viernes, 31 de julio de 2009

COMIENZA LA SEGUNDA TEMPORADA...


A nuestros excelentísimos lectores:
Tras diversas empresas y peregrinajes que nos han mantenido ocupados con desigual fortuna gran parte de estos últimos tiempos, regresamos para deleite de nuestros leyentes y escuchantes, prestas nuestras plumas y henchida nuestra verborrea con fántasticos y diabólicos vocablos traídos de allende esas tierras que han sido testigos de nuestros pasos.

Se hace saber también que los comentarios en este lugar con muy apreciados. No se alimenta el literato sólo de aire.

Para empezar, esta semana, el duelo versará sobre las cuatro palabras siguientes:

hoja, minero, camino y vaso.

Caballeros, ya saben las normas:

Licencia únicamente para siete días.

Una hoja (tasada en dos maravedíes).

Y toda la inventiva posible...



SUERTE Y HACED SANGRAD VUESTRAS PLUMAS.



miércoles, 29 de julio de 2009

AFTER THE STORM

“Para un mundo sin esperanza hasta el más inútil puede ser el Mesías” Goran Zelic


(Escena 1ª)
Jean Claude miraba la escena como un observador más pero sin la perplejidad de los viandantes. Aún se escuchaban los silbidos del vapor escapándose por las válvulas de aquella locomotora, retorcida y empotrada en el consistorio de Sarajevo. Al final de la avenida, un convoy de vagones huérfanos de tracción se acercaba lentamente con el dulce rumor del metal sobre los raíles.

Dufré sentado entre los escombros tenía una mirada cómplice pero denotaba un cansancio extremo. En la cara, aún ennegrecida por el carbón, brillaba una sonrisa de victoria. A lo lejos, un destartalado Renault 4 blindado con chapas de acero pintado con una rústica cruz roja, se acercaba a toda velocidad sorteando contenedores de basuras colocados a modo de improvisadas barricadas. Frenó, derrapando 180 grados. De aquel engendro de vehículo, salieron a su manera, Zoran y Popovic ayudados con sus respectivos bastones y quejidos reumáticos… lo habían conseguido.

(Escena 2ª)

Zoran y Popovic, con movimientos reumáticos pero con la determinación de la honestidad, recogían cualquier cosa que pudiera ser quemada en la caldera. Jean-Claude ,que desolado los miraba con la impotencia de la derrota, se quitó el pañuelo del cuello y se tapó la cara en un gesto de rendición... mientras Dufré, con las manos cerradas miraba al cielo dándose pequeños golpes en la cabeza...
Un pequeño rumor fue tomando forma, de la abstracción sonora pasó a distinguirse notas musicales con cierta coherencia rítmica...y como todo milagro humano fueron trombones, trompetas, violines, acordeones quienes al son de una peculiar versión de la novena sinfonía de Beethoven, acompañaron a Baudelaire, Mark Twain, Miguel de Cervantes, Karl Marx, Camus, Kafka, Seneca, John Steinbeck, Aristoteles hasta La Benevolencija Express... Jamás en la Historia Universal, una biblioteca salvó tantas vidas con su combustión... ahora John Steinbeck sería recordado por los habitantes de Sarajevo por la insulina de Svetlana o Cervantes por la penicilina de Marko...
(Escena 3ª)
La guerra puede volver al cobarde en héroe, al inteligente en necio y así hasta el aburrimiento.
-Dijo el bibliotecario Goran Zelic : “Vosotros os escandalizáis de mi propuesta?... es demasiado tarde para eso... cuando vuestro nuevos líderes salieron con megáfonos a la calle con argumentos estúpidos, nadie de los presentes les replicó, cuando empezó la locura nadie se acordó de estos grandes autores, donde estaba vuestro conocimiento de los libros sagrados para consentir el odio y la muerte...Quién se acordó de Camus, cuando el ángel de la peste os contaminó. Ahora por cada libro que se queme en esa caldera, una vida será salvada, no con palabras ahogadas en tinta sino con el sentido humano de quienes las escribieron.
Si con la lectura de ellos no pudisteis oponeros a esta barbarie dejad que ellos lo hagan por vosotros. Silencio...
(Escena 4ª)
A sus setenta años, Popovic y Zoran jamás hubieran imaginado que la artritis y la diabetes fueran impedimentos para hacer el trabajo de sus vidas. Ferroviarios adscritos al sindicato desde sus orígenes, estos dos convencidos de los ideales de Tito estaban en una alcantarilla esperando saltar por los aires un cruce de vías. Talento aprendido en su época partisana, ahora luchaban por una causa algo más surrealista, introducir un tren cargado de medicamentos en pleno corazón de Sarajevo y de paso un poco de dignidad. Algunos piensan que quienes han sufrido la calamitosa experiencia de la guerra se encuentran mejor preparados para soportar otra y eso, créanme, no es cierto... el dolor no inmuniza contra la tragedia... La llamada para esta última acción les llegó como las cosas importante de la vida, de repente y sin preaviso
(Escena 5ª)

domingo, 19 de julio de 2009

GORAN ZELIC SOMOS TODOS



Miraba a través de la roñosa persiana sin dejarse ver. Contaba una y otra vez, perdiendo el número que le tranquilizara, pero era imposible. La plaza se había convertido en una marea humana de color verde, y hasta donde la vista alcanzaba el rumor esmeralda le producía un dolor cada vez más intenso en su pecho.

Al unísono, miles de voces proclamaban aquello de “Goran Zelic somos todos”… y el dolor fue bajando hacia el brazo izquierdo…

-NO ¡ , he dicho que NO¡. De aquí sólo podrá salir con los pies por delante- …“Goran Zelic somos todos”…

Los pasillos eran un trasiego de individuos con pánico, quemando papeles en improvisadas chimeneas con manos temblorosas. Mientras, en un rincón de la gran sala de reuniones, un hombre de mediana edad de barbas exuberante, negras como el carbón, miraba con la tranquilidad que sólo otorga la certeza de la muerte. Junto a él, un par de seres adiestrados en el viejo arte de la tortura y el asesinato, de cabezas afeitadas y chaquetas de cuero negro , temblaban como colegialas en días de exámenes… El barbudo los miraba sin gesto alguno, como quién observa una mata de tomates…Goran Zelic no era un gran orador, no tenía dotes diplomáticas, jamás se propuso generar todo aquello… ni siquiera se llamaba Goran Zelic…

SI OS INTERESA, PROSIGO.


El pánico se apoderó de él. Con una mano se agarraba al pecho, con la otra llamaba a uno de sus subordinados.
- Sacad a Zelic a balcón, que tranquilice a la masa, sino…
- Sino ¿qué, señor?
- No sé, asustarlo con cualquier cosa.
- Señor… es Goran Zelic, ¿Qué le voy a contar?
- ¡ Sacadlooo¡
A empujones, fue sacado al balcón cerrando las puertas y , a través del cristal, observaron la reacción de la gente congregada. De repente se hizo el silencio absoluto…

Zelic con la mirada perdida alzó la cabeza, cerró los ojos. Estaba cansado, por su mente pasaban miles de pensamientos…Abrió los ojos, dirigió su mirada a la miles de personas que guardaban en silencio… Levantó la mano abierta… el pueblo iba a romper a vitorearle cuando…cerró el puño, se giró y dio tal puñetazo en la puerta del balcón que el sonido de los cristales rotos sonó como el tañir de una campana. Inmediatamente un grito tribal de miles de voces ensordecedoras explotó en una avalancha hacia las puertas del edificio…el resto es historia…After the Storm


viernes, 17 de julio de 2009

COSMOS

Hace años existían dos teorías sobre el cosmos. Una sostenía que se expandía, la otra que se contraía. Después de eso dejé de leer y no sé como acabó todo…

Estos meses estuve pensando sobre el sentido de la vida, si la vida, la importante, la de cada uno… y me vino a la mente el Cosmos…

La existencia humana viene a ser como un planeta que se circunscribe dentro de un sistema de más planetas, orbita alrededor de un sol, mientras tanto el Cosmos se expande y te vas alejando poco a poco del resto.

