Desde
los orígenes del hombre los animales han jugado un papel fundamental
en el devenir de la humanidad, primero como alimentación y luego
como símbolos para entender sus inquietudes vitales. Confucio , que
no era sospechoso de ser un tarugo, dijo una vez que si le daban a
elegir entre un poema y un filete, se quedaba con el filete. El ayuno
está bien pero el hambre hace que el ser humano dé prioridad a su
instinto de supervivencia antes que reflexionar sobre el origen del
Universo. Y es que para pensar hay que estar bien comido.
Cuando
aquel homo faber cubrió sus necesidades primarias empezó a mirar al
cielo y de ahí a reflexionar quién era. Así, inició un proceso de
ponerles nombres a aquellas luces parpadeantes y lo más cercano eran
los animalitos que se zampaba en la hoguera de la tribu. No sé si
fue ese momento pero desde entonces un concepto quedó clavado en sus
incipientes mentes, su transcendencia después de la muerte. Muchos historiadores pondrán el grito en el cielo sobre esta teoría pero
al día de hoy, espero que se ocupen de aclarar qué pasó hace unos
días con datos que de lo que supuestamente pudo suceder hace decenas
de miles de años.
Aquella Transcendencia hizo que algunos les dieran
por dibujar bisontes en cuevas, ser enterrados de una manera concreta
y por supuesto entender que aquellos animalitos eran algo más que
comida. La Transcendencia, el Arte y el Alma iniciaron un camino
inseparable hasta que Montoro subiera el IVA al 21%.
De
la tribu pasó a la creación de civilizaciones y el ser humano
seguía su andadura junto a sus compañeros animales como parte de su
alacena o admiración de sus cualidades.
En
Babilonia se representaban como un híbrido entre señor barbudo y
águila, en Egipto con cabeza de perros, Hércules tomó como mascota
un león, los mongoles sin sus minicaballos no hubieran sido nada, la
mitología griega rozaba la zoofilia (por cierto penada con cárcel
actualmente en España, quizás por remordimientos de conciencia de
algún ministro), y qué decir de las águilas de los estandartes
romanos, nazis... en alguna bandera que otra... no digo ná...
Ya
llego a la actualidad, tranquilos... Hoy nadie se compara con los
animales y eso que los vegetarianos ganan terrenos. Ahora todo va muy
rápido, pagas tus impuestos desde casa sin hacer cola, te envían la
comida a domicilio con un simple clik, ya no tienes que esperar al
sorteo de la lotería porque compras un “rasca y gana” y sabes en
el momento si sigues pobre o puedes mandar a tomar por culo a tu
jefe. Si algún animal tuviera que representar los tiempos que
vivimos no sería la tortuga, lenta, sosa, longeva y con un caparazón
a prueba de balas. De hecho, creo que salvo alguna tribu de Oceanía
y la formación de combate romana, la tortuga no ha representado
civilización alguna... A pesar de eso en la fábula, la confianza de
la liebre le hizo perder la carrera ante la constancia de la
tortuga... Al día de hoy, quedémonos con la paciencia de la tortuga
y la locura de Bugs Bunny.
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