En
una mesa donde se mezclan una underwood desmontada en proceso de
reparación, un destornillador, tres botellas vacías de cervezas
ejerciendo de cenicero, papeles y más papeles, un abrecarta con
forma de Tizona, un paquete de cigarrillos en vías de extinción,
Gabirol y Spinoza comparten rascacielos de libros con Martín que
vive en el ático.
Es
un edificio bien avenido. De vez en cuando, Steinbeck sube a visitar
a Martín y mantienen largas conversaciones sobre cualquier cosa
menos de las imágenes
polisèmicas de Alterman o Penn. Guri ya no se habla con estos dos
desde que dejaron de pagar la cuota de la comunidad hace tiempo...
Una
baraja de cartas del Luxor de Las Vegas sigue tentándome a ver si me
animo a cambiar la rotativa de prensa por un programa nocturno para
engañar a desesperados por la Crisis...
El
pequeño diccionario de inglés de tapas “verde alemán” comparte
VPO con uno de lengua española... se llevan bien... nadie los
molesta... Un sentido a la Vida de Saint Exupèry saluda todas las
mañanas a su vecino del 1º Andric, empeñado que el Drina no se
desborde y se lleve por delante el Puente...demasiado tarde Ivo... ya
se lo cargaron en los noventa...
Es
otoño y su luz menguante hace que la lámpara de pie del Ikea ayude
a iluminar las miles de palabras que se resguardan de mi indiferencia
en cada apartamento. Miro por el RETROVISOR y reflexiono... quizás
no sea otoño... quizás en la habitación donde sobreviven mis
vecinos haya demasiada luz, demasiada intensidad... quizás haya luz
de invierno... quizás todos estos años mi memoria no haya
conseguido interpretarles adecuadamente, otorgándoles la luminosidad
precisa...
Unamuno
me hace señas desde su sentimiento trágico de la vida. Le observo
por unos instantes, y le digo Adiós con la mano... demasiada cultura
judeo-cristiana para estas alturas de la vida. Termino un cigarrillo
y mi última cerveza fría.
Pongo
un disco.... Euforia...me abro una guinness...selecciono Oxalà y
brindo por mi vecino Martín y sonrío... sonrío como lo haría él
desde su ático a miles de kilómetros de distancia si escuchara
cualquier canción que le recordara... pensándolo bien... quizás...
hubiera preferido A Naifa... y vuelvo a sonreir.
1 comentario:
Qué alegría volver de un largo viaje y descubrir esta pildorita literaria. Una pequeña sorpresa que me permite seguir viajando, saltar de esta España aturdida y llegar hasta la misteriosa costa adriática... Gracias a quién ha escrito esto.
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