Si tu Sol se enfría, tú te congelas. Si por el contrario brilla demasiado, te chamuscas.

Pero esto no va de Astronomía…

Pasan los años y pasan los planetas. Dejas de orbitar en la misma galaxia y todos tus viejos planetas dejan de ser compañeros de viaje a través del espacio… Al final acabas por girar sobre tu mismo eje, los demás cambiaron el suyo hace tiempo.

Al menos queda la esperanza… el Universo está lleno de estrellas por descubrir.

Pero esto no iba de Astronomía…

El viaje ha comenzado…

viernes, 10 de julio de 2009

LOS PUENTES DE CALATRAVA





No, los puentes de Calatrava no son los puentes de Madison. De hecho, son la beatificación de una pieza de ingeniería a figura celestial… Calatrava es una fábrica de hacer santos…visto uno, vistos todos…

Si vais por Sevilla te encuentras un “San Antonio” que se llama Puente del Alamillo. Cuando sales de la estación de autobuses de Jerusalem (tras 100.000 controles) te encuentras el mismo, algo torcido pero es otro “San Antonio”. Bueno, en fin, sea cual sea la ciudad que visitéis que tenga un “Santo” de Calatrava, jamás las asociareis con sus puentes, porque un martillo es siempre un martillo.

Aclarado esto sobre los puentes de Calatrava, viene el relato.

A penas contaba siete años y una tarde de verano se fue, no sin dolor que la vida se paga…aunque tengas siete años… Se hizo el silencio… tanto que incluso no hubo preguntas que hacerse… cada vez me gusta menos el verano…

Amanece, desde uno de los ventanales se divisa un Martillo de Calatrava, perfecto para no pensar en nada, el arpa no suena, está inmóvil mientras el sol anaranjado de la mañana lo maquilla, blanco como la nada, mudo como la eternidad.

Pienso en Perec, en Vian , en Tabarly… en todos aquellos que siguen conversando en esa eternidad que sólo debería acceder quienes ya vivieron los suficiente para tener algo que decir … toda una eternidad…

El sol ha salido completamente y sus rayos devoran el blanquecino martillo con cuerdas… ya no es un arpa, la luz desvela el engaño… es verano…

Miradas perdidas, pensamientos congelados.

Busco la botella de Ouzo, alzo la copa y celebro el maravilloso acto de la VIDA.

martes, 30 de junio de 2009

Se cierra el Telón


Siempre sostuve que escribir lo podía hacer cualquiera, otra cosa era tener algo que contar.
Tengo un Amigo que cumple la doble condición: Sabe escribir y tiene algo que contar.

(Son las seis y cuarto de la madrugada, me gusta hacer constar la intrahistoria de los relatos)

No recuerdo en que película de artes marciales escuché aquello de “si no puedes ser poeta al menos sé la poesía”
Tengo un Amigo que cumple la doble condición: Es poeta y es poesía.

(Son la seis y veinticinco, me enciendo “otro” cigarrillo y brindo con whisky por la memoria de los muertos)

Siempre admiré la coherencia de aquellos que actúan según sus palabras.
Tengo un Amigo que cumple la doble condición : Es palabra y es Acción.

(Son las seis y media, me parece que el verano es mala época para whisky)

Me estoy dando cuenta a través del relato que tengo amigos demasiado perfectos.

(Ron añejo, eso siempre sabe bien)

Suena Paolo Conte… si un hombre es valorado por los amigos que tiene… voy a ser la ostia y yo sin saberlo… Azurro … senza di te… al in contrario va …

Es martes, tengo sueño y me voy a dormir… y tengo aún más amigos perfectos… que largo se puede hacer esto…

Buena Suerte Julián ¡

jueves, 25 de junio de 2009

Se abre el telón


Son las ocho de la mañana y un minuto. Podía haber escrito las ocho y un minuto de la mañana pero entonces estaría diciendo algo distinto.
Es verano, jueves y el reloj marca las ocho de la mañana y ocho minutos. Enciendo otro cigarrillo y entonces, el reloj se para.

Se cierra el telón.



Silencio.

Babelia. En la portada Cappa en plena juventud. Pienso. Robert está muerto. No pienso.

Tiempo.

Silencio.

No hay Pasado.

Pienso.

No hay Tiempo.

Silencio.



Se abre el telón.

No hay nadie.

Se cierra el telón.


Se abre el telón.

Bruno pasea con su perro por la orilla del mar. El día está nublado y frío. Al volver a casa le espera un earl grey bien caliente junto a la ventana. Mira a través de ella mientras da pequeño sorbos. Es otoño, la mejor época para el recuerdo. Está cansado y espera desde su sillón la llegada de la Eternidad.

Silencio.

Se cierra el telón.

No hay nadie.

viernes, 19 de junio de 2009

EL PRIMER DÍA DEL MUNDO (primera parte)

“Sólo he aprendido a escribir para decirte te quiero”. Piensa el joven Li Tai mientras permanece inclinado sobre la tablilla de bambú. A su lado hay un pequeño montón formado por tablillas similares a la que el joven Li tiene entre las piernas. Están esas tablillas embadurnadas con extraños garabatos de tinta negra. Está sentado sobre el suelo, con las piernas cruzadas, a la sombra de un cerezo. Pasa los días Li trazando más y más caracteres sobre esas finas tiras de bambú. No sabe escribir, pero se ha aprendido de memoria un par de ideogramas, que perfila concienzudamente cientos de veces. Y día tras día los escribe, los retoca, los repasa con esmero, con parsimonia, casi se podría decir que con deleite. Piensa Li que lo que tiene que decir es muy importante, y necesita para ello plasmarlo en la figura más perfecta, con los trazos más delicados y precisos. Tiene a su lado un pequeño cuenco de barro en el que moja ritualmente su pincel de caña. Cuando acaba su trabajo, allá abajo en los extensos campos de mijo de Qiaoxiang, se escabulle Li de su grupo de amigos y se dirige hasta el cerezo. Hace primero una parada en un recodo del camino, y de debajo de unas piedras extrae un pequeño atillo de tela en el que tiene guardados todos sus avíos de escritura. Poco a poco, ahorrando unas monedas de su pírrica paga semanal, ha ido Li comprando sus utensilios en el pequeño mercado de la aldea. Primero se hizo con el pincel, una fina y delicada caña de bambú con un pequeño atillo de pelos de gato pegados en uno de sus extremos. Después, hurtado de la cocina de su chavola, consiguió el pequeño cuenco de arcilla. Luego, como una cigarra que se pertrecha para el invierno, fue Li acaparando tablillas de bambú, que ataba en pequeños fardos y guardaba en el fondo de su alforja. Por último, consiguió su objeto más caro y preciado: un viejo poeta, quizás olvidado de alguna vieja corte imperial, con los ojos ya desgastados y la espalda totalmente curvada, de tantas horas pasadas a los pies de una vela desgranando poemas, le vendió por el precio de seis meses de trabajo una pequeña bolsa repleta de fino polvo negro. El mismo polvo negro que ahora Li, con mucho cuidado y dedicación, usa para elaborar su estimada tinta negra. La misma tinta negra de la que quiere hacer Li la sangre de sus sentimientos. Llena Li Tai el cuenco con agua de rocío, que es el agua, según le dijo el anciano escribano, más pura y por lo tanto más adecuada para elaborar la tinta. Después abre un poco la bolsita de cuero y la espolvorea, con sumo cuidado, para no malgastar su contenido. Se pasa después un buen rato, girando esa mezcla con el pincel, trazando lentos y calculados círculos, hasta que transforma el fondo del cuenco en un lago de azabache.

