martes, 24 de febrero de 2009

...sólo labios ya...



Bueno, pues aquí estoy de nuevo, a ver si puedo duelear un poco con vosotros. Y sí, mi relato también ha sido escrito en diez minutos (cuanto trabajo, madre mia y eso que somos funcionarios...) Escribí primero un microrelato de 4 líneas (que gandula soy) pero era del estilo que habéis escrito vosotros, ya sabes Julián, si pones algo de labios todos pensamos en lo mismo... Pero al ver que me repetía con vosotros he escrito esto otro:


Hacía ya tiempo que nada salía como debería. Los días pasaban largos, tediosos, y sobre todo, equivocados. Equivocados porque nada de lo que intentaba llegaba a buen término. Porque, una y otra vez, la sensación que tenía era la de haberse levantado con la pierna izquierda. Todo su cuerpo parecía izquierdo. Su suerte se había vuelto tan negra que dudaba que algún día la luz dejara de rebotar en ella.

Y lo peor, sí, había algo peor, es que parecía que la gente cada vez le ignoraba más. La gente en general. Gente corriente con la que te chocabas en la calle y no te pedía perdón. Cajeras de supermercados que parecía pasaban los artículos por la caja como si perteneciesen a alguien inexistente. Cada día que pasaba se sentía más anónimo. Gente no tan corriente, esto es, sus amigos y familia, cada vez tardaban más en llamarlo, en las reuniones del bar no le prestaban atención. No oían sus comentarios. Cansado, se iba a su casa, arrastrando los pies y la chaqueta que llevaba en la mano.

“Sólo es una mala racha. Mi suerte cambiará en cualquier momento.” Se dijo esa mañana cuando se levantó de la cama. Otra vez con el pie izquierdo. Cuando se acercó al espejo vio su imagen borrosa. Se frotó los ojos y volvió a mirar su reflejo. Seguía viéndose borroso. Suspiró. Fantástico. Ahora además tenía que ir al oculista. Cuando llegó al trabajo nadie le saludó, justo como hacía semanas sucedía. Se acercó al despacho de su jefe para informarle de la reunión que se celebraría en unas horas. Su jefe, al escuchar su voz, levantó la cabeza y miró a través de él mientras le comentaba los cambios de última hora. El aludido volvió a bajar la cabeza mientras terminaba de contarle los últimos detalles y después asintió a su última pregunta. Salió del despacho y fue al servicio a lavarse las manos. Necesitaba un poco de aire fresco. No se encontraba bien. Cuando se inclinó sobre el lavabo inspiró profundamente al no ver nada que saliera de los puños de su camisa. ¿Dónde estaban sus manos? Comenzó a chillar asustado. Escuchó pisadas que llegaban corriendo al lavabo. Todos sus compañeros miraban alrededor, mientras entraban al aseo, como escuchando voces, no sabiendo donde. Él se miró al espejo y no se vio. Solo dos líneas en la parte inferior de donde debería haber estado su cara susurraron: Me queda un minuto para ser sólo labios ya…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, Maribel, muy original. Si lo sé no te dejo escribir nada, porque nos vas a dejar en ridículo. Muy chulo, sí señor. Espero que este sea el inicio de una larga ristra de cuentos. Hasta dentro de un ratejo liaos con el catálogo único. Julián.

Ra dijo...

Pensamiento positivo le faltaba al hombre invisible con sólo labios para su mejor función: besar.

Ra dijo...

Por cierto, he echado de menos el de Cristina....

Anónimo dijo...

Cristina está pasando por un proceso gripal horrible. Con todo y con eso, para mañana y antes de las doce, tendrás aquí mi relato, Ra.