“Para
un mundo sin esperanza hasta el más imbécil puede ser el Mesías”
Goran Zelic
La
caída del muro de Berlín me cogió escuchando la radio por la noche
cuando preparaba un examen de filosofía de 3º de BUP mientras me
ponía hasta arriba de café instantáneo... lo suspendí. Unos años
más tarde, el bombardeo de Bagdad en 1991 , también de noche,
preparando uno de matemáticas, sólo recuerdo a Hermida moviendo la
cabeza... sobra decir que... lo suspendí. Lo de las Torres Gemelas,
recién levantado de una siesta cuando hacía los exámenes de
septiembre en la Universidad... los aprobé... pero eso fue porque el
nivel de la educación en España había caído tanto como para
aprobar a un tipo como yo... La muerte de Lola Flores en el descanso
de un curso de fabricación de calzados y hoy , la proclamación de
Felipe nº 6, cortándome las uñas de los pies que las tenía como
cáscaras de mejillones.
Nunca
sé como actuar en un día histórico. En mi comunión, me calzaron
unos zapatos pequeños y jamás he llorado de dolor como aquel día y
encima me hicieron leer no sé que de un libro gordo... tartamudeé
tanto que parecía que estaba hablando desde un móvil sin
cobertura, supongo que la tecnología en micrófonos de entonces me
ayudó a no parecer tan retrasado mental como era... y para rematar
el pantalón que me “fabricaron” (porque estaba gordo como el
Piraña de Verano Azul) me quedaba pequeño y apenas podía respirar.
En la fotografía de la orla que tenía que perpetuar mi paso por las
“altas instancias del conocimiento” resulta que la noche antes me
pasé con el ribeiro en una fiesta de gallegos... me levantaron y
casi en volandas, me llevaron a hacerme una foto para la posteridad.
Tal acto humanitario escondía egoísmo puro por parte de mis compis
porque era el que tenía “la camisa blanca” que nos fuimos
encasquetando uno a uno para la foto... las ojeras de resaca y una
perilla a lo “ángel del infierno” me ayudo mucho en el futuro
para conseguir un empleo nocturno en condiciones de semi-esclavitud.
Viendo
las imágenes de la recepción de Felipe nº 6 ( si pusiera VI ,
parecería que hablo de una botella de brandy) me recuerda la vez que
me tocó ir a una recepción el 12 de octubre a la embajada de España
en Roma. Por falta de costumbre o ignorancia en estos menesteres, mi
vestuario consistía en varios pantalones vaqueros con agujeros por
el uso (no por moda), tres camisas de la cuales dos parecían que se
las había robado a un hawaino y la tercera en discordia tenía una
enorme mancha de lejía. Un compi de entonces , cuyas cualidades no
entraban el gusto por la ropa, me dejó una chaqueta de color verde
radiactivo y unos pantalones marrones que me estaban enorme y cuya
posición era más bien sobaquera , a lo Julián Muñoz ... parecía
un kiwi a medio comer... Así, aquel kiwi desconociendo a que iba se
encontró con una cola como la del metro para dar la mano a veintes
personas. Mis nervios se transformó en un guiño de colega cada vez
que estrechaba la mano, hasta que llegué al último de la fila que
se suponía que era el embajador pero parecía un clik de Famobil. El
resto es historia... los honorables del lugar se abalanzaron al
jamón, a la tortilla y al vino... el kiwi se dedicó a beber
gintonic y dulces que fue lo que dejaron las altas instancias
institucionales después de arrasar con las cosas buenas.
Otro
día os contaré la incompatibilidad de beber demasiado limoncelo
casero y presentar una entrega de premios.