Todos en la aldea, como suelen padecer las almas originales e inquietas, tratan con cierta sorna e ironía, esa extraña y repentina afición de Li por la caligrafía. Li el agricultor, Li el loco, y sobre todo, Li el analfabeto “¿Qué haces Li, perdiendo tantas tardes a la sombra de un cerezo?”. Sin embargo, nadie en esa misma aldea puede adivinar que Li está enamorado, y que esa necesidad que tiene Li de garabatear tablillas viene empujada por la fuerza e inevitabilidad de ese sentimiento. Sueña Li todas las noches con la joven Yuē. Sueña, como sueñan todos los enamorados, con recorrer con cada luna los rincones de ese cuerpo de azafrán, anhela que sean sus labios mariposas y se posen sobre las florecillas rosadas de las mejillas de Yuē. Quiere Li derramar mil caricias sobre la piel de su amada, sin embargo, hasta ahora, lo único que ha conseguido es sentir el áspero tacto de la lámina de bambú contra el canto de su mano, mientras dibuja cientos de veces las mismas palabras.

Nunca, sin embargo, ha sido capaz de acercarse Li a Yuē. Siquiera ha sido capaz de cruzar una mirada con ella cuando coinciden sus caminos, él hacia los campos de mijo y ella hacia los arrozales. Se desespera Li, pensando que se esfumará Yuē, que otro vendrá que la conquistará antes de que Li le haga saber su infinita pasión por ella.

Así creció la desesperación del tímido joven, hasta que un día, se le ocurrió recurrir a los ideogramas para decirle que la quería. Observando un día al contable de la corte, que cada trimestre se encargaba de hacer una visita a la aldea para comprobar que la producción de los campos y las granjas era la adecuada, descubrió que a cada comentario o cifra que le decían los lugareños, este, el contable, hacía unas extrañas anotaciones en unos rollos de papel. Se acercó pues al contable, para confirmar el motivo de tan misterioso comportamiento. “¿Qué son esas culebrillas negras que dibujas sobre el papel?” El contable, un poco sorprendido por la pregunta le respondió. “Son anotaciones y cifras. Apunto las cantidades que la gente me va diciendo”. "¿Y para qué haces eso?", volvió a inquirir Li. “¿Cómo que para qué hago esto? Para que no se me olvide nada, para llevar todas las cuentas en orden.” Esta vez, el contable fue un poco más áspero con su respuesta. Pese a todo, Li seguía intranquilo, picado por la curiosidad y por cierta idea que se le iba gestando desde el fondo del corazón. "¿Se puede decir cualquier cosa con esos garabatos?" Entonces el contable volvió a girarse hacia Li, estaba ya realmente irritado, y también algo desconcertado por las preguntas de ese joven impertinente. Pero la mirada del joven Li, con la que se topó el contable, era tan inquisitiva que no pudo soltar ningún reproche. Con estos ideogramas se puede decir todo, se puede expresar todo, se puede enumerar todo. ¿Acaso no conoces los misterios del arte de Cang Jie*? Gracias a él los chinos hemos podido llegar a ser tan sabios, y crear este imperio tan poderoso, que ahora gobierna nuestro prudente emperador Qin Pero Li no pareció impresionarse por la respuesta del contable. Él sólo quería saber una cosa. “¿Se puede decir te quiero con esos garabatos oscuros?.” Y nuevamente volvió a enrojecerse el rostro del contable, ya completamente ajeno a su tarea de cálculo y anotación, y nuevamente volvió a mirar a Li para decirle: “Pues claro que sí, estúpido ignorante. No te he dicho que con este invento se puede expresar todo”. Y mientras le gritaba de ese modo a Li, hizo unos rápidos trazos en una esquina del papel que estaba usando para hacer las anotaciones, rasgó esa esquina y se la acercó a Li. “Toma ¿esto es lo que quieres? Ahora lárgate, ¿no ves que estoy trabajando?”. Y eso es lo que hizo el radiante Li. Cogió con ansia el pequeño trozo de papel, lo guardó en uno de los bolsillos de su faldón y con una mirada rebosante de agradecimiento se fue alejando del contable mientras realizaba infinitas genuflexiones.

EL PRIMER DÍA DEL MUNDO (segunda parte)

Y ese pequeño papel era el mismo que Li todas las tardes colgaba de una rama, para tenerlo siempre bien visible. Y el par de extraños borrones que había escrito en su interior, era lo que Li copiaba una y otra vez sobre las tablillas de bambú, procurando en cada intento, que los trazos fueran más precisos, las formas más bellas. Quizás lo que escribiese Li, fuera lo mismo que el contable, pero pensaba Li que él debería escribirlo de un modo más hermoso y profundo. El mensaje que quería llevarle a Yuē merecía el mayor de los respetos y dedicación posible. Ese amor tan profundo e intenso que desde hace tanto tiempo le dominaba, debía ser reflejado por la forma más preciosa que fuesen capaces de crear sus manos.

Y así se mantenía ocupado Li en sus ratos libres. Siempre que no estaba trabajando se iba hasta el cerezo y retomaba bajo su sombra, su inmutable tarea de escribano. Así hasta que un buen día, de improviso, ocurrió el milagro. Se quedó Li, absorto durante muchos minutos, contemplando la pequeña pero perfecta obra que por fin había logrado crear. Sostenía con delicadeza la tablilla de bambú, casi con miedo de que esta se le deshiciese de repente entre los dedos. La miraba con sorpresa, con veneración, también con orgullo. Pasado su momento de estupor, apartó de su regazo todos los utensilios y se puso en pie. Sopló sobre la tablilla para que se secase más rápido la tinta. La guardó por fin en una pequeña funda de cuero y salió corriendo hacia la aldea. Corría Li veloz, radiante, embriagado por el logro, imaginándose ya cientos de noches de felicidad abrazado al cuerpo de su amada. Notaba el peso ligero de la funda de cuero en su mano, y conforme se acercaba a la aldea sentía también como se iban diluyéndo en su interior todos sus miedos, todos sus recelos, todas sus angustias. Se imaginaba ya Li de rodillas, frente a Yuē, declarándole su amor con las palabras más bonitas que jamás se habían escrito.

Sin embargo, se topó en su carrera con una pareja de soldados que al momento, al verlo tan azorado le dieron el alto. Tuvo el muchacho que detenerse y plantarse frente a ellos. “¿Dónde vas, muchacho, no irás huyendo? ¿No estarás robando?”.No, no huyo de nadie, simplemente le llevo un regalo a una amiga”. “¿A una amiga? Seguro que tramas algo. Alguien tan feo cómo tú no puede tener buenas pretensiones con una mujer”. Empezaron a reírse y a darle algunos empellones con los extremos de sus lanzas. Li intentaba mantenerse sereno, firme pero con la cabeza gacha. Ese par de pícaros pronto se aburrirían de él y le dejarían continuar su camino a la aldea. “¿Y qué es lo que le llevas a tu amiguita? ¿No sabes que todo lo que circula por estos caminos pertenece al emperador?” “Es sólo una sencilla tablilla de bambú. Nada que pueda interesarle a nuestro emperador”.” ¡¡Dánoslo, y nosotros te diremos si le place o no!!.”. Y de un manotazo le arrancaron la bolsita de cuero. Temblaba Li pensando que podrían romperla si le daban algún golpe, así que se contuvo y dejó que los soldados indagaran su contenido. Vio como sacaban la tablilla, la miraban primero extrañados y después al comprobar que estaba escrita por uno de los lados, notó como se le arqueaban y encendían furiosos los rostros. “¿Qué es esto miserable? Pretendes burlarte de nosotros. ¿Qué es esto que está escrito?¿Qué es lo que pone en esta apestosa tablilla?. ¿Es este el nombre de nuestro emperador?.” “¿Acaso no sabéis leer?. Es sólo un regalo para mi amiga. No dice nada importante”. “¿Qué sabrás tú lo que es importante o no, gusano? Dinos, ¿es esto que está escrito el nombre de nuestro emperador?”. Li estaba ya desconcertado y asustado. No comprendía bien qué le preguntaban esos soldados, el porqué de tanta insistencia. Sólo quería que le dejasen en paz, quería llegar lo antes posible al lado de Yuē. “No”, les respondió, “No, no, no. En esa tablilla no está escrito el nombre del emperador. Por favor, dejad que me vaya…”. Pero Li no pudo terminar su súplica. Los soldados se echaron sobre él, le golpearon con las lanzas, lo tumbaron al suelo y siguieron pateando su cuerpo hasta que el pobre Li perdió el conocimiento.

