miércoles, 7 de octubre de 2009




        Como a la mayoría de los que estamos aquí, esta guerra no me atañe. Me vi involucrado en ella de manera casi imperceptible. Ni siquiera recuerdo lo que me impulsó a participar en lo inhumano de esta revolución. Quizá un arrebato de coraje o quizá algo peor y bastante menos honorable.



        Aunque en otros tiempos fui un hombre de palabra, hoy me encuentro capaz de traicionar a cualquiera. Es por lo que aquí se respira. En este estado de embriaguez mental no hay lugar para el mínimo ápice de camaradería.


        Mis compañeros, como último intento para ganarse el cielo, se entregan a sus ídolos y crucifijos. Yo, que me gané el infierno hace mucho, debo ser el único sin una sola imagen por la que ser valiente. Valiente idiota.


        Y así, con el corazón en una mano y el fusil en la otra, nos dirigimos a un futuro lleno de honor y victoria que otros han ideado por y para nosotros.


        Esto es la revolución y nosotros sus ejecutores.

 
                                                                         *   *   *

        -Me toca mover- dijo sin poder ocultar el brillo orgulloso de sus ojos- Jaque mate.


        -Mierda- contestó el perdedor. -¿A qué jugamos ahora?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Coño, Cris, está muy muy bien. No sé, pero casi me atrevo a decir que es el que más me gusta de todos los que has escrito. Has vuelto, y de que manera...J.

Tresmasqueperros dijo...

Pero... ¿Se entiende?

C.

Anónimo dijo...

¿El qué? No sé, todo es tan complejo...

Tresmasqueperros dijo...

Yo tampoco lo sé, así que dejémoslo así.


C.

Anónimo dijo...

"He aquí la única verdad. Somos los peones de la misteriosa partida de ajedrez que juega Alá. Él nos mueve, nos detiene, vuelve a empujarnos, y al final nos arroja, uno a uno a la caja de la nada". Omar Jayyma(1048-1131)

Feldkhon dijo...

¡Me encantó!
Conciso y sorprendente ;)

Enhorabuena a ti y a tus colaboradores por esta idea tan interesante de los "duelos". Seguiré leyendo vuestros relatos.

steve redwood dijo...

O, aunque viene menos al cuento que la cita de Anónimo, otra obra de Agitalanza:

As flies to wanton boys, are we to the gods,
They kill us for their sport.