El silencio era roto por un rumor que al fondo de la casa sonaba lentamente más y más alto. A cada paso que iba dando, reconocía palabra a palabra la letra de aquella maravillosa melodía… che…gelida… manina… la Bohème… La estancia estaba rabiosamente revuelta como si el dolor hubiera vuelto loco a un tigre herido. El sol ponía en evidencia la paleta de color, la ropa, los muebles eran un todo perfectamente combinado en un arco iris de algodón y madera… Una figura frente a un enorme ventanal, sostenía sus manos en el alfeizar a modo de apoyo, la cabeza gacha y su cuerpo, ponía de su parte para dejar de temblar… Ante la presencia del extraño, dejó de apoyar una mano y sin cambiar su posición apesadumbrada, la levantó como signo de normalidad. El visitante miró el origen de la música y observó que estaba en posición de bucle un solo track, se dio media vuelta y dudó por un instante, movió ligeramente la cabeza y se marchó.
Volvió a poner la mano en el alfeizar…levantó la cabeza…miró fijamente al mundo y con un simple impulso saltó… en la estancia seguía sonando Che Gelida Manina.
2 comentarios:
Hace poco le dije a Julián que una de las cosas más bonitas que me habían dicho acerca de una obra es que al receptor se le había erizado el vello al verlo. Tú consigues eso.
Aunque no sé si tú o Goran Zelic.
C.
Se lo comunicaré a Goran Zelic que está últimamente un poco raro.
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