martes, 24 de febrero de 2009

baraKaldo - vladivostoK

Todo comenzó como suelen comenzar las grandes historias, casi sin que se dieran cuenta. Él no se percató de cómo poco a poco iban siendo cada vez más frecuentes las visitas al despacho de ella, aunque una vez allí no supiese muy bien para qué había ido. Ella parecía no darle importancia al hecho de que prestase tanta atención a sus palabras cada vez que él hablaba, a la hora del desayuno. Entre ambos, sin embargo, muy despacio se fue creando una extraña complicidad que los fue envolviendo. En todas las discusiones de trabajo, en todos los debates surgidos alrededor de la barra del bar, una vez acabada la jornada laboral, ellos hacían siempre frente común. Muchas veces no lograban convencer a las personas con las que estaban discutiendo, como suele ocurrir nunca se saca nada en claro de esas charlas improvisadas, pero disimuladamente ellos se miraban y se dedicaban una sonrisa de comprensión: quizás era sólo eso lo que buscaban.

Una noche, requiebros del destino, lograron quedarse solos. Una a una las personas con las que habían salido en esa ocasión, fueron abandonando sus asientos, dejando sus copas a medio terminar, musitando vanas excusas para que nadie les empujara a tomar la última. Conforme el círculo de amigos se reducía, sus corazones latían con más fuerza. Al fin, quedaron sólo ellos frente a frente, con un tabique de copas vacías entre los dos y un cenicero repleto de colillas. Continuaron conversando de cosas leves hasta que también les llegó el momento de marcharse. Él, caballero, nervioso, algo osado quizás, se ofreció a acompañarla. Ella, expectante, sorprendida, no dijo que no. Dentro del portal todo estaba oscuro, no servían ya las miradas cómplices y los guiños de complot pues apenan veían sus rostros. Así que él aventuró un abrazo. Ella de dejó envolver. Y de repente, los meses de miradas como puentes, de sonrisas cargadas de crédito, de gestos como migas de pan marcando un camino, se aceleraron. Ese abrazo apocado desató sus ansias, sus bocas se tornaron ríos, sus manos trasmutaron en exploradores que comenzaron a rebuscar en todos los rincones de sus cuerpos. Entre besos y achuchones subieron por fin a la habitación de ella. Hicieron el amor. Se quedaron dormidos, tras varias horas de sacudir sus almas y desempolvar sus cuerpos, muy apretados el uno contra la otra. Por la mañana él fue el primero en despertarse. Tenía el rostro de ella muy cercano al suyo, los rizos de su flequillo le hacían cosquillas en la mejilla. Muy despacio, para no despertarla, se deshizo de su abrazo y se incorporó. Alargó la mano hacía la mesilla, buscando un paquete de tabaco y lo que atraparon sus dedos fue el marco de un portarretratos que había justo al lado. Miró distraído la foto que contenía.

[…]

Al entrar él en su casa, inmediatamente escuchó la voz de su mujer que le preguntaba desde la cocina. “¿Qué tal la cena con los compañeros, cariño? ¿Dónde te quedaste a dormir?”. “Cómo siempre, mi amor, un coñazo, aunque no pude retirarme antes. Eché la última copa y una cabezadita en casa de Ricardo”. Esa fue la respuesta de él, a la pregunta de su mujer, que de repente le resultaba tan repentina, tan desconocida e inoportuna. Aún así, le hubiese gustado ir hacía donde estaba ella, darle un abrazo y echarse a llorar: confesarle que hacía media hora, había visto una foto en la que aparecía en brazos de otro hombre la mujer a la que había comenzado a amar.

Con todo, ella y él, continuaron viéndose siempre que podían. Él le confesó a ella que también estaba casado. No faltaron reuniones, fiestas, tardes de balances e inventarios que ellos aprovecharon para irse a un hotel, o escaparse en coche a cualquier camino de la sierra. No pareció importarles el hecho de que ambos tuviesen ya las vidas marcadas, es más, ese contratiempo hizo que precipitaran sus prisas por amarse, con tal espada de damocles oscilando sobre sus cabezas, hizo que en cada rincón en el que se encontraron, se amaran como sólo se aman los desesperados, aquellos que saben que únicamente les queda un minuto para ser sólo labios.

13 comentarios:

Tresmasqueperros dijo...

Aquí está mi cuento par de dos. Escrito esta mañana entre el desayuno y el ratito en el gimnasio. Uff, a presión pude al final meter la frasecita de marras. Espero que os guste, y al que no, por favor, que lo comente. Que hablen mal de nosotros, pero que hablen. Con ansias de seguir aprendiendo y ganándole minutitos al tedio.

Anónimo dijo...