Por la mañana, cuando todos los vecinos de la aldea se dirigían a los campos de trabajo, lo primero que vieron fue el cuerpo inerte de Li. Estaba colgado del cerezo bajo cuya sombra había pasado tantas tardes escribiendo. El viento lo balanceaba levemente y por unos momentos parecía que fuese a recobrar la vida. Poco a poco los aldeanos vencieron el miedo y se acercaron hasta él. No entendían qué es lo que le podía haber pasado al joven Li. No se imaginaban quién podía haberle hecho algo así al pobre Li. Sí descubrieron que sobre su pecho, había colgada una tabla de madera que llevaba impresa el sello imperial. También había algo escrito, parecía un aviso, aunque nadie logró entenderlo, porque nadie en la aldea sabía leer. Tampoco la joven y bella Yuē supo nunca que le pasó a Li, ese personaje tan peculiar, tan apocado que nunca se atrevió a hablarle. Nunca supo Yuē lo mucho que Li la amaba, y que ella, indirectamente, había sido la causa de su muerte….
Nota: En el año 212 A.C. el emperador Qin Shi Huang decretó que fuesen quemados todos aquellos documentos que no hiciesen referencia a su persona. Quería borrar todo rastro de historia anterior a su reinado. Quería ser así el primer emperador de la historia. Muchos intelectuales que desobedecieron esa orden fueron enterrados vivos.
Cang Jie*: Según la leyenda, fue el inventor de los caracteres chinos.

sábado, 13 de junio de 2009

RIE… ES GRATÍS Y SUBVERSIVO

En cualquier régimen totalitario, más allá de sus ficticias ideologías generadoras, existen dos elementos subversivos que son combatidos ciegamente: La Música y la Risa.

Es 1985, Berlín oriental, la radio oficial como parte de su programa cultural pone una canción procedente de España. Estamos en plena guerra fría y los aires de cambio aún están por llegar. Interprete, Bambino, título de la canción “La Pared” , estribillo “donde está esa pared que separa tu vida y la mía”… al día siguiente se refuerza la vigilancia del muro, el locutor es arrestado por incitar a la subversión.


Portugal, nuestra prima fea, 1974. El locutor anuncia con voz temblorosa la siguiente canción… “Grandola, Vila Morena”, comienza la Revolución de los Claveles, toma esa Salazar… Franco, a ti te queda poco… viva la neumonía…


Cuba. Un huevo duro corriendo por la calle con una masa de personas corriendo detrás de él. Se encuentra en su huida con una pata de jamón y este le pregunta :” Huevo ¿Por qué te persiguen esa gente?- Me quieren comer, responde el huevo .
El Jamón le dice:”Pues, escóndete detrás de mí, que aquí no me conocen…”. Cuando este mal chiste se pueda contar en Cuba, estará un poquito más cerca de la democracia… o algo así…

1991. Primera guerra del Golfo. Semanas antes de la invasión norteamericana, la radio iraquí pone una canción de Lola Flores. La letra rezaba así “…tú lo que quieres que me coma el tigre, que me coma el tigre… mis carnes morena…” La inteligencia militar interpretó un ataque con misiles químicos, la guerra se adelanta tres días de lo previsto.

Sergei Eisenstein y Charles Chaplin. El primero, el mejor director de cine hasta la fecha, el segundo un genio. Bien, de la Unión Soviética jamás nos llegó, porque no se hizo nunca, una película cómica, algo de humor, nada. El segundo, a través del humor denunciaba las injusticias de nuestra sociedad, fue acusado de comunista y tuvo que tomar el camino del exilio… que paradoja: Comunista, un creador que usaba el humor .

Si recordáis el argumento del Nombre de la Rosa… eso es, el supuesto libro de la Risa de Aristóteles.

Desconfiad de quienes ven en la risa algo vulgar y reprobable. Asimismo, de la música como de una simple sucesión de notas musicales.

¡¡¡¡¡¡¡VIVA EL BUFONISMO ILUSTRADO !!!!!


Bambino. La Pared.
Jose Afonso. Grandola Vila Morena
Lola Flores. “Que me coma el tigre”
Seguei Eisenstein “ 1917” “Acorazado Potemkin”
Charles Chaplin “Tiempos Modernos”

viernes, 5 de junio de 2009

Rhapsody in Blue


Lo mejor de viajar en tren, bueno en cierto trenes, es que el hilo musical a veces te sorprende y las películas aún más. Un veinticuatro de diciembre en un tren de cercanías garrapatero, con apenas media docena de individuos cabizbajos en el vagón, el maquinista quizás para quitarse la depresión navideña puso en funcionamiento el hilo musical. La sorpresa fue doble , funcionaba y además no puso los putos villancicos que te martillean en cualquier parte en esa época. ¿Adivináis? Si, Rhapsody in Blue de George Gershwin. En un instante, todo se transformó. Por la ventanilla veía los rascacielos iluminados y al fondo el puente de Brooklyn, incluso uno de los pasajeros se transformó en Woody Allen. Y durante aquel trayecto al corazón de Manhattan, la mediocridad cotidiana desapareció durante los 16 minutos 24 segundos que duró la composición, sentí que la realidad por sí misma no era nada sin nosotros, y nosotros no somos nada sin los sueños.

Lo definitivo… el pasado es humo, el futuro nadie lo sabe y el presente es un regalo, por eso se llama presente… creo que lo extraje de una película durante un trayecto en AVE… ya me acuerdo… Kung Fu Panda…

La vida está llena de señales para el que busca, en un sentido u otro, simplemente hay que observar atentamente lo que nos rodea, incluso en un tren garrapatero, a una hora intempestiva, un día cualquiera… No existe pregunta sin respuesta ni principio sin fin…

Prepararé té para tres, la eternidad será muy larga…

sábado, 30 de mayo de 2009

EL POETA


Como anciano sentado
en un banco del parque,
el poeta atrae versos con migas de
ingenuidad y desespero.

Como minero con martillo de pena
arranca medias certezas
de las vísceras de una pesadilla,
de las entrañas de dioses de lejanas fronteras.

Como niño malcriado, el poeta
se desespera, y busca verbos como juguetes
en cafeterías, en cuerpos equivocados,
en llantos o miradas ajenas.

El poeta a veces ríe,
o flaquea, o desea,
acarrea cestas de sílabas
y las descarga sobre sus venas.

Mecano de rimas para el nene,
el anciano las confunde,
el minero no piensa, pelea,
el poeta, surge el poeta...

Ah, el poeta...

El poeta un día se morirá y
sólo quedarán sus arrulllos a corazones
vacuos, su alpiste para las mismas palomas de piedra,
sus versos de duda y arena.

Otro pequeño homenaje a Mario Benedetti

viernes, 22 de mayo de 2009

Mar de la Tranquilidad




Paseaba sin haber desconectado del trabajo. Jamás había tenido tiempo para no hacer nada. Paseaba. Se topó con Perec, su sonrisa contagiaba esa vitalidad que transmitía en sus libros.

-Hola Boris ¡, cuanto tiempo¡- sonrisa amplia, corazón fraternal.

-Georges ¡ ¿Qué haces por este barrio?.

- Nada en especial, La Eternidad es algo aburrida y he tenido que salir a despejarme. ¿Qué haces últimamente desde tu “Ahora Vengo”?

-No mucho, Georges. Cincuenta años después de mi muerte me he puesto de moda, los seudo intelectuales me ha reivindicado y Boris Vian por aquí, Boris Vian por allá, me cansan un poco. ¿Y tú?

