domingo, 24 de noviembre de 2013

Lo infraordinario III. Cosas de pequeña importancia

 
 
 
 
 





Cuando escucho la Danza Húngara de Brahms, la Rapsodia Húngara de Liszt o el Fígaro del Barbero de Sevilla siempre me recuerda a mi infancia. No, en casa no éramos ni melómanos, ni mi madre tocaba el piano mientras mi padre leía Boris Vian fumando en pipa... ni teníamos clases particulares de violín... Las tardes de mi infancia comenzaban a las cinco y media cuando regresaba del colegio. Encendía el televisor y como un zombi me quedaba mirando fijamente aquella carta de ajuste hasta que a las seis menos cinco empezaba la programación. En mi interior rezaba porque el tipo que estuviera encargado de darle al botón adelantara ese día el “un globo, dos globos, tres globos” de Gloria Fuertes y diera paso a Barrio Sésamo. Primero fue el barrio de Emma Cohen como gallina Caponata, luego Chelo Vivares como Espinete y entre media “La Cometa Blanca” con aquella presentadora de la cual estaba infantil y secretamente enamorado...Isabel Tenaille...

Mi madre, sin piano, hacía a la marabunta de niños los Colacaos ( nosotros no éramos de Nesquik)y rebanadas de pan con mantequilla y azúcar por encima ( que en el futuro me costó una pasta en el dentista)... bueno Tulipan, que la cosa entonces también estaba jodida pero sin llamarla CRISIS. Al finalizar Barrio Sésamo,el libro gordo de Petete que siempre te sabía a poco pero al menos me fue más educativo que mi paso por la Universidad. Medio speedico* por la subida de azucar, saltaba de emoción con la entradilla de la Wagner Bros, dibujos animados le llamábamos entonces, cartoon los llaman los bilingues niños de colegios privados de hoy ( La Pública no cuenta ya...desgraciadamente). En unos de los capítulos, Bugs Bunny ( entonces lo llamábamos los que íbamos a colegio públicos “el conejo de la suerte”)cocinaba a ritmo de Brahms. En otro, afeitaba a Elmer ( el cazador estresado)a ritmo del Barbero de Sevilla... Echo de menos a Gloria Fuertes rodeada de chiquillos y sentada en un sillón de mimbre leyendo poesía.

Con el paso del tiempo todos esos recuerdos se fueron diluyendo hasta que mi magdalena mojada en té ha sido desayunar una rebanada de pan con Tulipán y un ColaCao.

El tiempo pasa inexorablemente, ya lo sé, y aunque ya no esté para abusar del tulipan, Colacao o del azucar... de vez en cuando al menos, cuando me afeite, escucharé el barbero de Sevilla...Esto, esto es todo Amigos ¡¡¡¡¡¡¡ ;););)



* Dícese del que se encuentra en un estado anímico exaltado natural o inducido...jajajajajjajajaja





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