viernes, 19 de diciembre de 2014

Mundo Mongolo



Hace casi cincuenta años, Umberto Eco publicó un artículo titulado Apocalípticos e Integrados. Analizaba el futuro impacto de la Televisión en la sociedad. Sostenía que aquel nuevo elemento podía tomar dos derroteros totalmente opuestos. El primero, y deseable, que fuera una plataforma para la educación a distancia, para la universalización del saber y favorecer el avance del conocimiento humano, humano en el mejor de sus acepciones. El otro, la banalización de sus contenidos, acabando su uso como medio de control de masas. Hace ya demasiado, la segunda hipótesis de Eco se convirtió en Ley Universal.
La televisión dio paso a internet y como entonces, el debate de su uso final aún está por definirse.
Antes de los libros y la mal llamada “Revolución de las Tecnologías” , la Televisión era la ventana al mundo para quienes vivían en pueblos pequeños y aislados que su único contacto con la civilización fuera de su ostracismo, era una pantalla de 3X4. He obviado los libros y las bibliotecas porque en este país nunca fueron una prioridad a la altura de la sanidad o la educación... véase como están estas dos últimas...
Antes se intentaba disimular en los programas de Televisión la estupidez, la superficialidad de los temas a tratar o lo insustancial de su razón de ser. Hoy no tienen ningún reparo en regocijarse de ello sin sonrojarse.
Los coloquios del bien recordado José Luís Balbín dieron paso a peleas callejeras en directo a las que llaman, ya no coloquios sino debates... como si el fin fuera el resultado de una pelea de gladiadores.
Mundo Mongolo pretendía ser el título de un programa para dar respuesta a esta necesidad de programas basura, sin complejos, sin eufemismos. Presentado por cualquier poligonero sin expectativas vitales más allá de su marihuana y recibir la paga de sus padres. Sentado en un sofá y con los pies apoyados en una mesa de café, gorra de los yanquis de nueva york y arropado por los colegas del barrio, nos haría llegar los temas de máximo interés para todos. La primera sección consistiría en poner vídeos de youtube de gente cayéndose, monos fumando y perros apareándose. Tras sus risas y comentarios a la altura del mono del que se reían, abrirían un coloquio de como plantan cada uno su marihuana, trucos de conservación , logística de ventas al por mayor y retal, etc... Para finalizar, la última sección la llamarían Mundo Friki. Durante una hora, alguien con estudios superiores a primero de ESO disertaría sobre el origen de las especies o el impacto de la contaminación en las grandes ciudades o quizás expondría una clase de historia. Durante esa hora la pantalla se desdoblaría y veríamos al mismo tiempo las reacciones y comentarios de los presentadores y creo que no se diferenciarían de las del vídeos del mono fumando.

Es viernes de un otoño que agoniza entre niebla y mañanas frías. Volveré a leer “el arte de insultar” de Schopenhauer que a pesar de no ser mi pensador favorito, me ayudará por si algún día me ofrecen presentar Mundo Mongolo. 

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