo podían ser el indicio de un medio insólito.

En Japón, de donde venía, había aire acondicionado. No recordaba haber visto semejantes vegetales plastificados. No digo que no haya ventiladores en los países no comunistas, pero resultan insignificantes. El ventilador es al comunismo lo que el epíteto es a Homero: Homero no es el único escritor del mundo que utiliza epítetos. Pero a través de su pluma es cuando los epítetos adquieren todo su sentido….”

El sabotaje amoroso, Amèlie Nothomb


Este parrafo nos lo recomienda Laura Fresneda (Lauri, que apellidos más serios tiene, je je). Creo que es la primera vez que hago en este blog algo parecido, normalmente sólo colamos colaboraciones y demás desvaríos de la gente que se tropieza con nosotros y se anima a enviarnos algo... Laura es una de esas personajillas, podeís encontrar más cosas de ella en http://filosofiadegarrafa.blogspot.com/ 
Además, la escritora que nos menciona es Amèlie Nothomb, particularmente unos de mis descubrimientos literarios de el año pasado. ¡¡¡Me hizo pasar tres noches maravillosas y alguna que otra tarde de locura!!!Una escritora que me encanta compartir con todo aquel que se interese un poco por la literatura, que suele gustar a todo el mundo y que acaba creando bolas de nieve literarias que arrasan con el alma de todo aquel que se acerca a ella. En fin, Laura, un saludo y gracias por tu apoyo...

martes, 15 de febrero de 2011

Esto saldra antes del leer mas Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas

EL VUELO DEL GLOBO ROJO

Como llego tarde al trabajo aprieto el paso. La lluvia que se empeña en no cesar, y el cielo gris que amenaza con venirse abajo e inundarlo todo, mientras yo continúo dándole vueltas al encuentro con el loco fallido ¿!... Cuando de repente una vocecilla me saca del ensimismamiento. Vuelvo a alzar la vista intentando prever qué me encontraré esta vez. Y lo que descubro es a una niña perdida en un bosque de marujas, piernas y bolsos de la compra. La niña parece aburrida, ignorada por la marabunta de mujeronas titánicas que la rodean. Pero lo que acapara inmediatamente mi atención es el enorme globo atado a un cordel que la niña arrastra por el suelo. Parece un milagro que aún no haya estallado, pisoteado por alguna zarpa de las mujeres que lo asedian o por los repetidos botes que da contra el suelo. La niña, a ratos, golpea con la puntera de su zapato el globo rojo, pero este, ajeno a su condición se empeña en precipitarse contra el suelo una y otra vez. Parece una batalla perdida, que la niña continúa simplemente por inercia. En este desierto mustio en que se ha convertido el día de hoy, esa esfera roja es todo un arañazo de luz, un oasis de color, del que sin embargo, excepto la niña y yo nadie parece percatarse. Cuando estoy ya a una distancia prudente, casi sin pensar, le doy un ligero puntapié al globo. Patada leve pero que sin embargo alza el liviano globo a una altura considerable, casi al límite de lo que le permite el cordel, muy por encima de la cabeza de la chiquilla. La niña, no se había dado cuenta de mi presencia, y sorprendida, mira intermitentemente hacía el globo y hacía mí, alternando gestos de alegría y de recelo. Noto que me escruta con una mirada profunda. Pienso que para los niños, los adultos somos seres extraños, extranjeros en una tierra perdida a los que cuesta comprender y devolver la confianza. Por eso, esta repentina intromisión en un su mundo, la desconcierta. Pero no hay tiempo para pensar y tasar al desconocido, el vuelo del globo es breve y hay que actuar rápido para continuar manteniéndolo. Para ambos se convierte en una prioridad mantener ese globo en el aire. La niña y yo vamos manoteando torpemente y nos vamos pasando el globo el uno al otro. Me parece escuchar que sonríe con cada uno de sus reveses, aunque no me atrevo a mirarla, pendiente únicamente de mantener la altura de ese improvisado dirigible carmesí. El milagro ha surgido, dos mundos distantes se han encontrado. Y yo soy tremendamente feliz, juraría que aún más feliz que la chiquilla. El día gris se ha esfumado, todo se ha vuelto rojo y elástico, irracional, juguetón y despreocupado. El juego continúa durante quizás algo más de un minuto. Me resulta frustrante no encontrar más colaboradores espontáneos entre tanta gente que nos rodea. Me parece desalentador que no sé ponga toda esa gente a jugar con nosotros, que abandonen por un instante sus mediocridades diarias; que ese globo empiece a viajar de mano en mano, de manotazo en manotazo surcando las alturas más increíbles. Y de repente, el ir y venir del globo se interrumpe, tan rápido como empezó. Alguien tira de la mano de la chiquilla y la arrastra hacía la otra acera, hacía un nuevo batiburrillo de gigantas. El globo cae al suelo y corre tras la niña, atado por el cordel. Al fin la niña y yo cruzamos la mirada. No parece haber tristeza en ella porque el juego haya terminado. Al contrario, hay luz en sus ojos, hay alegría, confianza y hay sobre todo, hay compenetración. Es la mirada de una descubridora que ha encontrado el camino a seguir. Aunque realmente no sé quién ha enseñado a quién el camino perdido. Durante un minuto ambos hemos estado en el mismo bando. Yo he vuelto a ser un chiquillo, y la chiquilla, ha sido simplemente lo que debe de ser: un milagro cargado de fiesta. Quizás en este mundo desorientado ya no nos queden locos, pero afortunadamente nos siguen quedando niños.

