sábado, 13 de febrero de 2010



    Con las prisas, se le cayó la cuchara de las manos. Tampoco atinaba a ponerse el abrigo, y decidió tirarlo a la cama e irse sin él. Andaba con paso rápido, y prefirió no mirar atrás por temor a arrepentirse. Por una vez en su vida, dejó guiarse por algo que no fueran la razón o sus derivados.



    Aunque en ningún momento hubiera considerado que estaba realmente enamorado, sintió una punzada en el pecho cuando vio, en el lugar donde habían quedado, una ambulancia, y un cordón policial que no le dejaban acercarse a lo que, diez minutos antes, había sido la causa de su nerviosismo, de la caída de la cuchara, y de que fuera en mangas de camisa a tres bajo cero.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

wauuuuuuuuu. J.

Julián Mª Guzmán. Club de Lectura Aljaima dijo...

Cada uno en su estilo. Me gusta cada vez más este rinconcito que estamos creando, compañeros, para sentirse muy orgullosos. Cris con sus palabras concisas y precisas, Javi con sus meditaciones, y yo, bueno, yo con mi tendencia a alargarme demasiado. Lo dicho, me gusta este blog y el estilo característico de cada uno. ¡¡¡ENHORABUENA A GORAN ZELIC Y SUS DOS MOSQUETEROS!!!.

Sonia M.S dijo...

Me encanta este tipo de cuentos, me parecen un bocado exquisito.

Miau!
Sonia