Conforme me acerco a la ciudad, son más y más las personas que me hablan de ella. De hecho, me atrevería a decir que en cada hospedería o posada en la que voy pernoctando no se habla de otra cosa. Y así, mi curiosidad, azuzada por tantos y tan variados elogios va creciendo en mi interior. Devoro entonces las leguas con ansia, espoleando al jaco al límite de sus fuerzas. Apenas me detengo ya en las fondas, solo lo justo para beber un poco de vino, comer algo de queso y refrescar mi quebrantada montura. Por supuesto, continúo escuchando con avidez todo cuanto me cuentan sobre ella. Da igual que quién se dirija a mí sea un hidalgo, un tabernero o un simple labriego. Me sorprende cómo la sola mención de su imagen los transforma a todos en ilustres poetas, convirtiendo sus toscas y rudas palabras, en una furiosa avalancha de adjetivos, suspiros y grandilocuente castellano.”¿Pero de verdad es tan hermosa?”, pregunto a todo aquel que me platica sobre ella de manera tan desatada. Y todos me responden con la misma mirada perdida y las mismas palabras encendidas. Desde hace días no tengo ya dudas sobre las historias de esos extraños. En verdad ha de ser sublime aquella de quién murmuran, por cuando encuentro en mi trayecto que todo aquel que la ha contemplado tiene ahora el alma partida y la mente disminuida. He de reconocer, que yo mismo, sin haberla avistado todavía, empiezo a notar como crece dentro de mí,cierto barrunto de deseo, cierto mariposeo de tripas que casi me atrevo a llamar amor.
Tras varias jornadas impelido por unas prisas repentinas y rozando la angustia, llego a la villa donde sé que he de encontrar mi dicha: Palencia, año del señor de 1481. Venía aquí por humanos temas terrenales; disputas de tierras, reconocimiento de títulos y el regateo con algunos comerciantes judíos a la espera de recuperar ciertos reales de a ocho que de un tiempo a esta parte venían faltando de mi maltrecha saca. Pero ahora, a las puertas de esta ciudad, apenas puedo pensar ya en eso. Ahora sólo quiero verla a ella. A la dueña de los sueños y los anhelos que han ido creciendo en mí a lo largo del viaje. A ese pedazo de paraíso erigido sobre la tierra. Dejo atada mi montura, que hasta de mi jamelgo tengo celos, y nada más cruzar el puente que sortea el río Carrión me pongo a buscarla como un poseso. No me atrevo a preguntar a alguien, no vaya a ser que note mi ansiedad y se ofrezca acompañarme en la búsqueda. La quiero para mí solo. Atravieso con el alma en vilo estrechas callejuelas, espero el impacto de su presencia al doblar cada esquina. “Sabrás que es ella nada más verla”, me han dicho todos, y esas palabras son mi única guía en esta demanda desesperada.

continuará... aunque no sé cómo...
Cuento dedicado a la ciudad de Palencia y a su bella desconocida...
6 comentarios:
continua...continua...
ey que buen relato, muero de curiosidad por saber mas de la bella desconocida y de su amante.
Un besito muy grande Juli¡
Molaría que tu bella desconocida fuera una dama sin genitales. Eso explicaría que no sucumba a ningún encanto varonil.
....¿Que haría el andante con una mujer como un angel en todos los sentidos?...jejejejej....
Chantilly & Picatostes
Hola Chantilly, ¡qué alegría verte por aquí! Y espero verte mucho más. Por cierto, he querido varias veces devolverte la visita pero no me dejan entrar en tu blog, no sé si serán los ordenadores de la junta. Ya sabes que están preparados para no dejarte entrar a nada que tenga algo de cultura y calidad. En fin ahora mismo voy a probar otra vez. Un besazo y otro para toda la gente maja de cuenca.
Por cultura y calidad.... no creo que ninguna de esas dos cualidades sean la causa de la censura a mi rincon. Carece de las dos cosas, pero es algo asi como el que tiene un hijo feo....es suyo y lo quiere...je
da por hecho lo de los besos a la gentecilla, desde aqui te mandamos otro bien gordo para ti, Julianillo
Más bella que desconocida, creo. No acabo de hacerme con el título, aunque es llamativo, me gusta
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