sábado, 11 de abril de 2015

PASOS Y MÁS PASOS EN LA ARENA




No por borrar la huella
se borra el pie que la dejó.
(Miguel Ángel Arenas)

I

         Leo y releo este breve poema y medito,
discrepo,
intuyo que debe ser la huella la que que permanezca
y el pie quién siga su camino y perezca.

         A cada paso tuyo, a cada huella en la arena,
le asaltará inmediata la ola que quiera hacerse con ella,
zalamera surgirá la curva de mar,
con sus collares de espuma,
sus inevitables cantos de sirena
y murmullos de abismo,
que pretenderá besar tu brecha abierta,
apoderarse de ella,
tu estela en la playa,
tu presencia de arena.

         Así, se repite esta breve escaramuza
en todas las orillas de la tierra,
a cada instante,
tras un paso, otro paso,
y otro,
y otro,
y bajo cada paso,
un eco en la arena.
Y tras cada eco hecho hueco,
el inmediato amago de hurto de esa cadencia.

         Del mismo modo que el hombre camina por la arena,
y siente que el mar le acecha,
pelea el hombre contra sí mismo,
pelea contra otros hombres,
otros hombres que al hombre acechan.

         Debemos ser cientos, debemos ser miles los hombres que caminen,
los hombres que bordeen todas las riberas.
Debemos multiplicar nuestros pasos,
nuestra rastro de retales en la asediada arena,
debemos llegar lejos,
muy lejos,
a todos los rincones de la tierra
lejos de litorales, riberas y fronteras.



II

         Como un mar desesperado, querrá un hombre inmóvil
amputar la huella del que se multiplica,
querrá al fin ese hombre quemar nuestras lenguas
incapaz de incendiar las palabras que nos habitan,
querrán ese mismo hombre arañar nuestros besos,
agoniza por marchitar lo que en nuestros labios grana,
que corte su hacha de rayo nuestras manos:
será inútil talar nuestro aguacero de puños.
Querrá ese hombre al fin, 
apoderarse de nuestro cuerpo,
retornar así el polvo a ser polvo que se habita,
polvo estiércol,
polvo llanto,
polvo quieto,
a ser el hombre sólo barro y la mujer costilla sola,
arcilla, ladrillo para el látigo y barbecho para la hoguera,
hombre sólo piedra en una honda.

         Debemos ser cientos, debemos ser miles los hombres que caminen,
debemos ser siempre más que las olas del mar,
que no por amputar nuestros pies que marchen y peregrinen,
se borren las huellas que por la arena y la piedra germinen:
en cada huella que dejamos, está todo lo que somos.


Dedicado a Rocío.
Malabo, 11 de abril del 2015




2 comentarios:

Supercalifragi dijo...

Hay muchas huellas marcando nuevas direcciones y casi no nos damos cuenta porque queremos que los cambios sean inmediatos, pero tranquilo hombre poeta - dice Galeano "la Historia, es una mujer de direcciones pesadas" - y mientras ella digiere, yo estoy segura que el contorno de estas huellas está creando algo más hermoso que lo que había.

precioso poema

Antonio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.