martes, 8 de noviembre de 2011

REACCIONA

                  Hace demasiado frío en la calle, así que decido acortar el paseo y entrar antes de tiempo en la peluquería. El macuto que siempre llevo conmigo, está cargado de libros con los que pienso, podré soportar mejor la espera. Además, las peluquerías siempre me han parecido lugares interesantes en los que es difícil aburrirse. En ellas puedes observar casi con total impunidad a las personas que las habitan, tanto empleados como clientes de paso. Observar sus gestos, pero sobretodo, escuchar los comentarios de unos y otros, suele ser una experiencia más que interesante, un buen caldo de cultivo para posteriores divagaciones e incluso futuros relatos como este que ahora mismo escribo. La misma sensación de curiosidad me embarga en otros lugares en los que es inevitable permanecer con muchas personas desconocidas, durante un tiempo indefinido, en un espacio relativamente pequeño. Sitios tales como autobuses de línea, colas del paro, salas de hospitales y un largo etc. Lugares a los que todos alguna vez nos hemos visto abocados y en los cuales, a poco que uno se fije, discurren a modo de pequeños relámpagos sociales, historias medianamente asombrosas. De cualquier modo, en esta ocasión, llevando varias lecturas atrasadas como llevaba en el macuto, no tenía pensado ponerme a curiosear soterradamente por la sala de la peluquería. Sin embargo, sí me apetecía mucho más, concluir alguna de dichas lecturas. Así, retomé el libro que he estado leyendo estos últimos días, “Reacciona”, un libro que surgió a la sombra del incendiario “Indignaos”, en el cual, varios periodistas, jueces, profesores o economistas, intentan resumir y explicar de manera somera las causas de la crisis económica actual, crisis, que leídos los primeros artículos de dicho libro, se extiende también a otros ámbitos, tales como la educación, los medios de comunicación o la clase política. Tras describir un panorama realmente desalentador en todas estas esferas sociales, mucho más demoledor resulta comprobar la nula resistencia y voluntad de reacción que la propia sociedad ha desarrollado frente a tantas venas abiertas. Una sociedad, que se ha dejado engatusar por los dulces cantos de sirena de un capitalismo feroz, y que ahora está dominada por valores totalmente económicos, en los que todo se ha convertido, incluidas las personas, en un valor de mercado, y en la que campea a sus anchas sentimientos tales como el egoísmo, la ociosidad, el desarraigo, la incultura y un largo etcétera de patéticas pasiones. Frente a esto, pendientes únicamente de placeres artificiales y fugaces, con un espíritu completamente maniatado, hemos perdido nuestra capacidad de razonamiento crítico, de compromiso social, de altruismo; valores humanos, al fin y al cabo, sólo en base a los cuales se puede construir una sociedad mejor. El libro, como todos los libros de estas características, marea un poco con multitud de datos estadísticos, a cual más negativo y demoledor: datos alarmantes de paro, de precios de hipotecas, de escuelas privatizadas, de servicios sociales eliminados, de corrupción política, de medios de comunicación vendidos al mejor postor. Pero más espantoso resulta comprobar como frente a estos datos claros, precisos y tan preocupantes, la sociedad que los sufre permanece adormecida, atontada, ajena incluso a esos problemas y quiénes los han causado. Los culpables de tanto mal siguen impunes, expoliando una y otra vez nuestros bienes económicos, sociales y culturales, respaldados por un sistema corrupto, que no solo no los enjuicia sino que incluso los protege y respalda. Es por lo tanto, este, un libro, muy recomendable, una llamada de atención a nuestras conciencias, una llamada que todos debemos escuchar, meditar y difundir. Un libro que hay que leer, pese al malestar que va creando en tu interior conforme te adentras en tus páginas, o que precisamente por eso hay que leer, por como te revuelve el estómago y empieza a crear en tu interior un amargo gesto de pataleo y revuelta.

                    Pero volvamos a la peluquería, donde ya casi, llegaba el momento en el que me atendiesen, y dónde sólo había podido leer, y de manera algo precipitada, uno de sus capítulos, concretamente el dedicado al vapuleo que constantemente sufre la cultura, de manos de unos medios de comunicación y avances tecnológicos agresivos y muy desproporcionados. Ahora sí, pasé algunos minutos observando todo mi entorno. Sensible como estaba, después de leer las páginas que había leído, me fijé de inmediato en el chaval que estaba siendo atendido en esos instantes. Un muchacho joven que no dejaba en ningún momento, mientras el peluquero hacía malabarismos para no enredarse con él, de toquetear y jugar con su móvil. Me resultó una imagen esperpéntica, fiel alarma y reflejo de lo que había leído apenas unos minutos antes. Además, mientras toqueteaba a ritmo frenético las teclas, no dejaba de comentar a un amigo todo lo que iba haciendo. Hablaba de guasas, gepeeses, emepecincos y demás sandeces tecnológicas, con la misma pasión que se habla de dios, de la mujer a la que se ama o del delantero centro al que se venera. Yo me pregunté, si se comportaría del mismo modo mientras se duchaba, follaba con la novia o mientras comía. Puede que no, pero viendo su actitud compulsiva, seguro que no tardará mucho en comportarse así. Ya es muy común ver a gente por la calle con el móvil en la mano, toqueteándolo del mismo modo obsesivo, completamente absortos en el aparatito. Yo mismo, lo suelo llevar a veces en el bolsillo, enchufado a unos cascos, a los que en el otro extremo, están enganchados mis oídos. Y no me sirve la excusa de que yo los llevo para escuchar “sólo” la radio o algún curso que otro de inglés. De igual modo, camino por la calle ajeno a la verdadera realidad que está discurriendo a mí alrededor. Y es que todos en parte somos culpables. Todos estamos dormidos y lo que es peor, todos estamos resignados. Nadie en la peluquería parecía darle importancia al comportamiento tan extravagante y maleducado del muchacho, nadie le reprochó nada. Yo mismo, pese a la sorpresa, no dije nada en ese momento. Mi único gesto de reacción: que ahora estoy escribiendo esto.
http://www.juantorreslopez.com/
http://angelsmcastells.nireblog.com/
http://www.rosamariaartal.com/
http://www.escolar.net/
http://eldescodificador.wordpress.com/

 
 
 
 
Continuará...

1 comentario:

Supercalifragi dijo...

Hace unas semanas, por el día de la biblioteca, tuvimos el gran placer de tener entre otros participantes de "Reacciona" a Jose Luís Sampedro, que tambien venía a hablar de un libro, paralelo pero más literario, que ha escrito con su mujer. "Cuarteto para un solista", yo tengo mucha gana de leerlo desde la charla....por si te interesa, ahí dejo caer otra lectura de las que remueven.
un saludo.