Gimnasio? Desayuno? ...

Anónimo dijo...

Por cierto... yo también me tomo esto más en serio que los examenes de la facultad, el trabajo...

Ra dijo...

Estas historias me constan que existen en la realidad...y son muchas.
Y digo yo...?

Por qué?

El Amor se acaba? No hay suficiente con unos labios para besar? Por qué se quiere más?

No comparto las infidelidades, porque si se sigue con la pareja es una infidelidad.

La palabra Amor es GRANDE e INMENSA e INFINITA como para llamar a esta historia así.

Bajo mi punto de vista es sexo, no Amor.
Y por respeto y con valentía el marido debe dejar a la mujer y la mujer al marido.
O la mujer a la mujer y el hombre al hombre.

Porque eso sí que NO es AMOR.

Anónimo dijo...

Estoy contigo RA, si hay infidelidad no hay amor. Cuando estas con una persona solo quieres estar ella, en el momento que no quieras estar con ella.. dejalo, no os engañeis mutuamente. Pero el miedo a estar solo puede mucho en alguna gente. Maribel

Anónimo dijo...

Eso no quita que me guste el relato, julian. Me gusta mucho.
Maribel

Anónimo dijo...

Es muy real y,creo que esto también es amor. Me ha gustado,excepto, las preguntas de ella y la respuesta de él, que no es muy convincente?..
Achuchones y como migas de pan.... ¿Se pueden mejorar?.
Disculpa mi atrevimiento de nuevo.

Un abrazo.

Trenchi dijo...

Saludos, Julián. Me gustó mucho el relato. Sin entrar en detalles lograste pintar la historia de dos personas que a mí me parecieron muy reales. Me gusta el hecho de que la culpabilidad implícita en una relación de amantes no es central a la trama. Yo sentí simpatía por los personajes, por el desarrollo casi espontáneo de la situación. Aunque concuerdo que una pista de que la esposa no se creyó el cuentito no estaría mal :)

Creo que se puede "querer ser sólo labios" con la misma intensidad si un amor (o una pasión) está enmarcado/a por error humano o por pureza. Gracias por la lectura!

Tresmasqueperros dijo...

Uff, me da un poco de vértigo el pequeño debate que se ha creado en torno a la infidelidad. Que conste que no estoy plenamente de acuerdo lo que escrito aquí. Hay que tener en cuenta que es una historia escrita mientras me tomaba mi tazón de cereales, completamente improvisada. Nada que ver con la idea original que tenía. Al final pude meter la frase sobre la que giraba este "duelo" y todo en un folio (cumpliendo las reglas). Intentaré retocar el diálogo con la mujer, pero el espacio para hacerlo es mínimo. Muchas gracias a los comentarios de Ra, Trenchi y Anónima/o. Me alegra el día el comprobar el interés que mostráis y los comentarios son muy interesantes y valiosos. Gracias, gracias, gracias.

Anónimo dijo...

Me encantaron estas frases:

Sacudir sus almas y desempolvar sus cuerpos

Se amaran como sólo se aman los desesperados, aquellos que saben que únicamente les queda un minuto para ser sólo labios.

Lo del tema de la infidelidad...es q es un tema q especialmente a las mujeres no nos gusta mucho...(aunq pienso q de todo siempre se debe escribir), pero incluso a pesar del tema, pienspo q es un relato con muchísima esencia.

Animo y un beso.

Julián Mª Guzmán. Club de Lectura Aljaima dijo...

¡¡Hola Celia!!
La verdad es que no pensaba escribir sobre este tema. Cuando empecé sólo tenía en mente la última frase (que es sobre la cual gira este último duelo). Fue pura improvisación, a ver que sale en el próximo duelo, espero que algo más alegre o menos conflictivo. Por cierto, con estos juegos yo intento recuperar el ambientecillo que tanto me evocaba del Bohemia(suspiro),sin duda uno de mis rincones favoritos de mi amada Granada. ¿Recuerdas también cuándo jugábamos a invertar poemas con sólo unos versos, o unas palabras? Yo recuerdo sobre todo una de esas tardes con un libro de poesía africana, je je. Quizás este blog sea un intento de viajar cada semana a mi ciudad favorita y volver a soñar con ser el poetilla que siempre he querido ser (y que tanto bien me hacía). Un beso y como siempre muy muy agradecido por tus comentarios. Ya espero con impaciencia el duelo de la próxima semana.

Anónimo dijo...

Si q me acuerdo, la verdad es q hemos pasado muy buenas tardes de domingo en el Bohemia....

Leandro dijo...

El penúltimo del libro. No lo había leído antes, y me ha gustado. Pero me sigues desconcertando con los títulos