No por borrar la
huella
se borra el pie que
la dejó.
(Miguel Ángel Arenas)
I
discrepo,
intuyo que debe ser la huella
la que que permanezca
y el pie quién siga su camino
y perezca.
A cada paso tuyo, a cada huella en la arena,
le asaltará inmediata la ola
que quiera hacerse con ella,
zalamera surgirá la curva de
mar,
con sus collares de espuma,
sus inevitables cantos de
sirena
y murmullos de abismo,
que pretenderá besar tu brecha
abierta,
apoderarse de ella,
tu estela en la playa,
tu presencia de arena.
Así, se repite esta breve escaramuza
en todas las orillas de la
tierra,
a cada instante,
a cada instante,
tras un paso, otro paso,
y otro,
y otro,
y bajo cada paso,
un eco en la arena.
Y tras cada eco hecho hueco,
el inmediato amago de hurto de
esa cadencia.
Del mismo modo que el hombre camina por la arena,
y siente que el mar le acecha,
pelea el hombre contra sí
mismo,
pelea contra otros hombres,
otros hombres que al hombre
acechan.
Debemos ser cientos, debemos ser miles los hombres que
caminen,
los hombres que bordeen todas
las riberas.
Debemos multiplicar nuestros
pasos,
nuestra rastro de retales en la
asediada arena,
debemos llegar lejos,
muy lejos,
a todos los rincones de la
tierra
lejos de litorales, riberas y
fronteras.
II
Como un mar desesperado, querrá un hombre inmóvil
amputar la huella del que se
multiplica,
querrá al fin ese hombre
quemar nuestras lenguas
incapaz de incendiar las palabras
que nos habitan,
querrán ese mismo hombre
arañar nuestros besos,
agoniza por marchitar lo que
en nuestros labios grana,
que corte su hacha de rayo
nuestras manos:
será inútil talar nuestro
aguacero de puños.
Querrá ese hombre al fin,
apoderarse de nuestro cuerpo,
retornar así el polvo a ser
polvo que se habita,
polvo estiércol,
polvo llanto,
polvo quieto,
a ser el hombre sólo barro y
la mujer costilla sola,
arcilla, ladrillo para el
látigo y barbecho para la hoguera,
hombre sólo piedra en una honda.
Debemos ser cientos, debemos ser miles los hombres que
caminen,
debemos ser siempre más que
las olas del mar,
que no por amputar nuestros
pies que marchen y peregrinen,
se borren las huellas que por
la arena y la piedra germinen:
en cada huella que dejamos,
está todo lo que somos.
Dedicado a Rocío.
Malabo, 11 de abril del 2015
2 comentarios:
Hay muchas huellas marcando nuevas direcciones y casi no nos damos cuenta porque queremos que los cambios sean inmediatos, pero tranquilo hombre poeta - dice Galeano "la Historia, es una mujer de direcciones pesadas" - y mientras ella digiere, yo estoy segura que el contorno de estas huellas está creando algo más hermoso que lo que había.
precioso poema
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