El cuatro ha sido desde tiempos inmemoriales un número sin personalidad. Sin embargo diremos a su favor que, al cuarto día Javier se pudo levantar sin necesidad del líquido elemento, el espíritu del Camino había hecho mella en él y en su estómago…
Tras 112 km de caminos de cabras y andurriales, Elena no se le agotaba la cuerda peregrina por muy cansada que estuviese y las historias fantásticas eran enlazadas unas a otras por el mismo hilo conducto… el interminable camino. Fuera por la mala vida que llevaba o por la comida en los bares del recorrido, Javier sentía unos retortijones en la barriga que eran resueltos tras la primera mata de rastrojos más alta que un hombre en cuclillas. Ese día, su cara cambiaba de color pasando del verde limón al blanco nuclear dependiendo del retortijón, si era de salida inmediata o salida anticipada. Ante tal estado, uno de los gentiles peregrinos se apiadó de él dándole unas pastillas para cortar aquella cloaca andante, y con un “buen camino” se despidió sin volver la vista a atrás. Entonces, Javier empezó a pensar que el camino era el lugar ideal para un psicópata ,que haciéndose pasar por peregrino ,fuera repartiendo pastillas para cargarse a cagones como él... pero sus dilema se esfumó cuando un retortijón le hizo elegir morir por el psicópata o por sus cagaleras… Otra duda le asaltó, si lo último que recordaba era una timba, ¿dónde había conocido a Elena?...y ¿porqué la gente es tan amable aquí’? ¿cuándo desaparece la amabilidad cuando regresan a casa?...
Tras 112 km de caminos de cabras y andurriales, Elena no se le agotaba la cuerda peregrina por muy cansada que estuviese y las historias fantásticas eran enlazadas unas a otras por el mismo hilo conducto… el interminable camino. Fuera por la mala vida que llevaba o por la comida en los bares del recorrido, Javier sentía unos retortijones en la barriga que eran resueltos tras la primera mata de rastrojos más alta que un hombre en cuclillas. Ese día, su cara cambiaba de color pasando del verde limón al blanco nuclear dependiendo del retortijón, si era de salida inmediata o salida anticipada. Ante tal estado, uno de los gentiles peregrinos se apiadó de él dándole unas pastillas para cortar aquella cloaca andante, y con un “buen camino” se despidió sin volver la vista a atrás. Entonces, Javier empezó a pensar que el camino era el lugar ideal para un psicópata ,que haciéndose pasar por peregrino ,fuera repartiendo pastillas para cargarse a cagones como él... pero sus dilema se esfumó cuando un retortijón le hizo elegir morir por el psicópata o por sus cagaleras… Otra duda le asaltó, si lo último que recordaba era una timba, ¿dónde había conocido a Elena?...y ¿porqué la gente es tan amable aquí’? ¿cuándo desaparece la amabilidad cuando regresan a casa?...
Gracias a la lluvia, Elena calló durante un rato y Javier pudo reflexionar sin interferencias…pensó que quizás no le vendría mal estar haciendo el camino, quizás podría poner en orden su vida y quizás había algo de verdad en todo aquello… quizás…
Final del cuarto día: Llegada a Ponferrada. Vino del Bierzo con unos garbanzos y un buen filete de ternera. Javier deja oficialmente de quejarse, hará el Camino por voluntad propia, Elena está algo más calmada… Eso es¡ me ganó por un full de reyes y ases… que cabrona…
2 comentarios:
Javi ¿qué hacemos con Cris? Convencela tú de que al menos proponga un tema para la próxima semana, que esto se queda muy parado. Madre mía sin no tengo tiempo ni pa comé y encima os pido mambo...
¿Javi? No hay más historias del camino, seguro que sí, que están muy entretenidas...Un saludo. Julián.
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