I
Aferrada a un litoral azul en el que la historia se vierte,
Andalucía
de casas blancas
y
hombres grises.
La
luz del día cayendo a raudales como una hilera de recuerdos,
con
sus mismos titubeos cada madrugada,
¿es
este el pueblo que me ha llamado?
¿no
será este un pedazo de tierra equivocada?
A la orilla del mar azul,
Andalucía
con casas de cal y légamo
y
mujeres como estuarios de sombra y aceite,
Andalucía
de bruces contra unas olas incapaces de limpiar
los
embustes que no se fueron con la noche,
los
amores furtivos con sus besos caídos por la arena,
¿fue
la grana y el oro quiénes gobernaron este pueblo?
Andalucía fue hace años trinchera,
grito
de furia ¡detente fuga!,
de
sal fueron sus casas cuando las miró Paco en su partida,
pescadores, jornaleros, cantaores, todos se fueron con él,
murió con él toda Andalucía,
se
llevaron con ellos sus espaldas y sus ojos
labrantíos
de sueños y requiebros,
volvieron
a quedarse solas tus manos…
Pero
la huída no era huída si era Camarón quién la cantaba.
Pero
la muerte sí es más muerte si es tu silencio el que queda.
A la orilla del mar quedó Algeciras baldía,
huera
huerta de hijos huérfanos.
Detrás
de Andalucía, montañas, y tras
las
montañas, ecos de montañas aún más altas,
cuajadas
de misterios moros.
Andalucía tan cerca de ese otro mar de zanjas
secas,
pretende
la meseta ser ola en cada latifundio,
se
arriman sus viñedos a escuchar tus coplas,
disparates,
gigantes, molinos, lidias y ocasos,
todos quedan callados:
todos quedan callados:
Entre
mar y mar, Andalucía.
Entre
silencio y silencio, tu guitarra.
Pero son imparables los naufrágios
que cada mañana llegan a los pies de Andalucía,
que cada mañana llegan a los pies de Andalucía,
la
capitulación de la locura castellana.
Así
cada mañana vence el oleaje de arados y surcos
a
este mar que separa gitanos de turcos.
Cada
mañana…
vence
la encina al olivo,
vence la niebla al rocío,
vence la cruz a la
luna nueva,
vence el
ancla al viento,
vence
el silencio a la fuente,
vence
dios al Hombre,
vence
la pena a la guitarra
II
Andalucía, siempre tan cerca de las más
bellas huidas,
clavada
como un dolor en mitad de estos mares,
siempre
cuna de sorpresas, siempre refugio de guitarras y poetas.
Son tus sones ecos romanos y moros,
pueblo
andaluz barbecho de naciones enteras,
secarral
de esfuerzos,
páramo
de conquistas y canciones.
Es tu guitarra, Paco, la única que sabe
escribir en esta orilla
a
orillas del verbo que se hizo arcilla,
llegó
a este pueblo el compás a horcajadas del barro,
minúsculas
muescas de fango que se convirtieron en astillas
clavadas
en el corazón de los señores
brasas
en la conciencia de los hombres.
Aunque de ese primer
incendio ya nadie se acuerda.
La voz de tu guitarra encalló en la belleza excesiva de tu
caligrafía.
Es el ojo de tu guitarra pozo en el que Andalucía con gusto
se anega, lanza en él sus despojos,
promesas de vida nueva.
promesas de vida nueva.
Unas se las lleva la mentira
otras quieren recuperar ese eco ancestral
de pozo como boca abierta, de pozo como ojo que mira.
¡Andalucía que ya a nadie vences,
Andalucía que ya nadie venera,
recuerda al menos lo que eras!
Una tierra en la que vencía el
olivo a la cepa,
en la que vencía el rocío a la arena,
en la que vencía la luna a la misa,
en la que vencían los andaluces a los
dioses,
en la que vencía la fuente a
las cadenas,
en la que vencía Paco
de Lucía al silencio.
III
A la orilla del
Mediterráneo,
apoyada tu espalda en la meseta,
¡sigue siempre Paco tocando tu guitarra!,
será siempre tu cuna Algeciras,
con todo un pueblo de andaluces
que junto a ti caminan y te escuchan y respiran,
que junto a ti caminan y te escuchan y respiran,
¡Cuándo deje de sonar tu guitarra,
no será Andalucía quién enmudezca,
será el Mundo entero quién se calle!
2 comentarios:
Muy bonito homenaje.
Gracias Diana por tu comentario.
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