viernes, 28 de noviembre de 2008

El Barbero de Bagdad ( 1ª Parte )

Said era un ser entrañable de aspecto extravagante...

Paseaba por el barrio Ibn Khaliffa cuando aún se podía y zas!, un torrente de agua impactó en plena calle sin el acostumbrado preaviso sonoro. En medio de la confusión, un hombre con cara de berenjena pocha aún sostenía el cubo del delito en posición horizontal; un coro de chiquillos reían compulsivamente señalando a un occidental con aspecto de galgo recién salido del Tigris...todo un baño de multitudes...De esa manera tan cómica conocí a Said, el barbero con peor puntería de toda Bagdad.

De barba rala, calvo y un sospechoso temblor de manos, perpetraba su oficio ancestral sin apenas incidentes, salvo cuando se empeñaba en realizarte su famoso “corte de pelo”. Oficio heredado de su abuelo, aprendió “el corte de pelo” ya desde su más dura infancia entre ovejas y familiares. Sus actuales víctimas-clientes podían ser reconocidas con “orgullo” en cualquier parte del país... parecían haber salido de la misma fabrica de cacerolas.

Para quienes piensen que el afeitado a cinco hojas, con vibración en el mango de la maquinilla es lo último, para las 3/4 partes del planeta lo más parecido a eso es un barbero como Said. Ejerce en un cuchitril cuya higiene esta empadronada en una calle de Oslo y su sonrisa nos muestra que el fluor no ha llegado a su vida.

El barrio de Said era un canto al reciclaje, el Guggenheim de Babilonia, jalonado por chapas de casi todas las compañías petroleras, muros sin enlucir y siempre al fondo, un descampado con niños jugando al bíblico juego del fútbol-lata.

Nuestro Fígaro era más conocido por su trastienda que por su arte barberil. Suministraba analgésicos y lápices en el último embargo, artículos estos, vetados por Naciones Unidas en un intento de inmunizar a la población contra el dolor y de paso, evitar con el grafito de los lápices la fabricación de una bomba atómica...la de lápices que llevarán gastados los iraníes...

Si los embargos hubieran durado un poco más, la segunda lengua del país habría sido el ruso y la tercera el chino. Gracias a ellos nunca faltó en la mesa de cada iraquí un lanzagranadas que llevarse a la boca.

Para cuando se le acabaron los lápices y las aspirinas los niños habían dejado de ir a la escuela para recoger chatarra o vender baratijas a los norteamericanos y los dolores, se curaban ahora con alcohol. De repente la moda cambió, el bigote dio paso a la barba espesa sin arreglar. Eso llevó casi a la ruina a Said que al poco, vio renacer su negocio de la trastienda vendiendo artículos religiosos para los hombres de barba poblada.

Desde el día que me “bautizó” con el agua de fregar, nunca me cobraba el afeitado, a cambio, le regalaba libros de astronomía, afición que empezó cuando llegaron los malos tiempos. Algunos hombres bebían, otros se suicidaban, algunos pactaban con la nueva realidad, unos cuantos se dejaban la barba y no paraban de leer el Corán y Said, miraba las estrellas. La noche era el único momento del día que las bombas callaban, los asesinos dormían y el resto rezaba para no despertar...silencio...sólo silencio...

No era un simple acto de voyerismo celestial, miraba las estrellas para buscar soluciones al caos en el que vivía...un puro acto de filosofía práctica.

A la mañana siguiente cada afeitado era una incógnita, el argumento nunca se repetía y surgía, un relato más elaborado que el de la mañana anterior. Iba construyendo un edificio sin andamios dialécticos, no importaba...¡construir! ...¡construir!...

Para un occidental aquello era vertiginoso, llevamos siglos hablando del andamio pero nadie se ha atrevido a poner ni un solo ladrillo en nuestro edificio...si hay edificio...

Hablaba inglés como un nativo, nativo cheroki, aunque aquí en el salvaje oriente medio nos arreglábamos con tres palabras de francés, cinco en árabe y la todopoderosa imaginación el resto. Siempre coincidíamos en reírnos a la misma vez, difícil si lo que te está contando es algo triste y te ríes pensando que es un chiste, puede ofenderse y acabar sacándote la navaja por la coronilla. Tenía un telescopio de la era soviética, rústico pero de buenas lentes. Conocía todas y cada una de las constelaciones del firmamento de este hemisferio y el resto los aprendía de los libros que le suministraba. Una vez le pregunté como de la observación de las estrellas podía sacar conclusiones tan profundas sobre la condición humana, su respuesta fue clara como el petróleo -” miro al espejo cuando todo está en calma para ver mejor”—, era un filósofo en el mejor sentido de la palabra.

Una mañana al entrar en la barbería me encontré con medio barrio dentro. Con la mano aún en el picaporte, quedé indeciso a entrar. Said con un gesto me invitó a pasar. Todos tenían cara de histeria contenida y eso me asustó un poco.

A pesar de conocerlos a todos: el farmacéutico tuerto, el zapatero cojo, el ciego que regentaba la teteria. . .en fin un elenco de despojos humanos fruto de muchas guerras sin tregua, sentí inquietud. Me sentaron amablemente de un empujón en la silla de barbero y casi sin tiempo a balbucear, soltaron la noticia...

El ciego ya tenía un vaso de té que extendió al aire esperando la mano que me lo hiciera llegar, mientras el farmacéutico encendía dos cigarrillos, miró las boquillas y creo que me dio el menos higiénico...la situación no era para rechazar un cigarrillo babeado. Con cara de gastroenteritis, vaso de té quemándome los dedos de la mano y todo el miedo del mundo a punto de escapar por la parte trasera de mis pantalones, esperé las siguientes palabras con pavor. -Anoche tuve un sueño. . .-dijo Said con solemnidad.

6 comentarios:

Tresmasqueperros dijo...

Javi me ha dado algunos problemillas con el tipo de letra. No sé como corregirlos. La fotico la he puesto, aunque no estaba seguro de lo que tu querías. Un saludo. ¡¡¡Ya estamos los tres!!!

Ra dijo...

Perdón? Podríais aumentar o cambiar el tipo de letra? Me es imposible leerlo....

Thanks in advance!

Tresmasqueperros dijo...

Estamos trabajando en elloo (con voz de aznar imitando el acento tejano), perdonen las molestias...

Anónimo dijo...

Muy bueno. Saludos don Javier.

Tresmasqueperros dijo...

Ahora ha quedado un poco mejor. Javi, la segunda foto la he improvisado. Imposible encontrar imágenes de tu barberia de Bagadad. Ya me dirás que te parece cómo va quedando esto. Un saludo

Leandro dijo...

En el cole, de pago y gente bien, también jugábamos al futbol-lata en el recreo. Lata de Coca-Cola aplastada verticalmente, como una pastilla de hockey sobre hielo con aristas. Llegamos a perfeccionar el juego hasta el punto de levantar la lata por encima del sufrido portero, centrar, pararla con el pecho, rematar de cabeza... todo un arte. Jugábamos en la pista de baloncesto. Si había llovido (entonces aún llovía), las baldosas deslizantes incrementaban la dificultad del juego. Y la emoción. Y el riesgo. Un par de accidentes sin graves consecuencias acarrearon una profiláctica prohibición. Nadie quería males mayores. Teníamos quince o dieciséis años, y en aquél colegio no había niñas. Qué lejos de los niños persas que hacen de la misma lata el objeto de un juego bíblico en un descampado. Volveré. No quiero perderme la segunda parte