martes, 15 de febrero de 2011

EL VUELO DEL GLOBO ROJO

Como llego tarde al trabajo aprieto el paso. La lluvia que se empeña en no cesar, y el cielo gris que amenaza con venirse abajo e inundarlo todo, mientras yo continúo dándole vueltas al encuentro con el loco fallido ¿!... Cuando de repente una vocecilla me saca del ensimismamiento. Vuelvo a alzar la vista intentando prever qué me encontraré esta vez. Y lo que descubro es a una niña perdida en un bosque de marujas, piernas y bolsos de la compra. La niña parece aburrida, ignorada por la marabunta de mujeronas titánicas que la rodean. Pero lo que acapara inmediatamente mi atención es el enorme globo atado a un cordel que la niña arrastra por el suelo. Parece un milagro que aún no haya estallado, pisoteado por alguna zarpa de las mujeres que lo asedian o por los repetidos botes que da contra el suelo. La niña, a ratos, golpea con la puntera de su zapato el globo rojo, pero este, ajeno a su condición se empeña en precipitarse contra el suelo una y otra vez. Parece una batalla perdida, que la niña continúa simplemente por inercia. En este desierto mustio en que se ha convertido el día de hoy, esa esfera roja es todo un arañazo de luz, un oasis de color, del que sin embargo, excepto la niña y yo nadie parece percatarse. Cuando estoy ya a una distancia prudente, casi sin pensar, le doy un ligero puntapié al globo. Patada leve pero que sin embargo alza el liviano globo a una altura considerable, casi al límite de lo que le permite el cordel, muy por encima de la cabeza de la chiquilla. La niña, no se había dado cuenta de mi presencia, y sorprendida, mira intermitentemente hacía el globo y hacía mí, alternando gestos de alegría y de recelo. Noto que me escruta con una mirada profunda. Pienso que para los niños, los adultos somos seres extraños, extranjeros en una tierra perdida a los que cuesta comprender y devolver la confianza. Por eso, esta repentina intromisión en un su mundo, la desconcierta. Pero no hay tiempo para pensar y tasar al desconocido, el vuelo del globo es breve y hay que actuar rápido para continuar manteniéndolo. Para ambos se convierte en una prioridad mantener ese globo en el aire. La niña y yo vamos manoteando torpemente y nos vamos pasando el globo el uno al otro. Me parece escuchar que sonríe con cada uno de sus reveses, aunque no me atrevo a mirarla, pendiente únicamente de mantener la altura de ese improvisado dirigible carmesí. El milagro ha surgido, dos mundos distantes se han encontrado. Y yo soy tremendamente feliz, juraría que aún más feliz que la chiquilla. El día gris se ha esfumado, todo se ha vuelto rojo y elástico, irracional, juguetón y despreocupado. El juego continúa durante quizás algo más de un minuto. Me resulta frustrante no encontrar más colaboradores espontáneos entre tanta gente que nos rodea. Me parece desalentador que no sé ponga toda esa gente a jugar con nosotros, que abandonen por un instante sus mediocridades diarias; que ese globo empiece a viajar de mano en mano, de manotazo en manotazo surcando las alturas más increíbles. Y de repente, el ir y venir del globo se interrumpe, tan rápido como empezó. Alguien tira de la mano de la chiquilla y la arrastra hacía la otra acera, hacía un nuevo batiburrillo de gigantas. El globo cae al suelo y corre tras la niña, atado por el cordel. Al fin la niña y yo cruzamos la mirada. No parece haber tristeza en ella porque el juego haya terminado. Al contrario, hay luz en sus ojos, hay alegría, confianza y hay sobre todo, hay compenetración. Es la mirada de una descubridora que ha encontrado el camino a seguir. Aunque realmente no sé quién ha enseñado a quién el camino perdido. Durante un minuto ambos hemos estado en el mismo bando. Yo he vuelto a ser un chiquillo, y la chiquilla, ha sido simplemente lo que debe de ser: un milagro cargado de fiesta. Quizás en este mundo desorientado ya no nos queden locos, pero afortunadamente nos siguen quedando niños.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí está el cuento para el duelo de la semana pasada. El vuelo del globo rojo. Con un día de retraso, pero de sólo un folio... ¡¡¡por los pelos!!! Quizás no sea necesario leerlo, pero es una especie de continuación de otro cuento: http://hamletsetocapensandoenti.blogspot.com/2010/12/mundo-de-locos-una-historia-verdadera.html
Espero que os guste y como siempre animo a que participe más gente en estos duelos literarios... Por cierto, dentro de ná, el sector albaceteño devuelve la visita a Javi y Goran ¡¡¡que nos vamos pa Utrera!!!

Anónimo dijo...

No sé, no sé, no sé...

No me convence del todo. Sabes que soy tu mayor admiradora, y que te idolatro como al que más, pero este relato no me termina de gustar.

Siempre tuya,
Cris (señorita de Godella de Valencia).

Anónimo dijo...

Qué ganas de leer el cuento de Cris para ponerlo a parir, je je... Na, es broma, críticas aceptadas... Si es qeu yo soy un barroco, y en un folio no puedo decir ná...

Supercalifragi dijo...

Si, afortunadamente nos siguen quedando los niños....