lunes, 26 de noviembre de 2012

LOS FALSOS MITOS (1ª parte)



"El mito es la parte oculta de cada historia, la parte sepultada,
la región que todavía está sin explorar porque todavía no hay palabras
que nos permitan llegar allí...El mito se alimenta del silencio
 tanto como de las palabras"

Italo Calvino (Italia/Cuba, 1923-1985)

         Las personas, como los países, tenemos nuestros propios mitos, nuestras leyendas, nuestras genuinas historias personales. Del mismo modo que se labra la historia de las naciones, a una escala mucho más reducida pero igual de intensa, se forja nuestro carácter. A unos y otros nos van surgiendo los obstáculos que deberemos ir superando de una u otra forma. Viviremos durante nuestra vida multitud de enfrentamientos, que darán pie a victorias, derrotas o resultados incomprensibles.  Surgirán alianzas con otros países, surgirán nuevos encuentros con alianzas ajenas, que darán igualmente pie a otras victorias, derrotas o sorpresas compartidas. Será el modo de superar estas “dificultades”, el camino que hemos escogido para bordearlo y el sitio al que nos encontramos tras esa lucha, lo que va haciendo de nosotros las personas que estamos siendo. El río no elige ser río, no elige siquiera ni el lugar ni el momento de salir a la superficie, simplemente brota y comienza a fluir pendiente abajo. En su camino surgen piedras, vados, senderos, montañas enteras, que deberá bordear para seguir su curso, para seguir siendo río. Hasta el obstáculo más pequeño puede alterar el curso de un arroyo incipiente.  Lo mismo ocurre con nosotros, o al menos algo parecido. Porque nosotros, poco a poco vamos tomando conciencia de las personas que estamos siendo, de los enigmas que acarrea la existencia y de las conclusiones que hemos esta nos aporta. Algunos de esos “enigmas” lo hemos solventado por pura inercia, (“intuición” la llaman algunos), para otros misterios hemos recurrido a respuestas ya dadas optando por la opción más razonable, (“aprendizaje”), la más sencilla y la más lógica. También habrá ocasiones que recurriremos a soluciones ya aprendidas de situaciones similares, (“experiencia”). Pero habrá incluso algunas personas que inventarán nuevas respuestas, crearán nuevos caminos de manera casi milagrosa. Para algunos serán visionarios y genios, para otros simplemente inconscientes y locos: en esto nunca nos pondremos de acuerdo.  El caso es que las piedras en el camino se irán acumulando y las opciones para sortearles serán muy pronto ilimitadas, mostrándose así la existencia como algo infinito: inescrutable, pero adictivo a ratos, a ratos también angustioso. El solventar con éxito unas u otras piedras te llevará inevitablemente a nuevas piedras. Cuando me refiero a “piedras”, no lo hago en un sentido estrictamente negativo. He elegido la palabra piedra por puro azar, por cierta afinidad a esa palabra, quizás por la sólida connotación que conlleva, aunque podía haber elegido, por ejemplo, la palabra “caramelo”, para intentar explicar lo mismo. Y el verbo “solventar” o “superar” quizás tampoco sea el que debería usar en este razonamiento. Se me ocurre que quizás, el más apropiado para lo que quiero decir sea simple y llanamente un verbo como “vivir”. Uno supera con más o menos éxito la muerte de un familiar, pero no creo que sea correcto decir supera su primer beso. Ambas son experiencias que todos “viviremos” y que nos harán tomar determinadas aptitudes y caminos en la vida, pero está claro que una circunstancia será una “piedra” en el camino, y lo otro un “caramelo”. (Perdón por esta aclaración, pero lamentablemente yo no sé alemán, idioma muy poco dado a las ambigüedades y que se supone es el idioma ideal para los juegos filosóficos. Es muy aparente para eso y para sacarles los cuartos a los griegos, ¡qué ironía!, creadores a su vez de la filosofía).

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