Hace
casi cincuenta años, Umberto Eco publicó un artículo titulado
Apocalípticos e Integrados.
Analizaba el futuro impacto de la Televisión en la sociedad.
Sostenía que aquel nuevo elemento podía tomar dos derroteros
totalmente opuestos. El primero, y deseable, que fuera una plataforma
para la educación a distancia, para la universalización del saber y
favorecer el avance del conocimiento humano, humano en el mejor de
sus acepciones. El otro, la banalización de sus contenidos, acabando
su uso como medio de control de masas. Hace ya demasiado, la segunda
hipótesis de Eco se convirtió en Ley Universal.
La
televisión dio paso a internet y como entonces, el debate de su uso
final aún está por definirse.
Antes
de los libros y la mal llamada “Revolución de las Tecnologías”
, la Televisión era la ventana al mundo para quienes vivían en
pueblos pequeños y aislados que su único contacto con la
civilización fuera de su ostracismo, era una pantalla de 3X4. He
obviado los libros y las bibliotecas porque en este país nunca
fueron una prioridad a la altura de la sanidad o la educación...
véase como están estas dos últimas...
Antes
se intentaba disimular en los programas de Televisión la estupidez,
la superficialidad de los temas a tratar o lo insustancial de su
razón de ser. Hoy no tienen ningún reparo en regocijarse de ello sin sonrojarse.
Los
coloquios del bien recordado José Luís Balbín dieron paso a peleas
callejeras en directo a las que llaman, ya no coloquios sino debates... como si el fin fuera el resultado de una pelea de
gladiadores.
Mundo
Mongolo pretendía ser el título de un programa para dar respuesta a
esta necesidad de programas basura, sin complejos, sin eufemismos.
Presentado por cualquier poligonero sin expectativas vitales más
allá de su marihuana y recibir la paga de sus padres. Sentado en un
sofá y con los pies apoyados en una mesa de café, gorra de los
yanquis de nueva york y arropado por los colegas del barrio, nos
haría llegar los temas de máximo interés para todos. La primera
sección consistiría en poner vídeos de youtube de gente cayéndose,
monos fumando y perros apareándose. Tras sus risas y comentarios a
la altura del mono del que se reían, abrirían un coloquio de como
plantan cada uno su marihuana, trucos de conservación , logística
de ventas al por mayor y retal, etc... Para finalizar, la última
sección la llamarían Mundo Friki. Durante una hora, alguien con
estudios superiores a primero de ESO disertaría sobre el origen de
las especies o el impacto de la contaminación en las grandes
ciudades o quizás expondría una clase de historia. Durante esa hora
la pantalla se desdoblaría y veríamos al mismo tiempo las
reacciones y comentarios de los presentadores y creo que no se
diferenciarían de las del vídeos del mono fumando.
Es
viernes de un otoño que agoniza entre niebla y mañanas frías.
Volveré a leer “el arte de insultar” de Schopenhauer que a pesar
de no ser mi pensador favorito, me ayudará por si algún día me ofrecen presentar Mundo Mongolo.
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