martes, 11 de agosto de 2009

رفض (Un cuento sin usar la letra “o”).

Aba Abd ar-Rahman Azzam Ali ibn Nusayr ibn Abd ar-Rahman Zayd al-Lajmi, a la cual llamaré, (desde este instante y hasta el final de esta fábula para más ventaja y deleite de leyentes y escuchantes), simplemente Azzam Ali. Azzam Ali, más niña que mujer, suspicaz de su pareja, de sus parientes y de su suegra, aunque también fémina cava, casquivana, ligera y huidiza de Alá, une a sus matutinas ansiedades esta madrugada, la de las turbas que empiezan a inundar calles y mezquitas, hammanes y bazares. Granada, musulmana desde hace setenta décadas, y ayer aún sarracena, amanece sin su media luna, caída ésta, increpada y derribada; en su lugar una cruz rumí se levanta: que será Granada desde este día y para siempre, recuperada, hispana y cristiana.


¡¡Qué Alá se apiade de sus creyentes!!. ¡¡Atraviesan las puertas, asaltan las murallas huestes bautizadas. Ceden las atalayas ante el empuje de la desgracia !! La advertencia inunda, cual riada de lágrimas, las calles de la ciudad. Acurrucada, huérfana a las faldas de su Alhambra, que era hasta hace unas lunas, alcazaba altanera y fiada. Desde el Genil sube hasta el Albaycín bruma y andanada de injurias, sacudida de cancelas, quiebra de ventanas, retintines firmes de celadas y armaduras. Cabalgaduras y catervas de militares infieles dejan tras de sí tupidas hileras de islamitas que se ahuyentan de sus casas, de sus viviendas agarenas.

Azzam Ali, perdida, asustada, atrapada, se sabe incapaz esta mañana de llegar entre tan repentina algarabía a su carmen. Deja pues que la muchedumbre la arrastre, desea que entre tanta gente, Alá, esa deidad de la que a veces descree, haga transmutar su materia de gallarda puta a vara de mimbre. Aire anhela ser Azzam, tal vez ser el agua de una acequia que la lleve rápida a las afueras de Granada. Su fragilidad, su ligereza de caña, su mirada extraviada en nada pueden enfrentarse a tan multitudinaria huída, y decide virar su peregrinaje hasta la casa de su padre, palacete que se ubica en el arrabal: sus paredes y ventanas más alejadas de este inevitable desfile de penas y penitencias.

Su padre ya está en la puerta. Intuía la llegada de su hija, y sale a esperarla fuera. Caída entre las callejuelas su piel de ramera, la figura que aparece ante Yussuf vuelve a tener talante y maneras de niña y de hija, también de fruta y esperanza. Que Azzam es para Yussuf cada mañana, la primera de sus alegrías, de esas mismas mañanas que al padre le traen nuevas albas, y a la hija, nuevas idas y venidas entre la negrura de estancias y pasajes.

Se abrazan sin decirse nada, empapan de lágrimas sus mejillas y espaldas y funden sus túnicas en un ir y venir de muecas, en una rueda de ademanes, en un descubrir y desmigar las almas entre las esquinas y curvas de sus vestimentas.

- ¿Qué demencia flagela la ciudad, padre? ¿Cuál es la causa de tanta tristeza?


- Apenas sé que decirte, querida niña.- gime el padre.


- ¿Y qué le pasará a nuestra casa?


- La mula es muy pequeña, hija mía. Sus talegas estrechas para guardar en ellas nuestras paredes y sus filigranas de arcilla. Nuestra casa debe quedarse aquí, hija del alma..

- Y dime padre, y que Alá te tenga entre sus palmas. ¿Restablecerá Granada algún día su fe musulmana?

La respuesta, ya se sabe: رفض. Fue siempre la misma respuesta esa mañana y será siempre la misma pasadas las centurias, hasta llegar a mis días. Fue la misma a cada suplica de la hija: رفض. Para acabar esta quimera diré que tendrán las últimas plegarias de Azzam silueta de arena, y regará su estirpe las arenas del Sáhara. Su padre Yussuf, tendrá más suerte: fallecerá antes en la ciudad ya bautizada cristianamente Almuñecar.


Advertencia: Has de saber, si ya estás en el final de esta fábula, que esta leyenda está escrita sin usar en ninguna de sus partes, ni en sus palabras ni en sus frases, esa letra, que es cuarta, situada después de la i y antes de la u. Aunque admite Julián María Guzmán Tapia, pequeña trampa y licencia, pues رفض en árabe significa no, y ahí, esa letra, es inevitable.

2 comentarios:

Julián Mª Guzmán. Club de Lectura Aljaima dijo...

Lo mismo que el anterior, estoy rescatando cuentos antiguios, para aquellos que no tuvieron la oportunidad de leerlos en un principio. También haciendo tiempo, tapando como buenamente puedo estas semanas de absoluta carencia creativa...Un saludo a los nuevos seguidores.

Alicia dijo...

Éste es uno de mis favoritos.