-De vez en cuando encuentran algún papel manuscrito y zas¡ a la imprenta, si lo hubiera querido publicar no estarían escondidos por los cajones… editores sin escrúpulos…

Siguieron andando y conversando…

… Es viernes. El café mañanero sabe a café y la jornada laboral se hace menos pesada. El Tiempo y el Espacio se deforman, es viernes, no hay que buscar más explicaciones…

-¿Algún proyecto Georges?- dijo Boris Vian

- Después de “La Vida, instrucciones de uso” quedé algo vacío, como ausente. Sentí como si lo hubiera dicho todo. La temporada en la campiña me sentó bien para la salud pero toda mi energía se iba en no dejarme morir, ya sabes como es eso. El resto ya es historia de la literatura … La Eternidad es a veces insoportable y al contrario de lo que muchos piensan, es imposible crear sin la idea del Final -quedó como ausente y prosiguió - Perdona, me ido por las ramas… ahora hago pequeños relatos que describan instantes en la existencia de gente anónima, instantáneas que no tengan sentido sin el conjunto de sus vidas.

- Entonces… salvo que alguien identifique ese momento como suyo, el resto de lectores no entenderán nada- formuló Boris, rascándose la barbilla y cerrando un poco el ojo izquierdo.

- Es como mostrar una fotografía. De los presentes, cada uno describiría una historia distinta a los demás, porque tu te fijaría en la luminosidad del sol, yo quizás la belleza de la chica, o alguien en la mirada del perro que pasea. Instantes Boris, instantes, la vida son miles de fotogramas por segundo- dijo Perec.

-¿Tomamos un té y me sigues contando?-preguntó Boris Vian pensativo

-Vale- respondió Perec

martes, 19 de mayo de 2009

CORRE, LOLA, CORRE


Café y, como no, cigarrillos.
Música y, como no, Tiersen.
Mayo y, como no, flores.
Película y, como no, Good Bye Lenin.

Son los noventas, Juan empieza en Caballería, salta y aterriza en el Aire habiendo despegado desde la Física Cuántica, sigue surcando los cielos…

España amanece con una feria de ladrones, empieza la Expo 92, acaba con contratos basuras , anochece la igualdad de los ochenta.

Es 1989, niña, pesa tres kilos quinientos gramos, sus padres le llaman Cristina, Javier obtiene su primer pasaporte. La canción del verano es "Aquí no hay playa", The Refrescos.

1999, paseando observo un enorme cartel de cine “Gato negro, gato Blanco”, dos días después desaparece, tres años después me río con ella, lo sustituye “Corre, Lola, Corre”, Franka Potente, te quiero…

El milenio llega, la Apocalipsis puede esperar, Javier bate el record mundial de café en una mañana y de juergas en una semana, se acabó la fiesta universitaria.

Julián arriba a Cuenca, se le congela hasta los pensamientos, eso nunca… así llegara la tercera Glaciación.

2003, Toledo miles quieren vivir la experiencia bibliotecaria, el 8 de marzo da suerte a una chica, seis años después sigue sufriendo la CDU.

Me he perdido, ¿por dónde iba?, la memoria… la abogacía pierde, la biblioteconomía gana.

2009, uh¡ casi en su meridiano que decir… ¡ Viva Georges Perec, Viva Albacete La Nuit !

CUCHIPUY

Ya desde niño, Cuchipuy se sintió atraído por el vasto mar que se desplegaba desde su pequeño poblado hasta el infinito. Nunca miró Cuchipuy a sus espaldas. Para él, las agrestes negruras de la selva no le parecían en algo interesantes. Desde muy joven acompañaba gustoso a su padre en las largas jornadas de pesca. Y siempre se preguntaba qué habría más allá de esa línea azulada del horizonte, la cual se empeñaba en retroceder conforme el joven Cuchipuy se acercaba a ella. Se encaramaba sobre su precaria balsa, construida con hojas de palma y oteaba el horizonte, en busca de algún punto de referencia en tan vasta extensión de mar. Nunca encontró nada Cuchipuy en sus precarias vigilias, pero siempre emprendía el retorno a su poblado imaginando que más allá debía de haber miles de islas repletas de tesoros, cientos de continentes en los que vivir increíbles aventuras.

Así pasaba Cuchipuy su vida: mirando a través de esa interminable alfombra azul que en su poblado apodaban simplemente “el lago”, y que exploradores españoles, venidos de más allá de la tierra de fuego acabaron llamando océano pacífico. Buscaba noche y día Cuchipuy la manera de atravesarlo, para llegar a unas tierras que él creía cuajadas de misterios. Construyó en sus ratos libres cientos de balsas pero todas se fueron a pique con las primeras embestidas del oleaje. Construyó también un enorme arco con su enorme flecha, a la que curvó la punta para darle forma de ancla. Pensaba entonces Cuchipuy que si él no era capaz de llegar hasta el otro lado del mar, se traería para sí lo que allá hubiese. Congregó a todos los muchachos de su pueblo, y les pidió que juntos tirasen de la cuerda del arco y la tensasen. Colocó entonces, cuando el arco estaba en su punto, la flecha, y todos a una orden suya, dispararon. Había atado en el extremo de la flecha una soga, y esa soga formaba un enorme ovillo que durante varios días fue enflaqueciendo más y más. Parece ser que fué largo el vuelo que realizó y que, milagrosamente, al final, acabó en alguna lejana isla, donde se trabó e hizo mella en la tierra. Allá donde cayó, hizo un enorme boquete, que de tanto arrastrar el ancla, se hizo aun más grande. Con el tiempo, los habitantes del lugar llamaron a ese agujero Rano Kau, el cual llegó a ser tan profundo que alcanzó hasta el mismísimo centro de la tierra. Los mismos habitantes de esa isla, asustados por la llegada repentina de la enorme saeta, construyeron grandes cabezas de piedra que miraban al mar y vigilaban la costa… Pero esa es otra historia de la que el propio Cuchipuy nunca tuvo noticias, pues aunque pasó varios meses tirando y tirando de la cuerda que iba atada a la flecha, no logró atraer hacia sí ni un solo centímetro el pedazo de tierra al que la arcaica ancla se había aferrado. Aun con las palmas de las manos agrietadas y llenas de rozaduras, y los músculos doloridos por tan titánico esfuerzo, no desistió Cuchipuy en su empeño. Que fueron miles las ideas que se le ocurrieron después, y miles las intentonas que fracasaron.

Se le veía ya anciano a Cuchipuy, inclinado en la orilla del mar, y con sus manos formando un cuenco, intentando vaciar el océano. Creía él que era esa idea genial, que pronto abriría con sus manos un camino entre el agua, y que podría ir, por fin, allá dónde quisiera. Pensaron entonces en el poblado que Cuchipuy había enloquecido. Se colocaba un bromista a su lado y le preguntaba: “¿Qué haces, Cuchipuy, pescas peces?. “No, no pesco peces.” respondía Cuchipuy, “Quiero vaciar el mar para llegar al otro lado”. Y el bromista, al escuchar su respuesta, estallaba en risas. ¿Me dejas Cuchipuy que te ayude?. “Claro, ayúdame si quieres, a vaciar el mar”. “Te ayudaré, Cuchipuy, pero entonces deberé ir a por un cazo…” Y se alejaba el bromista, dejando a Cuchipuy, encorvado a la orilla del océano, intentando vaciarlo a manotazos.
Es poca cosa, pero está dedicado. como no, a Mario Benedetti.

lunes, 18 de mayo de 2009

Hagamos un trato


"Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo. "
(de una canción de Carlos Puebla)
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Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.
Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.
No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.
A Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti,
la eternidad le concedió algo más que un día.

domingo, 17 de mayo de 2009

“No, no hay nadie”.