miércoles, 9 de febrero de 2011


Primavera. En la sobremesa cuando el sol de las cuatro de la tarde acaricia a los amantes que yacen en el cesped, un golden retriever galopa en busca de su deseado frisby. De otro lado del parque, una brisa trae unas notas de piano interpretadas sin duda por Thelonious Monk... aromas de rosas y azahar se entremezclan con un Chet Baker de sus primeros momentos... el sol sigue con sus caricias... la hierba, se mece al compas de una brisa que sabe a jazz... Primavera...

sábado, 5 de febrero de 2011

Próximo Duelo en el Reino de Hamlet





Pueblo de Dinamarca ¡ Vuestro próximo quehacer literario deberá pasar por un globo de color rojo y un vuelo... Un momento, lo voy a ordenar... El Vuelo del Globo Rojo... Es también una película de mi amada Binoche pero eso es otra historia... Ánimo en este invierno de mierda y recordad que llegará la Primavera... o algo parecido. Besos Balcánicos....

Le Grand Bleu


A sus setenta años, Ibrahim era toda una autoridad moral en un país donde la esperanza de vida llegaba escasamente a los cuarenta años. Cuando los ánimos se calentaban, cuando una discusión llegaba a un punto muerto, la frase final era : Preguntémosle a Ibrahim. Lo que no sabían sus vecinos era que este pobre hombre envidiaba la suerte de los muertos. Enterrar a todos su seres queridos llega a ser algo desagradable y el tiempo vital se mide por generaciones y no por el minutero de un reloj.


Un día se levantó de su silla que apostaba desde muy temprano en la entrada de su casa, y marchó con paso lento pero seguro moviendo sin parar su tasbih. Cuando llegó a la orilla del mar dejó de pasar cuentas del tasbih, por un instante cerró los ojos, respiró profundamente y prosiguió caminando hasta que desapareció entre las aguas.

En el café se armó un revuelo. Todos discutían las razones que habían llevado al pobre anciano a suicidarse...soledad, tristeza, abandono de sus vecinos... El aire, lo conformaba una espesa nube de los nargiles y el sonido gutural en un árabe dialectal... Alguíen dijo entre aquel guirigai... Preguntémosle a Ibrahim... y se hizo el Silencio.



Nota: Ahorresen pensar sobre este minirelato... no tiene nada que decir.


jueves, 3 de febrero de 2011

EL VENTILADOR

El ayer que quería que fuera hoy… es hoy a las 5 de la tarde que ya quiero que sea la media noche, a las 12 de tu reloj quiero que se detenga el tiempo.

Son las 5 te espero ya, me puse guapa para ti, se que te pone ver el contraste de mi piel muy blanca con ropa negra, y que te gusta mucho mi cabello cuando lo llevo suelto en cascada sobre mi espalda, se también que te gustan mis ojos oscuros subrayados con delineador, para estar contigo el perfume no sirve de nada, me gusta mas el aroma de mi piel y mi sudor mezclándose con el tuyo, me pongo a escuchar el faro de Lisboa, y pienso que eres tu ese “Mi puerto” la única persona en todo el mundo que no me canso de esperar, me meto a la recamara y debajo de las sabanas se enciende el centro de mi cuerpo y también la laptop.

