-¿Qué buscas en un lugar como éste?- me preguntó sin moverse de la roca donde estaba sentado.
-¡Salir! no sé cómo he llegado hasta aquí.- le respondí con desesperación.
-Lo que buscas no esta en el cielo sino en la tierra...mira adelante...allí encontraras respuestas a tus plegarias...del cielo sólo nos llega la lluvia o la sequía, nada más...del desierto sólo se sale caminando.
Me desperté de un salto, tenía que contárselo a Joseph. A la mañana siguiente Joseph no apareció por la barbería, supuse que estaría con los caras pálidas repartiendo sacos de harina pero esta vez, fueron los barbas espesas quienes decidieron repartir algo menos nutritivo para el cuerpo.
Fue el hijo de Rachid, el farmacéutico, quién trajo la noticia a la tetería. Habían hecho saltar el mercado a primera hora de la mañana, cerca de la mezquita de Al-Kuthrera, demasiados muertos
para el paraíso y algunos heridos más para los abarrotados hospitales. El silencio cubrió todo el local junto al humo de los narguilas...la desgracia sólo inmuniza a quienes no sufren los estragos del dolor...
Tardé una semana antes de saber donde estaba Joseph y tres poder
visitarlo, difícil misión entrar en un hospital de occidentales
si eres iraquí. Estaba tan blanco que su barba negra lo palidecía aún más. Con la mirada perdida, decía entre sonrisas forzadas, que tendría que venirse a vivir a mi barbería una larga temporada para afeitarle la voluminosa barba; no quería que lo confundieran con mis clientes de la trastienda...aquella tarde sólo me quedaron collares yemeníes para vender a los barbudos...
Pasaron los meses y llegó el otoño, nada cambió salvo la estación. Mis noches con las estrellas se fueron acompañando paulatinamente
con otro cielo de antenas parabólicas. Empezamos a ver ese mundo que tan sólo conocíamos por los libros del mercado y entendí, que la imaginación de la palabra escrita supera a veces a la imagen… El furor por los canales de noticias dio paso a telenovelas, fútbol y sobretodo películas...Mientras tanto aquella evasión lúdica fue dando forma, sin saber como, a todas y cada una de las cabezas que observaban aquel rectángulo, mostrando una Vida muy distinta a la nuestra.
En la abstracción particular de la Felicidad, imágenes distintas fueron llenando esa parte de la mente que aún se resistía a abandonarse a la desesperación. . .Para Ibrahim fue el anuncio de un suavizante para la ropa, Fuad los bulevares de Paris de una película y para mi, hombre corriendo delante de toros o toros corriendo delante de hombres...Pero la que precipitó los acontecimientos, la del nieto de Rachid, un pueblo entero tocando tambores en plena calle...
La puertas del cielo seguían brillando noche tras noche, las del infierno se abrían de par en par cada día con la precisión que da la estupidez humana…
2 comentarios:
Javi, la letra más pequeña, que los cuentos largos ocupan mucho espacio. Un saludo.
Para bien o para mal, mi mentalidad es claramente occidental. Me quedo con la primera parte. Después, me perdí en algún punto indeterminado de la segunda o de la tercera
Publicar un comentario