Y la respuesta fue: “No, no hay nadie”.
Automáticamente de los labios de Norah surgió una mueca parecida a una sonrisa, pero al instante se sintió algo estúpida por la respuesta y pensó : “ y ahora, ¿ qué digo?, venga en serio…”. Hizo lo que cualquiera e insistió: “ Bueno, si no hay nadie me voy”, esperando una respuesta coherente. No la hubo, sólo se escuchó :” cierre la puerta al salir, hay corriente”-¿ qué puerta si esto es una cueva?-pensó Norah.
A Norah esto ya no le hacía ninguna gracia, era la encargada de un gran proyecto para encontrar Vida Inteligente en aquellas cuevas y se sentía estúpida, vaya paradoja. Encendió su linterna y avanzó con la velocidad que da la impaciencia. Al cabo de un rato encontró algo parecido a un ser humano que estaba tomando té y limándose las uñas. La miró con indiferencia y siguió con su tarea. Sorprendida quedó bloqueada, no sabía que decir. El seudo humano llenó una taza y le dijo : “ Sólo tengo té negro y azúcar de remolacha , lo siento, la crisis no vuelve vulgares…”

Sin saber que decir, el ser (que de cerca era un humano pero que no conocía la palabra afeitado) la observó un instante y le inquirió : “¿ puedo saber el objeto de su visita, señorita...”
- Norah, me llamo Norah
- Pues Norah… y el objeto de su visita es …
- Participo en un proyecto de la Universidad de Davies para encontrar algún rastro de vida inteligente.
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?
- Vive en una cueva, su aspecto está alejado de cualquier estándar social , salvo por el hecho que estamos hablando, mi diagnóstico sería…
- ¿Diagnóstico? Creo que no me encuentro enfermo.
- Perdón, quería decir conclusión.
- ¿Conclusión? La ciencia va más rápido de lo que pensaba. ¿Conclusión de qué?. Viene a mi hogar, me insulta rebajándome a un animal irracional por el hecho de vivir en una cueva y no afeitarme, y a eso le llama usted ciencia, civilización…
- Bueno… no vive en una ciudad, ni en sociedad y claro, el ser humano es gregario por naturaleza y …
- Y que… ¿Esa conclusión la ha leído en un manual o la ha reflexionado por sí misma?
- Según las últimas teoría sociológicas, algunos humanos…
- ¿Últimas teorías, y las anteriores donde quedaron?
- Bueno, bueno, con usted no se puede razonar, queda claro que pertenece a la subespecie humana, al grupo de marginados aislados por su incapacidad para relacionarse con los demás.
- Tendrá usted razón. La Universidad nunca yerra, la sociedad tampoco. La civilización y la inteligencia se encuentran en apartamentos de 25 metros cuadrados y metropolitanos abarrotados, vecinos que ni siquiera se saludan ni se conocen, viandantes que no se miran a la cara, lectura de best seller y películas que son olvidadas inmediatamente después… Tendrá usted razón, mientras tanto ¿Le apetece un té?

viernes, 15 de mayo de 2009

Blanco sobre Negro

“In tempi come questi la fuga è l'unico mezzo per mantenersi vivi e continuare a sognare.”

Hay poco que traducir… es 1992, el oscar a la mejor película extranjera se lo lleva “Mediterráneo”, película italiana producida por Berlusconi.

Agosto de ese mismo año, una biblioteca deja de existir… miles de seres humanos también, empieza el espectáculo de los Balcanes.

Septiembre, tras un año sin comer carne peso 98 kg, vuelvo a la ternera semicruda…

Noviembre. El Miedo, La Nada y La Soledad me visitan… no tienen prisa por marcharse.

Exilio.

1996. Aznar llega a la Moncloa, yo a Granada.

2000. Bush llega a la Casa Blanca, yo a Roma.

2001. Ariel Sharon llega a la Knesset, yo a Sicilia.

Exilio.

“In tempi come questi la fuga è l'unico mezzo per mantenersi vivi e continuare a sognare.”

Hay poco que traducir… es 2009…

jueves, 14 de mayo de 2009

"Entonces deberé ir a por el cazo"

Viernes 15 de mayo de 1915
Brian escribe, es su manera de no sentirse aquí. Josh tumbado sobre varios sacos terreros tira piedrecillas hacia un casco boca arriba, hace diana con todas. Smith sentado tiene las manos tapándose la cara. Las chicharras delatan el calor que nos derrite poco a poco, todo se ralentiza, los músculos, la vista, los pensamientos. Es mayo, no quiero saber como será estar aquí en julio, aunque nos prometieron en enero relevarnos, enero.

El cocinero remueve el rancho con desidia, normal no es cocinero ni nosotros soldados. En Egipto todo era distinto, Turquía sonaba exótico, sonaba. Gallípoli, Dardanelos, quién sabe donde estamos. De Ironcross quedamos dos, Jimmy y yo, nos alistamos 56, si volvemos la vida en el pueblo no será la misma, si volvemos. Jimmy está en la playa, anda un poco mal con el estómago. Todos los días lo veo con los prismáticos, aguantará, con suerte lo evacuarán pronto.

Ayer repartieron cascos, parecen cazos, eso significa que pronto habrá otra masacre, da igual, si no nos matan los turcos moriremos de asco.

Domingo 17 de mayo de 1915

El cocinero no está. Desde la playa nos han traído doble ración de carne enlatada, galletas, chocolate y algo de brandy, mala señal. El comandante parece nervioso y no para de hablar con el puesto de mando, mala señal. Atardece y el aire se hace algo respirable, deja de oler a muerto. El capitán nos indica que tomemos el brandy, seguidamente con la cara pálida dice : “Muchachos, pasado diez minutos de la media noche atacaremos a los turcos, así, haced lo que tengáis pendiente, el cabo Bob recogerá vuestras cartas y pertenencias por si no volvéis. Pase lo que pase, ha sido un placer combatir con vosotros”.

No pensé en nada por un instante, las únicas palabras que dije fueron: “Entonces deberé ir a por el cazo”

DUELOS AL SOL CON UN CAZO

Hola compañeros escribanos duelistas. Veo que andáis ansiosos por que os proponga un temita para escribir vuestros relatos. Bien, no tenía pensado nada todavía, pero al comprobar vuestras ansias por saber sobre qué habrá que escribir durante la próxima semana, no puedo sino hacer otra cosa que complaceros. El cuento de esta semana, que como siempre deberá ser como mucho de un folio, girará en torno a la frase: "Entonces deberé ir a por el cazo". Bueno, ¿qué os parece? Así a bote pronto no he podido encontrar algo más rebuscado. Mucha suerte y recordad. A partir de ahora teneis sólo siete días...

En estos tiempos de precipitación y sofisticación tecnológica, quizás no recordeis bien, cómo era el utensilio protagonista del duelo semanal. Os daré pistas: no hace falta conectarlo a internéee. Además os adjunto la imagen de tan sencillo utensilio, para facilitaros vuestra labor creativa. ¡¡Suerte con las plumas!!

domingo, 10 de mayo de 2009

Amapolas in Paradisum


Hubo un tiempo no muy lejano cuando, las rosas florecían en primavera y la luna llena no era exclusiva de licántropos y sicópatas, los niños no eran adultos y los adultos no jugaban a ser niños. Fue en aquella y no en otra, cuando El Miedo visitó a Bruno Ganz a la hora del té. Era curioso, todas estas extrañas visitas lo importunaban a esa hora tan sagrada, su media hora al día para poder ser él. El Miedo venía acompañado de La Nada. Bruno tan educado como siempre, les hizo pasar al salón. Tras servir té para tres, La Nada para hacer honor a su nombre ya saben que tomó. Iba sin maquillar, y a pesar que su cara estaba como ausente, algo de rimel hubiera realzado un poco su vacía mirada

Bruno fue directo: “¿De qué va la cosa hoy?”- preguntó mientras tomaba un sorbo de té.
-“Bruno. ¿Has pensado en el futuro?- dijo El Miedo poniendo cara de asustado.
-“No, ni siquiera en mi presente y del pasado, ni te hablo”- respondió con tranquilidad poniendo la taza sobre el plato.
-“Muy mal” -dijo con enfado- “Mira a tu alrededor, inseguridad, violencia, paro, crisis, enfermedades, etc., debes tener pavor, debes estar asustado, que los pensamientos te superen y todo te paralice. “
-“Pues va a ser que no”.
-“¿Por qué?
-“Sencillamente porque Vivir contigo no es Vivir. Todos y cada uno que se rindieron a tus pies buscando “la seguridad del Miedo” acabaron perdiendo a mi implacable amigo Tiempo, Tiempo para estar, vivir, compartir, decir te quiero. Contra ti no tengo nada porque eres parte de la Naturaleza humana, pero aborrezco quién te utilizan para controlar a los demás. Además a ti aún no te temo, si hubieras venido con La Soledad quizás, pero pase lo que pase dejaré entrar a La Tristeza de vez en cuando, pero a pesar de los pesares, afrontaré tus argumentos con quién me rodea y tras una lágrima vendrá una sonrisa.
Me tocará despedirme de muchos y muchos de mí, pero nada es definitivo…te lo aseguro”

