martes, 19 de abril de 2011

Nuevas prestaciones: EL PARAISO, PROSTÍBULO & ‘Hiper Market’ DE MITOS (2ª Parte)

Al fin la civilización.
Ni maestras ni profesores sabían nada de Boby o temían hablar. Ambas directoras, del primario y secundario, sugirieron que fuera al destacamento a preguntar al juan.
No lo hice, no necesitaba más conflictos.
Médica y auxiliares del dispensario pusieron cara e’nada.
De ahí a la parroquia.
El cura galaico me invitó un amargo.
Pregunté si tenía chicha.
Dijo que no, peló un tetra brik del barato. Simuló no ver mi gesto.
Le comenté que buscaba a Boby (hijo de la diputada evangelista) que había sido cooptado por la Corriente Clasista y Combativa (CCC).
Tiró una puntita: La cooperativa de cartoneros.
La CCC había hecho una alianza estratégica con los cartoneros. Recibieron del ‘Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente de la Nación’, un subsidio para instalar un acopio de cartón y un molino de botellas PET.
Luego de acabar el tetra brik, el cura se animó a acompañarme.

Frente a un televisor LCD 55” 3D, conectado a Direc-TV a través de una parabólica, la familia discutía por la nominación de una minita de Gran Hermano.
El secretario general de la CCC trataba de introducir, a los gritos y sin suerte, algunas consignas políticas para el próximo piquete.
En un aparte, la pendeja sarnosa, que pretendía seducirme, enviaba voto tras voto nominando a alguien por el celular de última generación.
Acabaron por irse a las manos, la madre enarboló un tramontina dispuesta a ensartar a cualquiera.
El cura galaico me pidió con la mirada que pacifique el conflicto, tampoco yo en esas condiciones, podría continuar la investigación.
Activé a ‘Anaconda’. La detonación puso orden. Se acordarán de mi cuando llueva.
—Son hartantes —dijo el cura meneando la cabeza al tiempo que la pendeja, al percatarse de mi presencia, salió corriendo mientras exclamaba —¡Conchudo, puto, hijo de puta, la concha de tu madre!
Mordí las ganas de aceptar la invitación.
Primero lo primero, pregunté por Boby.
—No pertenece más a la triple ‘C’—respondió el militante.
Había renunciado porque el piquetero Castells, el rural De Angeli y el rabino Bergman, encabezaron un acto frente al Congreso para expresar su rechazo a la Ley de Medios.
—¿Boby comulga con el proyecto nacional Kirtchnerista? —pregunté tratando de definir un perfil.
—No, es judeofóbico —respondió el cura.
Son demasiados los que tienen esa característica, nuevamente como Adán. Sin otra pista, salí decepcionado.

A pocos metros de la casa, sentada debajo de un eucalipto con una capillita del gauchito Gil, la pendeja me esperaba. Aún enviaba mensajes a Gran Hermano. Me acerqué con expresión seductora.
No me sorprendió su recurrencia —¡Conchudo, puto, hijo de puta, la concha de tu madre!
Esta vez, por estar al palo y advertido de su escasa sicomotricidad eludí el tincazo pero le di el gusto, le dejé la pija.
La abracé apasionado, fuimos al basural.
Un carrero descargaba basura, sospechó una violación, se puso en fila.
Le presenté a ‘Glock’ y ‘Anaconda’, fueron disuasivas. Nos dejó gozar a solas.
La pendeja se resistía por pura histeria. Conozco bien a esas minitas, después del orgasmo se cagan de risa por boludeces. La neutralicé, bajé sus pantaloncitos. No llevaba nada abajo. La concha, aún carente de vello púbico, quedó expuesta. El culo, ceñido como el de una muñeca.
Cerraba las piernas para hacerme gozar. En el ‘Paraíso’ me habían desacostumbrado a esas sutilezas sexuales.
Al fin pude introducir mis rodillas entre las suyas, abrí sus piernas y la penetré. Acabó toda resistencia. Era virgen. Eyaculé adentro.
Aliviada, lloró mansamente.
En definitiva, uno es tan joven como la mina que se voltea.

No había razón para quedarme, caminé despacio hacia el río evaluando nuevas hipótesis de investigación.
En la desembocadura del vertedero, algunos fieles estaban siendo bautizados en las aguas crudas del Bajo Grande. El oficiante sumergió la cabeza de un tipo que tapaba su nariz con dos dedos. Salió, quedé estupefacto por el milagro.
—¿Por qué ahí? —pregunté.
—Dios ama a los pobres de espíritu. Los últimos serán los primeros, cuanto peor mejor —respondió el oficiante. En tanto, el recién bautizado trataba de regurgitar la materia sólida que había tragado.
No imaginé, en ese momento, lo cerca que estaba de Boby.

Vibró el celular, Strella. Insistió que abandone todo y vuelva urgente al prostíbulo. Se festejaría con bombos y platillos el Día Internacional de la Mujer. Como responsable de la seguridad tendría que impedir que trasciendan, del subsuelo, las quimeras sexuales de los que detentan poder; debía mantenerlas soterradas por el tiempo de los festejos (no es poca cosa). Pagan triple esas horas extra.

Seguiría la búsqueda de Boby más tarde que temprano.
Toto Flatuletti agradece su reenvío.

Córdoba, Marzo de 2011

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