Que poetas y cantautores
más sabios y más viejos que yo
te canten.
Que sus voces se hagan eco dentro de tu cuerpo
y sus guitarras
te rastreen y te despierten
como si fueses un destino.
Yo, simplemente, sé madrugar lejos de ti,
e intento recordarte con estos versos,
como hubo unas horas en las que te amé con torpeza,
con prisas,
y tan fuera de tiempo...
Te escribo, por ejemplo, para decirte
que desde que amanecía te rememoraba.
Mis manos aun no te sabían de memoria
pero te inventaban,
ellas me decían lo que los ojos no veían.
Aún así, mi intuición era delicada y cobarde,
debía mantener sordos los días y
entornar los ojos,
para espantar la luz ratera que taladraba
la imagen que ya tenía de tu rostro.
Te escribo este poema
para intentar distinguirte otra vez,
en la distancia,
a pesar de las dudas, a pesar del recelo y
el desconcierto,
para hacerte saber que
cada mañana intentaba recuperarte cálida y sosegada,
que eras para mí, algo más que una creencia.
Con este poema, recaudo de cada ayer,
por última vez,
tu retrato de niebla y antojos.
Recuerdo, como una materia inventada, inmerso en mi engaño,
me acomodaba en el reflejo de unos brazos que creía tuyos,
mientras tus llamadas de teléfono,
mansas como arroyos,
venían a lamer mi estafa llena de pena...
En mi frágil fantasía,
el día era noche y la noche
noche perpetua.
Te intentaba atrapar con besos a las estrellas
pero de tu piel tan distante, tan ajena y
tan cansada
nada me llegaba.
Aún así, a veces, resultaba lindo acampar
sobre el insomnio de tu cuerpo,
revolcarme en la esperanza,
bromear con el desconsuelo.
Este es al fin mi tosco poema,
la escueta conclusión
de muchas semanas en las que te soñé tan sutilmente
y te amé tan a destiempo.
Pero ya sólo me olvido y me despierto.
Y comienzo,
como marea alta de un río repentino,
como una ola que encuentra su playa,
como cincel virgen que encuentra mármol inmaculado,
decido no tener pasado, sólo tu indicio.
Como el capricho de un niño afirmo
no vivir si no te he amado,
crearte si nunca has sido,
recrearte siempre que no seas,
para saber de dónde provengo.
Nunca olvidar que tú eres mi inicio.
Te construiré altares, a ti,
a mi diosa del ansia y la zozobra,
con certera piel y suspiros exactos,
porque siempre serán reflejos
las realidades que vengan, tras estos versos
que tanto te recuerdan y
que ahora termino...
Dedicado a una mujer cordobesa
4 comentarios:
La belleza de tus palabras bien merece una letra más grande, que la hermosura del arte brille como el sol de mediodía.
muy bonito...sigue! sigue creando...así se canaliza la energía!!
Gracias.
Minúsculo pago, WieWu, insuficiente homenaje a una mujer que me hizo vivir los momentos más intensos y bonitos de mi vida. Un saludo, sevillano sefardí. Por cierto, ¿has notado que comenzamos a tener nuestras primeras visitas?.
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