La Nada con su cara de estúpida lo miró y se fueron, antes de salir por la puerta El Miedo se giró y dijo: ”Sabrás de mí cuando llegue la hora”

-“Cuando llegue la hora no tendré Miedo, estaré con los míos”. Bruno los despidió con elegancia y siguió tomándose su té.

sábado, 9 de mayo de 2009

MI NOCHE CON GORAN ZELIC


Pasó Goran Zelic por Albacete y por supuesto, no defraudó. Aunque no conocía a nadie, allá dónde iba pronto se formaban grupos a su alrededor para escuchar todo lo que decía. Fueron muchos los que esa noche acabaron invitando a una copa a Goran Zelig, simplemente para dilatar unos minutos el privilegio de conversar con tan conspicuo pensador. Y todos se fueron satisfechos, a nadie defraudó el inefable Goran, para todos tuvo las palabras que cada uno quería escuchar. Y es que como los grandes sabios, Goran apenas tenía respuestas, pero sabía cómo hacer que cada uno encontrase las suyas. Con todo, no pudo evitar Goran que la noche se acabase, y con su fin, que se cerrasen los bares. Las personas en torno a él se fueron dispersando, tambaleantes, blandiendo sus cubatas aguados y sus cigarros consumidos, la mirada vidriosa, pero una gran sonrisa en sus labios. Yo apenas hablé con él esa noche. Goran era mi invitado, volveríamos juntos a mi piso y sabía que tendría algunas oportunidades para empaparme tranquilamente con su sabiduría. Con todo, durante el trayecto en coche apenas nos dirigimos la palabra. La noche había sido larga y fructífera en divertimentos, anécdotas y variadas situaciones socarronas. Volvíamos ambos agotados, con las ventanillas abiertas, despejando nuestros pensamientos con el silencio de la ciudad y las primeras brisas del día. Cuando aparqué Goran me preguntó:

-¿Hemos llegado ya?
- Si, mi piso está ahí al lado.


Entonces se separó unos pasos del coche, se giró hacía mí y me dijo:

- Ahora vas a ser testigo de un hecho insólito. De un hecho que contarás con orgullo a tus hijos, y tus hijos contarán con el mismo orgullo a sus hijos.
Y con una elegancia inusitada para las horas que eran ya, y el estado en el que estábamos, se arregló el cuello de su camisa, colocó las manos a la espalda e hizo una lenta y ejemplar reverencia. Entonces, empezó a vomitar. Yo mientras, permanecí sentado en las escaleras del portal, observando atención como Goran se trasmutaba en pocos segundos de sofista a fuente. Y cuando acabó, se volvió a girar, saludo como si estuviese en presencia de un concurrido auditorio, y nos subimos a casa.
Dedicado, como no, al maestro Javi.

MI PADRE ES CHAVY CHASE


Sentado en el rincón de la cafetería donde se podía ver sin ser visto, estaba él con un café a medio tomar, papeles esparcidos por la mesa y medio paquete de fortuna.

Fuera la hora que fuera, personajes de lo más variopinto cruzaban la puerta con la mirada puesta en aquel rincón. Si había suerte estaba él, de lo contrario, quedaban dubitativos y se daban media vuelta. Conocedor de antros y bujíos de todas clases, te ponía al día de lo mejor de una ciudad, Granada, cuya virtud venía de fuera. Sin embargo nadie sabía cual era su secreto, era el hijo de Chevy Chase con acento cordobés y alma cosmopolita, excepto yo que había perdido media vida viendo a su padre en clásicos como : “Espías como nosotros”, “Las vacaciones de una chiflada familia americana”,”S.O.S. ya es navidad” “Los tres amigos” etc.

Perseguido por la carga de ser el hijo de Chevy Chase, recorrió media península Ibérica buscando un lugar donde le dejaran ser él. Llamándose Julián acabó en Albacete, mundialmente conocida por… y por… bueno en fin, por todo eso y mucho más. Encontró consuelo en su profesión como malversador de mentes, la ciudad le ofrecía todo y cuanto un hijo de famoso podía soñar: bares, antros de perversión, vicio y sobretodo Chinchilla, Ay ¡ Chinchilla¡ .

Un fin de semana su pasado le visitó y su secreto fue revelado. Un secundario de películas de Jaimito, cruce entre simio y el hermano tonto de Forrest Gump, soltó aquella noticia : Julián era el hijo de Chevy Chase. Ya no había vuelta atrás, debía sobreponerse y luchar por estar a la altura de su padre… le tocaría estar todo el día conjugando su duro trabajo(Biblioque?) con la creación de números cómicos, beber cerveza como lo hacía su progenitor y sobre todo hacer el esfuerzo de trasnochar en pos de no estar por debajo del legado paterno, ¡pobre Julián¡.

En la foto podemos apreciar el momento que le comunicaron a Julián que no quedaba más cerveza.

viernes, 8 de mayo de 2009

Albacete la nuit

Es martes. El de mes de… no lo sé, quizás otoño por las hojas en el suelo, pero francamente no lo sé. El cielo está cubierto por nubes altas pero dejar pasar una claridad matutina. Desde la ventana observo como la suave brisa mece los árboles a modo de danza sinuosa. Ya lo sé, es Septiembre, como podía olvidarlo… Septiembre… y ella se llamaba… A… no me acuerdo… como puede ser… empezaba por A… pelo negro, ojos claros… A… ¡ mierda, no me acuerdo ¡. Hoy es … hoy, ¿tiene alguna importancia? Creo que para mí ya no, día a día olvido una parte de mi vida, va avanzado como la arena del desierto, poco a poco, poco a poco… Un día me levantaré y al mirarme al espejo no sabré quién soy… A… empezaba por A…su pelo era… y sus ojos… Estoy fatigado, aún no he olvidado la sensación de tristeza, porque olvidamos lo que somos y no, lo que sentimos.
No sé cuando, porque no me acuerdo, sostenía que éramos presente continuo, sin embargo estaba equivocado… somos Memoria, sólo Memoria, Memoria…
Ya no me acuerdo de su nombre, ni su pelo, ni de sus ojos… porque olvidamos lo que somos y no, lo que sentimos.

jueves, 7 de mayo de 2009

SIETE MANERAS DE COMERSE UNA PERA

De los años en la universidad recuerdo muchas cosas, la mayoría de ellas relacionadas con fiestas y juergas varias. Recuerdo las numerosas noches en la cafetería Bohemia escuchando jazz, o en el “Liberia”, viendo obras de teatro. Recuerdo algo menos a los profesores y he olvidado completamente lo poco aprendido en la carrera. Fueron, a los que me conocen no hace falta que se lo repita, años muy intensos, quizás los mejores de mi vida. Sin embargo, me sorprendo a veces, por como son de antojadizas las memorias, como entre los momentos más intensos, esos que nunca olvidaremos, se cuelan otros que en su día no pasaron de ser instantes anodinos, momentos sin importancia, retales del día a día que sin embargo, al ser seleccionados para quedarse en nuestro recuerdo, acaban siendo momentos trascendentales, de esos en los que uno se siente identificado, de esos que se convierten en repentinos pilares de nuestra existencia.

