Aquella noche, el
mar no tuvo sueño.
Cansado de contar,
siempre de contar a tantas olas…
Luis Cernuda, (Un
río, un amor)
El
mar aquella noche,
como no tenía sueño,
intentó dormirse contando sus
propias olas.
Olas como chiquillos que
sin embargo,
ignoraron esta vez su
cadencia de rebaño,
siendo sólo asombros,
escombros de estupor
volcados sobre la playa,
uno tras otro,
uno tras otro,
uno tras otro,
amago de emboscadas que
anunciaban su sorpresa
con susurros que encadenaban
al susurro de las olas venideras
y golpeaban con su rostros
de espuma el estertor
de la olas que fallecían
una tras otra,
una tras otra.
una tras otra.
El
mar esa noche,
se durmió al fin,
aunque sus olas siguieron alerta,
contando los besos que nos
dábamos sobre la arena.
Esas olas despiertas,
como chiquillos malcriados,
enredaban sus
desfallecimientos
en el deseo que hacía temblar
nuestras piernas.
El
mar esa noche
se durmió al fin,
sin ser testigo de
nuestros besos.
Por la mañana, olas con
ojeras
fueron a anunciarle lo descubierto,
ese tesoro ardiendo que
fuimos nosotros, sobre la arena.
Con
un bostezo en cada ola
el mar desde entonces, ya
no es el mismo.
Acuna bañistas con pereza,
trabaja de sol a sol,
pretende ser domingo en
todas sus mareas,
pero en realidad,
el mar ya sólo espera la
llegada de la noche,
quiere comprobar si es
realidad
o es sólo leyenda,
esa historia de los besos
que nos dimos
y que repiten los
insomnios de sus olas,
una tras otra,
una tras otra,
una tras otra…
Camino de Madrid,
bar “El reposo del
viajero”
23 de enero.
2 comentarios:
Muy bueno.
Cuánta inspiración!!!
Gracias por el comentario, Yo. Inspiración y unos retoques finales, je je
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