Nunca antes una laptop necesito tanto de este artilugio, y en cuanto Ernesto me dijo que en la plaza de la computación los vendían no me lo pensé y al otro día fui por uno de inmediato, entre las cosas que hacer durante el día, la mas importante era estar desocupada para cuando el reloj me marcara las 5 de la tarde, y así fue que después de la ducha me puse de pie delante de la luna del espejo y me mire como cada día para adivinar cual pliegue en mi cuerpo elegirías para perderte esta vez, no, yo no te daría el mapa nunca, te quiero extraviado dando vueltas sobre mi piel, caminando en círculos recorriéndome una y otra vez con tus pupilas caducas, tus manos y tus labios.

Y sin mucha espera ahí estabas tu, el doble siete de letras en tu nombre ocultaban todas las demás, yo me saboreaba en los labios todos los besos que invente para tu boca, y recorría con los ojos cerrados las mesetas y profundidades de tu rostro, me detuve por segundos que parecieron siglos en la piel suave y húmeda de tus labios. Con deseos inmensos de fotograbarlos en las huellas dactilares de mis dedos y en la cima inacabada de mis senos.

Me visto de prisa, sin perder de vista el reloj y haciendo itinerarios imaginarios para calcular mi regreso, apenas es medio día pero ya me envuelve la necesidad de tus manos ardiendo en mi piel, tome 200 pesos en la cartera, mis llaves, las gafas oscuras, abrí la puerta solo para cerrarla y me fui al centro de la ciudad, caminando me di cuenta cuanto valor pierde la gente cuando uno encuentra lo que realmente quiere, no es que no importen no, es que es ley en la vida que encontramos a quien lo puede todo sobre uno aunque uno no pueda nada sobre el.

A mi me basta que me escribas “hola” pero es que tienes atesoradas en las yemas de los dedos, y en la lengua las palabras justas que me erizan hasta la medula de la espina dorsal, muerdo mis labios por inercia y mi lengua se saborea mi labio superior amedrentando mis fijaciones orales, tu me hablas pausado con esa voz que me derrite las entrañas y me vuelve agua, me condensas el cielo en una nube afrodisiaco que podría vender por internet, es cierto, yo te prefiero, te quiero mas que a nadie, eres tu lo que deseo, y cuando culminan las esperas, me pervierto debajo de las sabanas, y es en ese pequeño mundo alumbrado por la pantalla del ordenador que comienzo arder, y te amo con vehemencia, me hago tuya de todas las formas posibles, aquí el único limite es mi imaginación para tus manos desmontables y de largo alcance, me estremezco una vez , dos, tres, cuatro, cinco… y pierdo la cuenta, me falta el aire, me respiro y me sofoco entre las piernas con gritos ahogados que muerdo en la almohada , y la laptop se hace brasa, me quema la piel cuando me acerco en mi necesidad de darte un beso y me arden hasta los dientes de pasión, la culpable de tanto amor es la laptop, también la culpo de tanto calor, del sudor que me corre por la espalda y se pierde en esa línea que divide mi cuerpo en dos, del aguacero que me empapa el pelo y me corre la mascara de pestañas entonces es tal la ebullición que arremete contra mis muslos que la pantalla esta totalmente empañada, viene un espasmo y yo apenas percibo el aire en mis pulmones, me quema el calor que trepa desde el centro de mi cuerpo por mi vientre, mi canalillo y hasta mis labios sofocada me acerco a la laptop y le doy un beso volcánico, y le susurro al oído “te quiero”, es entonces cuando la pantalla se enciende y se apaga siendo victima de un sobrecalentamiento.

Nunca antes un ordenador necesito tanto un ventilador, lo hubiera preferido rojo que es mi color favorito, pero esa tarde de sábado tenia prisa de regresar a casa y no tenia ganas de andarme paseando por toda la plaza porque todos los puesteros me miraban las piernas de una forma tan lasciva que yo me sentía bastante desnuda, Salí de ahí cargando un ventilador azul dentro de una bolsita gris bastante ruidosa, me trepe al bus y regrese a casa de prisa, pensando en la laptop que había dejado encima de la mesa, me sonrío pensando también en el ventilador que ha de refrescarnos en las nuevas faenas. Suspiro.