Uno de esos momentos, una de esas sorpresas que se te cuelan entre la monotonía, me surgió en los comedores de la universidad. Una vez acabadas las clases, a las cuáles, todo hay que decirlo, no acudía la mayoría de las veces, solía desprenderme del grupo con el que estuviese en ese momento y me iba a comer. Siempre me gustaba tener un par de horas para mí sólo, horas que solían empezar en el rato de la comida y procuraba alargar durante toda la siesta. Solía llevar siempre un libro en el macuto que después leía tumbado en el césped. En la cola del comedor ya ojeaba con cierta ansía el volumen que tuviese entre manos. Y una vez dentro, me gustaba sentarme en alguna de las esquinas de la enorme sala, siempre al lado de alguna ventana. Me gustaba así, jugar a ser un escritor y fingía en esos momentos observar y analizar todo lo que me rodeaba, en busca de ideas o situaciones para próximas historias. Si la comida resultaba aburrida, siempre podía mirar por la ventana y dejaba vagar los pensamientos sin rumbo fijo. En una de esas comidas, quizás fuese fin de curso porque el comedor estaba prácticamente vacío, empecé a fijarme en cómo las personas que estábamos, nos tomábamos la pera que nos había tocado en suerte para el postre. Había pequeños detalles que en principio no sabía muy bien cuáles eran y decidí fijarme con más atención en los distintos gestos de cada comensal. Hubo uno que se limitó a frotar la fruta contra su pecho y comenzó a darle bocados. Un segundo, más metódico, la partió en trozos, peló esos trozos y los fue pinchando con un tenedor. El tercero, siguiendo el mismo estilo que yo, peló la fruta y sujetándola con dos dedos y haciéndola rotar lentamente sobre ese eje recién creado, le daba bocados. Hubo un cuarto que de la simple pera creó una increíble macedonia. De su macuto extrajo un pequeño cuenco, troceó la pera y otras frutas que empezó a sacarse de los bolsillos y las mezcló en el recipiente. Después con una cucharada, se las fue comiendo con parsimonia y con un perceptible gesto de deleite en su rostro. Un quinto, iba cortando trozos que no separaba completamente, se llevaba la fruta a la boca y lo arrancaba con los dientes. El sexto, variante del primero, no peló la pera, la lavó introduciéndola varias veces en un vaso de agua y después secándola concienzudamente con una servilleta. Y hubo un séptimo comensal que no se comió la pera. Cuando abandonó su asiento, la fruta seguía quieta, solitaria, inmaculada, sobre un platito.

¿Qué me llamó la atención de estos procesos tan rutinarios? La respuesta me saltó rápida. Siete comensales, siete maneras diferentes de comerse una pera. ¿Y qué conclusión saqué de todo esto? Es extraño, pero tras observar todos estos gestos tan comunes y a la vez tan diferentes unos de otros, me invadió una sensación agridulce, se apoderó de mí cierta desazón que no pude esquivar durante el café ni en mi posterior rato de lectura. En aquella época, como desgraciadamente también ocurre ahora, el mundo estaba azotado por guerras, hambruna: la misma violencia primaria, con las múltiples caras de la belicosa condición humana. Pero también, era embriagador el ambiente de la universidad, tan cargado de buenas ilusiones y una esperanza siempre latente. Ante cada nueva atrocidad cometida por unos hombres, otros hombres se oponían a ellos, les gritaban a la cara lo injusto y absurdo de sus actos. No dejé acudir a cuanta manifestación se convocaba por los motivos más diversos. Y en todas ellas pensaba ingenuamente que estaba haciendo lo correcto, que lograríamos mover y conmover alguna conciencia con nuestros multitudinarios actos de protesta. Ahora bien, después de salir del comedor, cierto aire de pérdida se apoderó de mí. ¿Lograríamos alguna vez, todos los habitantes de este planeta, dejar de ser tan violentos? En ese momento pensaba que no, al comprobar cuán diferentes éramos incluso ante el sencillo ritual de comernos una pera. Años después de ese día, acabada la universidad, y acudiendo cada vez menos a las manifestaciones, desgraciadamente lo continúo pensando.





Los extraordinarios hechos que aquí se describen, querido lector están basados en hechos reales. Y esta historia está dedicada a Javi, que en tantas y tantas tertulias me acompañó cada vez que nos saltábamos una clase. Javi compañero de blog que eh breve nos hará una visita a Albacete. También se lo dedico a María José, mi nueva compañera de sala, que me ha cubierto las espaldas mientras yo escribía esto.

El Regreso de Goran Zelic


“Es un pájaro?... Es un avión?... ¡ No, es Goran Zelic y está cabreado ¡” - la periodista quedó muda, el mito había vuelto de entre lo muertos.

Con canas en la barba, su cabellera se resistía al invierno, seguía viviendo en su particular selva negra. En la mano izquierda llevaba un komboloi, en la otra, un periódico enrollado. Profundamente colérico, profería toda clase de improperios antiguos y otros que no sabíamos de su existencia. Entre insultos e insultos señalaba el periódico como fuente de su furia.

Los periodistas allí reunidos no salían de su asombroso, era él… el verdadero Goran Zelic. La impresión fue tal que nadie escuchaba sus palabras, boquiabiertos observaban la figura de aquel, que una vez salvo a los ciudadanos de Sarajevo… -“aquel tío de La Benevolencija Express… ¿recuerdas?

Cuando terminó, los miró fijamente… y negó con la cabeza lentamente…dijo entonces :” No habéis aprendido nada”- dejó caer el periódico y se marchó.

Yacía moribundo en el suelo , su titular: “La Comunidad Internacional Abandona a su Suerte a Darfur”
(Deja tu reflexión, ayudará a elaborar el próximo relato)

miércoles, 6 de mayo de 2009

Mermelada de Naranja


“Mermelada de naranja… Mermelada de naranja, pan, ah¡ y azúcar… un café sin azúcar para una mañana de domingo… 25%... llamar a Carol… anular cita de la nueve con el señor Atihen… los cruasanes…”
En un momento, resbaló con el penúltimo peldaño. Cayó sentado de culo en pleno hall. La Caída no le dolió, fue la sensación de estupidez. Su mente borró aquella lista y quedó en blanco. En un solo instante, su existencia dio un vuelvo. Miró hacia la puerta y los rayos de la mañana atravesaban el mosaico multicolor a ambos lados de las jambas.

“Sweettown-Alaska”. Se levantó, tomó el pasaporte y la Visa. Sin despertar a Josephine, la besó en la frente y se marchó. Al cruzar el umbral de su casa, no miró atrás, cerró con un brazo retrasado y una sonrisa limpia. Tenía cuarenta y uno, en su familia se comentó que lo hizo por eso de la crisis de los cuarenta…cincuenta…veinte… treinta

¿Debemos justificar nuestra libertad?
(Deja tu reflexión, ayudará a elaborar el próximo relato)

martes, 5 de mayo de 2009




Amanece a través del cristal de la ventanilla. Por cotidiano no deja de ser un espectáculo único. Miro a mí alrededor y todos duermen, bocas abiertas y algún ronquido esporádico, duermen. El negroide cian da paso lentamente a un rojizo anaranjado, suave y esponjoso amarillea poco a poco, poco a poco…silencio… ronquido… silencio…

Miro la pantalla, son las 6.55 del 12/05/01, demasiado temprano para un día que ha llegado demasiado tarde. Siguen durmiendo, los primeros despertares abren los ojos quedando inmóviles, observando durante un instante el asombroso acto de volver a la vida.

Es primavera, la mejor época para la luz refractada.

Vuelvo a la ventanilla, el espectáculo ha terminado. Una voz anuncia la llegada a la próxima estación… final de trayecto.

Observo las caras de los que esperan en el andén… y en ella, la tristeza… no espera a nadie… yo tampoco.

Salgo de la estación sin dejar de mirarla… adiós… recibimiento con sabor a despedida…adiós…

Relato Dadá

La moral y su sino interrumpido eran los enemigos del papel. Como alguna inclinación, que cruzó lo que todos deseaban directamente. Una vez subterránea su chaqueta, hizo el ciclo mucho mejor que nosotros. La ortodoxia golpeó la puerta, y unida como estaba con la escalera, profirió algo diferente.

-Se halla suplicante- dispensaban sin consideración.

Desaparecer ante semejante año (cuando habitaban necesariamente en el umbral) hubiera sido una condición material, más que un deber verdadero. Y con lo absoluto de su forma hostil, todos se escondieron del día soleado.